El nuevo plan de recogida desconcierta a la hostelería de Santiago: «Non sairei máis veces co lixo polo medio dos clientes»

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Paco Rodríguez

Las diferentes horas a las que pasan cada noche los cuatro camiones del servicio crispan a los hosteleros del casco histórico

15 mar 2023 . Actualizado a las 19:26 h.

Si algo funciona a la perfección en la recogida de la basura en el casco histórico de Santiago es la buena voluntad de los trabajadores de las concesionarias del servicio: Urbaser y Coregal. En la noche del viernes los operarios no se limitaron a coger los contenedores y bolsas de residuos de la calle, sino que hicieron una importante labor didáctica con hosteleros y comerciantes para despejar las dudas que genera el nuevo servicio puerta a puerta.

El chequeo realizado este viernes sobre el terreno evidenció que los horarios son mejorables, especialmente el de los dos camiones de orgánico y restos. Y la sugerencia más repetida entre los hosteleros es que los envases deben retirarse de mañana. Aunque la recogida de la basura en las calles menos transitadas fue más ágil, en el centro del casco viejo y en el entorno de Cervantes y San Agustín se convirtió en una carrera de obstáculos. Y eso que no había mucha gente por la calle.

Los camiones de orgánica y restos empezaron a llegar sobre las 23.30. Pero más de media hora después seguían atascados en la rúa do Franco. El de orgánico retiró unos pocos contenedores marrones, en medio de las quejas de los hosteleros por tener que sacar la basura cuando todavía tenían el comedor lleno. «Non volvo a saír co lixo polo medio dos clientes», espetó uno de los pocos hosteleros, el de Fogar do Santiso, que sacó un contenedor de orgánica. En A Noiesa también expresaron su malestar por tener que cargar por el medio del comedor del restaurante con los contenedores de orgánica y de restos.

La tensión fue creciendo y provocó alguna escena surrealista, como cuando la hostelera del restaurante Abellá salió corriendo con una enorme bolsa negra para preguntar al operario del camión qué tipo de basura se llevaba. Al comprobar que era de orgánica y no de restos, le espetó: «Deixo esta aquí, pero non te vaias, volvo coa outra». Al mismo tiempo, el de otro local próximo, ya cerrado, aseguraba: «Non vou esperar aquí todas as noites a que pase o camión. Deixo todo fóra e xa recollerei os contedores pola mañá». Los hosteleros insistían en preguntar cuál será el horario de recogida. Y los operarios solo podían decir que «aproximadamente as doce». No pueden precisar más, porque el horario depende de las paradas que tengan que hacer para esquivar peatones, explicar los detalles del servicio, recoger contenedores y tomar desvíos, al no poder pasar por las calles con terrazas. «No verán imos tolear aínda máis», reconocían los trabajadores. «Coa xente e coas terrazas, isto non pode facerse», advertían.

Los operarios reconocían la buena voluntad de algunos pocos para separar el orgánico, salvo por el hecho de que «non pode vir en sacos de plástico». Ante estas palabras, el propietario de la marisquería Sixto II preguntó: «¿Dónde lavo o contedor de orgánico? ¿Na rúa? No local non hai sitio». Mientras tanto, otro repetía: «Isto así non funciona».

Rondando las doce y media de la noche, los dos camiones de orgánica y restos circulaban lentamente por las calles con más movimiento. La inmensa mayoría de los residuos fueron retirados por el camión de restos, que se llevó todas las bolsas depositadas previamente por los hosteleros de locales cerrados o abiertos, así como por parte de comerciantes y vecinos, todas ellas fuera de los contenedores individuales. Los operarios de Urbaser explicaron que, al no estar dentro de recipientes identificativos, no puede saberse qué residuos contienen y, por tanto, va todo a restos. En la noche del viernes, las bolsas depositadas fuera de contenedores superaron a las que estaban en el interior. En los sacos de basura dejados en la calle, con o sin contenedores, había restos, orgánica y envases. Incluso quedaban cartones, que se sacaron después de pasar el camión de Coregal.

PACO RODRÍGUEZ

El de envases circuló por la zona del Franco y A Raíña poco después de las 20.30 horas, y rozando las 22.00 terminaron un servicio en el que retiraron 21 contenedores amarillos de los 56 previstos. La noche del jueves no llegaron ni a los 20. El de Coregal recorrió la zona vieja desde la 20.30 horas, y se marchó alrededor de las 22.00. A partir de esa hora, el casco histórico se lleno de cartones.

Separación en origen casi nula

La separación de residuos en origen es prácticamente nula. En los contenedores amarillos no solo había envases, sino también algún que otro cartón. En las bolsas introducidas en el espacio de envases de la isla de quita y pon del Toural —la única llena— había hasta cáscaras de huevo. Y en la de papel asomaban bolsas con latas de cerveza y botellas de plástico y de detergente. El espacio para restos rebosaba cartones, que también estaban alrededor de la isla junto a varias bolsas de basura. En los depósitos de envases de Fonseca, casi vacíos, había recipientes de porexpán.

PACO RODRÍGUEZ

«Levanto y miro bolsas del suelo por si hay envases»

Solo la buena voluntad de los operarios de la recogida de envases permite incrementar el volumen de este tipo de residuos. En la noche del viernes, los operarios reconocían que aún queda mucha labor didáctica por hacer. En esa jornada los contenedores amarillos eran escasos. «Algunas bolsas sueltas son de envases. Miro las bolsas del suelo, y al levantarlas, se nota que son de plásticos, envases... Y la retiro. Si dudo, la tengo que dejar», explicaba un operario. La sugerencia que más se escuchó el viernes tenía que ver con la conveniencia de que estos residuos se retiren por la mañana, junto al vidrio.

PACO RODRÍGUEZ

«Llevamos la mayoría de los residuos y de todo tipo»

Los últimos trabajadores de Urbaser en llegar a la zona vieja son los del camión de restos. Llegan solo unos 15 minutos después del camión de orgánico, pero en menos de dos van uno detrás de otro. Son conscientes de que el servicio denominado puerta a puerta se lleva «muy poca cosa. Somos los últimos, porque así nos llevamos todo lo que queda». Ellos retiran los contenedores verdes y grises, así como las bolsas que se dejan sin depósito. «Solo tenemos orden de dejar el cartón», explican. La experiencia del vienes deja claro que pocos locales seleccionan y que son muchos menos los que lo hacen bien.

PACO RODRÍGUEZ

«El orgánico no puede venir en bolsa de plástico»

Los operarios del servicio de recogida de basura orgánica hacen su trabajo en un camión idéntico al de restos, por lo que la queja que más veces escuchan es «cómo vamos a saber qué vienen a buscar». Ante las quejas y tensión entre los hosteleros, los trabajadores de Urbaser responden con sonrisas y con explicaciones sobre cómo deben hacer la selección. «Perdemos más tiempo con explicaciones que recogiendo la basura», indican, y lamentan que «no sirve de nada todo lo que se está recogiendo, porque el orgánico no puede venir en estas bolsas de plástico». Solo sería válido si fueran bolsas biodegradables.