Antía Fernández: «En el mir hay mucho trabajo asistencial y queda poco tiempo para investigar»

joel gómez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

La premiaron como mejor especialista joven de España por compaginar ambas facetas

14 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«El año 2020 fue un desastre por el covid, pero para mí hubo algunas cosas buenas», afirma Antía Fernández Pombo. Esta joven compostelana, de una familia de pediatras, estudió Medicina en la USC. Desde el 2016 se especializó en endocrinología en el CHUS, por el sistema mir. Finalizó esa formación en junio, y en el reciente congreso de la sociedad española de esa especialidad la designaron como la mejor mir del año. «Ese es un reconocimiento para todas las personas que me ayudaron, en especial para el doctor José Manuel Cabezas Agrícola, que fue mi tutor en la residencia», afirma. En ese tiempo también apareció su firma en 27 trabajos científicos.

Ahora trabaja con un contrato temporal en el Clínico, y acaban de confirmarle que el Instituto de Salud Carlos III le ha concedido una beca Río Hortega para los dos próximos años, «con la posibilidad de solicitar al finalizar otra modalidad de beca, Juan Rodés, que serían cuatro años más. Lo importante de esto es que permite compaginar la actividad asistencial con la investigadora, lo que con un contrato normal es muy complicado», indica.

Su idea es aprovechar esa beca en Santiago, en el grupo de Epigenómica en endocrinología y nutrición, que dirige Ana Belén Crujeiras en el IDIS. Además, está a punto de finalizar el doctorado y el próximo año confía defender la tesis, con mención internacional, orientada por el profesor David Araújo. Dedica este estudio a los síndromes lipodistróficos infrecuentes.

En el congreso donde la acaban de distinguir, el servicio de endocrinología del CHUS consiguió dos becas, para investigar sobre aspectos de la esclerosis lateral amiotrófica y sobre la EPOC, en las que serán investigadores principales Ana Cantón y Miguel Ángel Martínez Olmos, y Antía también participará como colaboradora en ambos proyectos.

«En el mir hay mucho trabajo asistencial y queda poco tiempo para investigar; le tienes que dedicar tu tiempo libre, en el que también tienes que estudiar y pensar en los pacientes. Por eso, con la beca Río Hortega probablemente lo tenga un poco más fácil», sostiene. Para colegas que no disponen de una ayuda así y encadenan contratos temporales es más complejo, admite.

En esta nueva etapa, ya como profesional, «lo que más me interesa es centrarme en las nuevas tecnologías aplicadas a la diabetes tipo I y a otras enfermedades. Me interesan especialmente la unidad de alta resolución del nódulo tiroideo para tratar pacientes con un nódulo, que es una patología muy prevalente, más del 50 % de la población los tiene y la mayoría ni si entera, pues la mayor parte son benignos, pero hay que confirmarlo. Y otras técnicas mínimamente invasivas, como la inyección percutánea de etanol, espero que próximamente podamos hacer también radiofrecuencia; las bombas infusoras de insulina, que es la infusión subcutánea continua de insulina; la monitorización Flash de glucosa, y otras que nos ayudan mucho al paciente y a quienes lo tratamos», señala. «Además, muchos pacientes que ingresan en el hospital por otros motivos, se descompensan de su diabetes y los tratamos en endocrinología. La interconsulta en el hospital es muy potente, y me he ocupado de ella con una de mis compañeras, Gemma Rodríguez Carnero: vimos más de mil interconsultas en un año de pacientes que se descompensan de su diabetes a consecuencia de un tratamiento que necesitan durante el ingreso en el hospital».

Entre enero y junio del 2019 Antía amplió estudios en Cambridge. «Fue una experiencia increíble para mi, una de las mejores partes de la residencia», valora. De cara al futuro admite que alcanzar la estabilidad laboral no será sencillo, pues «para conseguir una plaza fija hay que aprobar una oposición».