Niño de Elche: «El proyecto con Sumrrá me ayuda a superar todavía más mis prejuicios con el jazz»
SANTIAGO
El artista alzará este miércoles el telón del festival Maré en Santiago junto con el trío compostelano
25 sep 2024 . Actualizado a las 04:55 h.20.30 horas • Sala Capitol • 25 euros • El festival Maré alza el telón a su quinta edición en Santiago con el proyecto conjunto de la banda de jazz compostelana y el artista Francisco Contreras, Niño de Elche (Elche, 1985), que la única etiqueta que admite es la de «exflamenco». Antes de ellos se subirá al escenario Su Garrido. No será la única cita del festival ya que también habá una foliada en la Casa das Crechas (22.30 horas) y una sesión con el DJ Panko en Riquela (24 horas).
—¿Cómo surgió la colaboración con Sumrrá?
—Conocí a Luis, el batería (LAR Legido), cuando estuve la última vez actuando en Santiago en el festival Curtocircuíto. Después de un tiempo me contactaron porque por los 25 años de Sumrrá les parecía un buen momento para colaborar con alguien y me lo propusieron. Entendí que era un buen momento para ese encuentro
—¿Le costó mucho aceptar? En alguna ocasión reconoció que el jazz no le entusiasmaba especialmente.
—No es un estilo que me entusiasme, pero llevo años escuchando jazz y conociendo artistas que me interesan. Yo tampoco me muevo tanto por las disciplinas en sí, sino por los artistas que hacen las cosas. En el jazz encuentras a gente muy interesante y que me ha ayudado a superar mis prejuicios. Entonces, era un buen momento para que esta experiencia me ayudara a superarlos más, aún si cabe. Creí que con Sumrrá era un proyecto muy propicio para ello porque, aparte, no hablamos en códigos de flamenco ni de jazz. Hablamos desde otros sitos, de lo que queremos contar, los textos, la poética, las intensidades... No hablamos de estéticas musicales, por lo tanto, eso está más que superado. Cuando colaboro con Sumrrá no estoy colaborando con un trío de jazz ni ellos colaborando con un cantor de flamenco. Es otro tipo de relación.
—En lo que sí se parecen y concuerdan es en el gusto por la experimentación. ¿Es ese el punto de encuentro?
—Claro, ese es el gran punto de unión. Está la curiosidad, el ser cada vez más «desprejuicidiados», el tener interés por contar cosas. Eso nos une más allá de que sus ritmos y mis melodías coincidan en sentido escrito. Eso no es tan importante para mí.
—Este espectáculo ya lo hicieron en más lugares. ¿Qué se encontrará quien acuda?
—Se va a encontrar textos reivindicativos, que tienen que ver con una forma de decir políticamente radical atendiendo a temas cruciales de las problemáticas civiles. Eso era algo que nos interesaba a los dos. Encontrarán mis voces, a Sumrrá en sus sonidos. Pero, más que hablar de lo que se van a encontrar, es decir lo que no van a encontrar. Lo que no van a encontrar es una fusión de flamenco y jazz, lo que no van a encontrar es una coincidencia de ritmo y melodía, lo que no van a encontrar es un producto de «world music».
—«Comencé cantando con los puños cerrados y hoy canto con las palmas y los ojos abiertos», afirmaba en sus redes sociales acompañado una foto de hace años. ¿Cuánto queda del Niño de Elche que empezó?
—En el ámbito estético no quedan muchas cosas. En el ámbito emocional quedan algunos intereses que aún me siguen obsesionando, me siguen ocupando espacio y tiempo. Pero esa foto tiene que ver con una idea de apertura, de empatía, de ampliación de la escucha, de superación de miedos.
—Siempre huye de las etiquetas, pero una que siempre le acompaña es la de exflamenco. ¿Es la única en la que se siente definido?
—El juego de las etiquetas es un juego aburrido, pero siempre se puede encontrar alguna grieta. Entonces, esa etiqueta de exflamenco me servía como un juego para desplazarme de la idea de flamenco, porque esa etiqueta es muy variopinta y amplia y genera muchas confusiones. La creé porque no me gustaba que me etiquetaran como anti-flamenco cuando empecé a hacer experimentaciones, porque no soy anti-flamenco.
—Y ahora ya muy pronto publicará el nuevo disco. El día 11 sale «Cante a lo gitano». ¿Qué sensación tiene?
—Incertidumbre. Mis trabajos discográficos tienen más que ver con una idea fonográfica, esto que es escribir la voz en un disco, como una pieza de fotos. [...] Ahora mismo ya estoy grabando el siguiente. «Cante a lo gitano» tiene que ver con los otros discos que he hecho sobre flamenco.
—¿Cambia mucho la manera en la que aborda el flamenco?
—En él me acerco de una manera muy radical al flamenco. Pero, cuando te acercas de manera muy radical, para los flamencos parece que te estás alejando. Esto es lo que muestra que los flamencos no pueden soportar la radicalidad que el mismo flamenco les propone. Eso es lo que yo siempre he estado denunciando. No escuchan con la suficiente profundidad lo que el flamenco les está proponiendo constantemente. Lo que yo hago es sumergirme en el flamenco. Y hay dos formas de hacerlo. Una es tomando el archivo y creando nuevas realidades, y otra es sumergirte en el flamenco e intensificar su realidad. Este «Cante a lo gitano» es intensificar la realidad de ese flamenco.