El confinamiento, las limitaciones de movilidad y el teletrabajo hicieron que se incrementaran los ahorros de las familias. Además, la combinación de estas cuestiones permitió que muchos compostelanos se dieran cuenta de la necesidad de un cambio en sus casas para hacerlas más acogedoras y prácticas. El problema surge al deshacerse de los muebles viejos, cuando los nuevos son adquiridos en empresas que no se ocupan de los usados.
Aunque los enseres que llegan al punto limpio de Urbaser son muy variados, el grueso de ellos es, además de los colchones, camas, muebles del salón, armarios y mesas. Los electrodomésticos engordan también la lista, especialmente los de menor tamaño, porque es más frecuente que los grandes (neveras, lavadoras) sean retirados por las empresas. El confinamiento modificó los meses con mayor número de llamadas. Hasta ahora en septiembre y octubre, con el inicio del curso en la USC, se disparaban las llamadas, pero desde hace unos meses es más uniforme. En tiempos de confinamiento se dedicaron las largas horas de encierro a ordenar y limpiar los trasteros de artículos guardados «por si acaso algún día hacían falta», explican en Urbaser. Los vertidos clandestinos, en cambio, se mantienen todo el año por igual, y se escogen contenedores ubicados en puntos aislados y de fácil acceso en coche. Esta práctica no deja de llamar la atención, ya que «es obvio que disponen de un medio para trasladar los enseres, pero no se molestan en acudir al punto limpio del Tambre».