El mal estado de muchos pisos de alquiler indigna a los universitarios

Cinthya Martínez Lorenzo
cinthya martínez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Los estudiantes explican las pésimas condiciones de sus viviendas en Santiago

21 oct 2021 . Actualizado a las 00:06 h.

El caso de Paula López y Andrea Blanco, las dos jóvenes a las que casi les cae encima el techo de su piso arrendado en la calle Montero Ríos, ha provocado una oleada de críticas sobre el estado de numerosos inmuebles destinados al alquiler estudiantil en la ciudad. Aunque no es un problema nuevo, y muchos han sido acondicionados, la mayoría de los que se ofrecen a día de hoy en Santiago lleva años sin el mantenimiento adecuado. Con frecuencia las prestaciones son muy deficientes, y el propietario no siempre puede, o desea, asumir el gasto de renovación de las mismas. Sin embargo, el precio de costearse un cuarto en la ciudad sigue aumentando: el precio de una habitación próxima al campus sur oscila entre los 200 y los 225 euros, mientras que en la zona norte fluctúan entre los 175 y los 190 euros.

«Yo si fuera propietaria, un mínimo de calidad en los pisos sí ofrecería», declara Paula Freiria, estudiante en la USC. «Hemos visto de todo, dormitorios que en realidad eran salones o baños en muy mal estado, como el nuestro del año pasado, que se le caían las plaquetas», añade. Y no era el único problema con el que convivían. El suelo se hundió, las persianas no funcionaban y los somieres de las camas ya no daban más de sí. «La de nuestro compañero estaba rota, las patas se las trajo Paula de su casa y se las cambiamos nosotros», afirma Alberto Herreras, otro de los tres inquilinos del inmueble. «Tuvimos que atar el somier con bridas a la cama porque no nos lo quería cambiar», añade Paula. De todos los desperfectos del inmueble, el propietario solo se hizo cargo de las persianas, que reconocen que «después de mucho insistir» sí las acabó renovando. La vivienda la llevaba una inmobiliaria de la ciudad, pero ellos le pagaban a él en metálico las respectivas mensualidades y facturas. Entre los tres pagaban, por este piso en el Ensanche, 575 euros. Lo equivalente a 192 euros cada uno.

Los que optan por vivir más alejados del centro tampoco se salvan de sufrir experiencias así. «Voy a pasar el invierno sin poder cerrar la ventana porque no encaja», relata Lucía García, residente en la calle Doutor Maceira. No obstante, el hecho de pasar frío no es lo único que le preocupa. «En cualquier momento también se me cae el armario-cama encima», añade. La estructura cuenta con armarios encima y a los lados, y los de arriba ceden cada vez más: «Cuando fuimos a ver el piso tenía cinta americana para aguantarlo, ahora ya ni eso». Uno de los cuartos no tenía enchufes, y el propietario lo solucionó «abriendo un boquete en el salón para pasar una alargadera». Ella y sus tres compañeros pagan 480 euros por el inmueble, y confiesa que «no está tan mal» comparado con algunos que han visitado a principios de curso en el Ensanche. «He visto uno de cuatro habitaciones en el que dos de ellas estaban separadas por una plancha de madera en el medio», comenta Lucía.

Otro problema recurrente son las humedades, y Miguel Ángel Sánchez las vive desde un año en su piso: «Apareceron na cociña, empezou por poñerse escuro pero despois xa caían gotas gordas como se fose choiva, un pouco máis e tiñamos que quitar o paraugas». Al parecer, el problema derivaba de los vecinos de arriba y el casero habló con ellos para ponerle solución. Pero a día de hoy, Miguel Ángel sigue teniendo el techo de su cocina sin pintar.

«O problema non é que os estudantes deixen os pisos en mal estado, é que xa os recollen así»

A los profesionales del sector inmobiliario les resulta imposible negar lo evidente: existe un deterioro de la bolsa de alquiler estudiantil en Santiago. David Abelleira, de la agencia Rey, explica que si bien hay pisos reformados, «outra parte máis abundante encóntrase en malas condicións, con mobiliario e ventás de fai cincuenta ou sesenta anos que nunca se renova». Y añade: «O problema non é que os estudantes deixen os pisos en mal estado, é que eles xa os recollen en pésimas condicións». Además, la escasez de oferta de pisos de alquiler en Santiago acaba provocando que muchos jóvenes tengan que conformarse con «lo menos malo» o con el precio que mejor se adapte a su bolsillo.

«Ao final isto é como calquera negocio, e son necesarias as reinversións», declara David Abelleira. En su opinión, los propietarios deberían invertir en las viviendas, realizando reformas cada cierto tiempo, evitando que las posibles reparaciones necesarias se acumulen y su gasto resulte inasumible. «Por iso moitas veces se poñen á venda inmobles que necesitan unha reforma integral, chega un momento no que xa non dan para máis», añade.

Sobre la caída del techo en el piso de dos universitarias, David precisa que aunque la figura de las agencias se encuentra entre propietarios y arrendatarios, existen situaciones en las que una de las partes tiene la razón. «Neste caso as rapazas, porque se che cae o teito enriba xa se ve que non hai mantemento de ningunha clase», sentencia. Y advierte de la necesidad de tener un seguro en la vivienda para que se haga cargo de este tipo de accidentes: «Debería de ser obrigatorio, como cos vehículos».