El Camino de Santiago recupera movimiento poco a poco tras el fin del estado de alarma
SANTIAGO
Cada vez son más los peregrinos que se dejan ver por las calles de Compostela entre mochilas y bastones
18 may 2021 . Actualizado a las 22:46 h.Una experiencia distinta, pero única igualmente, es la que describen los caminantes que llegan a la Oficina de Acogida al Peregrino, cada vez en mayor número. La entrada en Santiago tras terminar el Camino sigue siendo especial para los que recogen su compostela; en unos casos por ponerle fin a la dureza del trayecto y en otros por tachar de la lista un plan que a lo largo de este último año les pareció muchas veces inimaginable.
Casos hay de distinto tipo, pero lo cierto es que con los últimos alivios de restricciones -especialmente con el fin del estado de alarma- cada vez son más los que se animan a coger la mochila. Ayer, por ejemplo, llegaron grupos procedentes de Madrid o Cataluña y es que las ganas de salir a disfrutar de la experiencia siguen pesando mucho, tal y como indican David y Miguel, de Vigo, que llegaron este lunes en grupo de ocho.
En su caso arrancaron desde O Cebreiro y realizaron el trayecto en tres tandas, la primera de ellas en Semana Santa. «No lo hicimos seguido por trabajo, porque no pudimos juntar siete días, pero lo importante era hacerlo de una forma u otra», señalan. Para Miguel este fue su tercer Camino y David lo hizo años atrás desde Roncesvalles, mientras que los más pequeños del grupo se estrenaron con una experiencia «muy buena para ellos después de un año como el que llevamos», describen los adultos al cargo.
Viajar en pandemia
El trayecto, cuentan estos vigueses, fue acorde a las circunstancias que marca la pandemia. «No vivimos algunas experiencias, pero a cambio tuvimos otras. Al final no te cruzas con tanta gente y lo vives todo con más tranquilidad, que también es un punto a favor», destaca David. En cuanto a las estancias nocturnas, el grupo optó por los albergues, que estuvieron cerrados a principios de año, pero con planificación. «Reservamos con tiempo para evitar problemas, pero vimos todo muy vacío», dice Miguel.
Otro de los que se animó a caminar fue Miguel Mora, un madrileño que llegó ayer desde A Fonsagrada tras terminar el Camino Primitivo. «La experiencia fue buena, pero durísima», describe cansado Miguel. Y el trayecto no solo fue duro para él, sino también para su perrita, un pinscher que esperó en el coche -que el caminante aparcó en la ciudad antes de ir a A Fonsagrada en transporte público- mientras su dueño recogía su compostela.
«Casi la mato», bromea el peregrino, que se queja de que en muchos albergues no permiten animales y que espera repetir la experiencia, «pero más adelante». Por el momento, hecho polvo por el trayecto, celebra el Camino, que a pesar de su dureza le sirvió para reflexionar. «Con todo lo que llevamos, hacía falta despejarse», concluye.
Peregrinar sin queimada, noches de albergue o ambientes festivos, pero con tranquilidad y amigas
Nada tiene que ver este Camino con el de 1993. Así lo asegura Chus Iglesias, que llegó ayer a Santiago junto a sus tres amigas Carmen Blázquez, Yolanda Barreiro y Elisa Leirado. Estas últimas se estrenaron como peregrinas, pero todas ellas coinciden en la misma sensación para describir una ruta que empezaron en Sarria: tranquilidad. Esa es la palabra que más repiten los peregrinos que llegan a Santiago y que las cuatro mujeres describieron de formas distintas. «Este ha sido muy distinto. Nada que ver con mi otro Camino, en el año 93. El ambiente era otro: te encontrabas con más gente, hacías queimadas y demás», recuerda Chus.
En general relatan un trayecto agradable, que ni siquiera alteró el mal tiempo salvo por algún chaparrón de última hora. «El sábado llegamos caladas», resume Yolanda. Y esa es la única pega que relatan las cuatro mujeres a lo largo de estos días de pateo, ya que a falta del bullicio de peregrinos típico de cualquier otro año santo, en esta ocasión el grupo disfrutó de la falta de jaleo. «Vivimos la experiencia de otra forma y lo mejor casi fue eso: no encontrarse con nadie en todo el camino y respirar toda esa calma en el bosque», apunta Elisa.
Compartir habitación
En cuanto a la estancia, estas cuatro viguesas optaron por dejar de lado los albergues por esta vez, reduciendo así los contactos con otros caminantes y con ello las probabilidades de contagio. «Fuimos más por pensiones y así. Al conocernos, preferimos compartir habitación las cuatro, más que nada por seguridad», explica Carmen. Y es que aún con la vacunación funcionando a toda vela y la reducción de contagios -según momento y zona-, la precaución aún impera entre los peregrinos que llegan a Santiago después de un Camino con mucho que aportar: pocas aglomeraciones por el momento, amplios espacios naturales y una muy deseada tranquilidad.
El fin de semana se repartieron más de 300 compostelas tras semanas con apenas actividad
La Oficina del Peregrino comienza a recuperar actividad con el paso de las semanas y las cifras de estos días nada tienen que ver con los del inicio del año. Los primeros meses del 2021 arrancaron con muchos días a cero: en enero se entregaron 60 compostelas (54 a europeos, de los cuales 27 eran españoles) y en febrero tan solo catorce.
Marzo fue algo mejor con 194 llegadas y en abril ya se registraron 1.024. Ahora en mayo, la semana pasada arrancó el lunes con 33 personas que llegaron a la Oficina; el fin de semana (sábado y domingo) lo hicieron un total de 332; y en la mañana de ayer se contaron 160 en busca de su compostela, unas cifras que dan cuenta de un interés que sigue existiendo y que, salvo restricciones, así seguirá.