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«Popper» y pastillas se suman a alcohol, cocaína y marihuana como drogas predilectas en la noche de Santiago

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Cajas de varios tipos de benzodiacepinas, que desde la pandemia se usan en las noches de fiesta mezcladas con alcohol
Cajas de varios tipos de benzodiacepinas, que desde la pandemia se usan en las noches de fiesta mezcladas con alcohol CARMELA QUEIJEIRO

La cocaína, por su alto coste, ha pasado de moda entre los estudiantes de la capital, que prefieren las drogas de síntesis: «Si puidera volver atrás sería o primeiro que me sacaría da miña vida»

21 feb 2023 . Actualizado a las 23:42 h.

Pocas drogas han estado tan relacionadas con la vida universitaria como la marihuana. Incluso Barack Obama reconoció haber fumado porros en su época de estudiante. «Así nos relajamos después de clase, con los colegas, de chill [relax]», explica uno de los tantos jóvenes que han conocido esta droga en ese paso de la adolescencia a la ‘vida adulta'. El problema, explican los expertos, explota cuando se consume a diario, impulsivamente. En muchos casos se ha convertido en el desencadenante de cursos perdidos y de años tirados a la basura entre humo, risas vacías y ojos vidriosos. «Si puidera volver atrás sería o primeiro que me sacaría da miña vida», afirma otro joven que ya roza la treintena y que la consumió «cando non tocaba». Él se arrepiente de esa decisión. Hoy, al cannabis hay que sumarle otras sustancias que dominan el ocio nocturno capitalino. Las noches de fiesta se acompañan con alcohol, cocaínapastillas y popper.

Estas dos últimas son las que han irrumpido con mayor fuerza tras la pandemia en Santiago. «A cocaína é para xente maior, pasou de moda entre os universitarios. Eles prefiren drogas de deseño, que lles proporcione un subidón que lles dure toda a noite. E iso danllo a metanfetamina (MDMA) e as pastillas». El que habla es un buen conocedor de los bajos fondos de la noche compostelana, que afirma que los chavales quieren euforia y, además, alcanzarla a un coste bajo.

Mientras que el MDMA pueden conseguirlo por 20 euros cada medio gramo; las pastillas rondan entre los 5 y 10 euros; y la marihuana cultivada en interior —con mayor THC y potencia— se encuentra entre los 4 y los 7. La cocaína, en cambio, se dispara hasta los 60 por gramo: «Un rapaz non pode pagarse medio gramo para saír o xoves. A cocaína é unha droga que necesita dunha nómina, se non tes cartos non podes consumila».

Desde la pandemia

Las benzodiacepinas, como el trankimazin o el lorazepam, cuyo consumo se ha multiplicado desde el covid, crecen. Son fáciles de conseguir, ya que muchos las tienen en casa, y solo necesitan mezclarlas con alcohol. Un cóctel que puede resultar mortal. Así lo apuntan desde las fuerzas del orden, que perciben un aumento, aunque menor, del uso de codeína, que normalmente se mezcla con licor para creaR una falsa sensación de ensoñación.

El popper, típico en el norte de Europa, crece en la capital y en Galicia. «Se compra por internet, un bote te sale por unos cinco euros», explica un recién graduado compostelano que lo ha visto en unas noches de juerga donde el alcohol es el rey. Pero que cada vez suma más candidatos a desbancarlo.

Santi M. Amil

Ofelia Debén, presidenta de Proyecto Hombre en Galicia: «Hay un problema de una juventud que no sabe divertirse sin drogas»

Ofelia Debén dirige Proyecto Hombre en Galicia. Conocedora desde hace décadas de cómo funciona el mundo de las adicciones, la psicóloga lanza varias alertas. La primera es que detecta que «hay un problema de una juventud que no sabe divertirse sin drogas. Existe una sensación de que no están a gusto si no toman algo externo que les ayude a sentirse mejor. El disfrute del ocio no es por lo que hago, sino que solo me siento bien si lo asocio al consumo».

Dirige la mirada hacia las sustancias estimulantes, aunque «hay mucho consumo de cannabis, alcohol y pastillas derivadas de sintéticos. Pero el cannabis y el alcohol se llevan la palma. A partir de tercero o cuarto de carrera también empiezan con el consumo de cocaína, pero es algo menor». Sobre la marihuana y el hachís, cuyo uso es diario, explica que «en un período corto de tiempo genera alternaciones a nivel psíquico y cognitivo. También ocasiona pérdida de memoria, de concentración y falta de equilibrio personal. Vemos subidas en el nivel de agresividad y falta de tolerancia. Pueden creer que es una droga sana, incluso ecológica, pero para nada».

Barbitúricos y ansiolíticos son otra cara de la moneda, sobre todo mezclados con alcohol, Lo define como «una bomba atómica. Muchos los tienen en casa por familiares que los utilizan. Ahora hay mucha información en internet sobre su uso recreativo, lo que es un problema añadido».