Muchos visitantes se quedan sin ver el monumento, que carece de guías y horarios
18 jul 2022 . Actualizado a las 00:47 h.La conservación de la Iglesia de San Domingos de Bonaval, que alberga el Panteón de Galegos Ilustres, es precaria. Allí descansan los restos de personajes claves en la historia de Galicia: Rosalía de Castro, Castelao, Alfredo Brañas, Ramón Cabanillas, Francisco Asorey y Domingo Fontán. Pero yacen acompañados de telarañas, humedades y alguna ventana rota.
El mausoleo fue levantado en la parte izquierda de la capilla en 1891. Desde su construcción, su titularidad ha sido objeto de debate. No existe ninguna ley estatal, autonómica o municipal que regule su situación. Se trata de un caso único en Europa y a lo largo de los años ha desencadenado distintos conflictos entre la Iglesia y el Ayuntamiento.
El templo fue desamortizado en el siglo XIX, pero pasó de nuevo a ser propiedad del Arzobispado en el 2010, después de que una sentencia del Tribunal Supremo dictase que debía volver a formar parte del patrimonio eclesiástico. La Archidiócesis firmó entonces un convenio con la Xunta para regular su uso y permitir el acceso a los visitantes a través del Museo do Pobo Galego, que está ubicado en el convento contiguo a la iglesia.
Es precisamente allí donde se custodian las llaves, y son sus empleados quienes se encargan de abrir y cerrar sus puertas. También facilitan información a los visitantes que muchas veces llegan desorientados, porque no hay guía en el templo. Pero esa función no les corresponde. El museo es una institución que no está vinculada con la Iglesia.
El Patronato del museo denuncia que la situación está alargándose en el tiempo sin que el Arzobispado les ofrezca una solución. La llegada de la pandemia agravó el problema, puesto que el mausoleo permaneció clausurado durante meses al carecer de un protocolo sanitario adecuado. La Archidiócesis explicó entonces que la falta de personal y recursos dificultaban su apertura, aunque defendía que cualquiera que quisiese visitarlo podía hacerlo, pidiendo antes un permiso.
Una vez abierto de nuevo, el museo volvió a tomar las riendas de su gestión, algo que genera confusión entre los visitantes. Muchos de ellos no saben si se puede acceder al templo, cuya verja principal está cerrada, o cuales son sus horarios. Los pocos que logran pasar al interior se encuentran con un panorama desolador: el panteón, declarado bien de interés cultural (BIC), está completamente desatendido. «O Arcebispado unicamente tramita os permisos cando llos solicitan para facer alí algún acto. Polo demais desenténdese do asunto, incluso para poñer unha lámpada», explica Justo Beramendi, expresidente del Patronato del Museo do Pobo Galego.
Una ley que nunca se aprobó
El mantenimiento de la iglesia está cuestionado desde hace años. Hace una década, entendiendo que la situación del templo no era digna, desde el Patronato se pusieron en contacto con la Real Academia Galega y con el Consello de la Cultura Galega, con el objetivo de redactar un proyecto de ley que fuese tramitado a través del Parlamento de Galicia A la iniciativa se sumaron las fundaciones Castelao, Rosalía de Castro y Alfredo Brañas, que también estaban alarmadas por la conservación del mausoleo.
La propuesta estipulaba que el Panteón quedaría bajo la tutela del Parlamento de Galicia. También aportaba directrices acerca de las políticas de conservación que se llevarían a cabo en el templo. Su finalidad era convertirlo en un organismo de derecho público, al que tuviese acceso cualquier ciudadano que quisiese. El borrador fue entregado a la entones presidenta del Parlamento, Pilar Rojo, pero nunca llegó a aprobarse en la Cámara, y en la actualidad sigue parado.
Los partidos políticos han intentado en varias ocasiones desde entonces que se alcance un acuerdo para aprobar la ley, sin éxito. El futuro y conservación de Bonaval está en el limbo.
Más de tres décadas de litigios para recuperar la titularidad del mausoleo
Tras la muerte de Rosalía de Castro en 1885 surge la idea de construir un espacio donde puedan reposar dignamente los restos de la escritora. Una comisión de gallegos emigrados a Cuba, presidida por Juan Manuel Espada y Enrique Novo, reunió los fondos para la construcción del mausoleo, que se levantó en 1891 en la Iglesia de San Domingos de Bonaval. Más tarde fueron enterradas otras figuras ilustres de la historia de Galicia, como Castelao, Asorey o Cabanillas.
El Arzobispado de Santiago era propietario de la iglesia y del convento adyacente, pero, tras las desamortizaciones liberales de Juan Álvarez Mendizábal, en el siglo XIX, el templo pasó a ser titularidad del Concello de Santiago. Un siglo después, la Iglesia interpuso varios recursos judiciales para recuperar su propiedad. En el 2010, después de más de tres décadas de litigios, el Tribunal Supremo falló a favor de la institución religiosa, a pesar de la oposición de distintas asociaciones culturales, que tenían el proyecto de crear un espacio de carácter laico y civil.