Santiago busca turismo «enriquecedor» con control de ruidos y asesoramiento para divulgar más espacios de interés
SANTIAGO
Diez personas invitan a pie de calle y durante 45 días a visitantes y peregrinos a que conozcan mejor la ciudad con un comportamiento cívico
24 ago 2024 . Actualizado a las 21:38 h.El Concello de Santiago inició este viernes la última fase de la campaña de buenas prácticas turísticas Fráxil con el funcionamiento del servicio de bienvenida para informar a visitantes y peregrinos sobre la oferta de espacios y servicios de la ciudad más allá del Obradoiro, la Catedral oficina del Peregrino y las plazas de Praterías y A Quintana.
Diez personas, agrupadas por parejas y con conocimientos de gallego, castellano e inglés, tienen como principal encomienda concienciar al visitante de la fragilidad del patrimonio y del necesario respeto por la población local, sobre todo a la hora de alterar la convivencia con ruidos y grandes aglomeraciones. El grupo trabajará de forma ininterrumpida hasta el 6 de octubre de 9 a 13 horas. Ayer comenzaron la faena a pie de calle una hora más tarde del horario habitual, ya que el primer día incluyó una presentación formal con la alcaldesa, Goretti Sanmartín, y otra pública, en la misma Praza do Obradoiro en un momento en el que este emblemático espacio permanecía especialmente tranquilo.
En este escenario, la regidora reiteró los argumentos municipales para defender la campaña Fráxil. En primer lugar destacó que la campaña «está pensada para a xente que vive aquí, para garantir o equilibro e a convivencia entre as persoas que nos visitan e a veciñanza». El objetivo final, añadió la regidora antes de que el servicio de informadores comenzase su tarea, es «cambiar o modelo turístico, apostar por un modelo turístico de calidade, un modelo que teña un piar na sustentabilidade, no respecto, na concienciación e na sensibilización».
Dar a conocer espacios históricos, ensalzar el Ensanche como zona de compras y divulgar la Ruta de Rosalía desde su lugar de nacimiento, forman parte de la oferta turística que el programa Fráxil está desarrollando.
El uso de sonómetros para medir los decibelios que pueden generar grandes grupos de peregrinos que entran cantando o tocando algún instrumento se complementa con una comparativa de ruidos que van desde lo confortable (sonido de la lluvia) al daño inmediato a la salud (un disparo). Esos ejemplos y muchos más buscan demostrar a estos grupos hasta que punto su forma de disfrutar de la ciudad está generando un problema.
El uso de estos sonómetros y los resultados de las mediciones se van a incorporar al estudio que la USC está realizando por encargo del Concello para analizar el flujo de visitantes, el ruido que soporta la población y la incidencia de la tasa turística, entre otros aspectos. Toda esta información, confirmó Sanmartín, servirá para plantear cambios en las ordenanzas compostelanas y así prohibir o limitar prácticas inadecuadas que ahora no se pueden sancionar porque no hay un marco normativo que lo prohíba.
Una sencilla encuesta, en la que el Concello agradece la colaboración en aras «de un turismo más sostenible y enriquecedor», completa el trabajo de estos informadores, identificados con mochilas y chalecos de color blanco.
El PP ve «incoherencia»
El inicio de la segunda fase del plan Fráxil ha provocado la reacción del PP. La edila popular María Baleato afirma que «os nacionalista levan máis dun ano dicindo unha cousa e facendo todo o contrario. Quéixanse do ruído que fan os turistas, que impiden o descanso da veciñanza, e organizan un concerto nunha das prazas máis céntricas, o que contradí ao espírito e a letra do que, aparentemente, pretenden defender», sostiene. El PP señala que Raxoi podría ayudar a la descongestión del casco histórico ubicando algunas actividades en otros espacios.
«El descanso es fundamental, pero también hay que entender la efusividad de los peregrinos»
Una lluvia engañabobos acompañó el bautizo del grupo de informadores y de bienvenida en una jornada que abarca de 9 a 13 horas y en la que, concluida la presentación, las cinco parejas se situaron en las encrucijadas del Camino y cerca de la Catedral.
En Xoán XXIII el dúo de guías era perfectamente visible, por lo que sus servicios de información y asesoramiento permitieron divulgar el mapa de espacios alternativos a pequeños grupos o parejas, mientras que el equipo instalado en el Obradoiro enseguida se diluyó entre tanta multitud y decibelios. «Gracias, es muy interesante, tomamos nota para el año que viene, que vendremos otra vez», responde a los primeros una joven pareja de Valencia con familia de Ferrol, con la que iban a visitar el casco histórico y sin pinta alguna de que necesitasen la prueba del sonómetro. Interpelar a pequeños y no tan pequeños grupos ocupó sin descanso a la pareja asignada al Obradoiro, a la que también requirieron clásicos servicios de información turística en gallego, castellano e inglés.
En plena plaza, el nivel de ruido pasado el mediodía no dejó de crecer. A la pregunta formulada sobre la necesidad de controlar el ruido a un grupo de más de 50 peregrinos del municipio toledano de Yepes, un trabajador del citado Ayuntamiento, que organizó el viaje con caminata desde Ourense, respondió entre cánticos y percusión de sus compañeros: «El descanso es fundamental y, lógicamente, entiendo a los vecinos, pero también hay que entender a los peregrinos, ¿no? Vienes aquí con mucha efusividad, con una mezcla de sentimientos que yo solo yo creo que se muestran en el Camino. Lógicamente, todo el mundo tiene que comportarse como debe de ser y no hacer ruido en horarios marcados. Pero, ¿por qué no nacer un poco de ruido a esta hora? Es que, ¡Oye, ¡hemos llegado a Santiago!».