Pablo Seoane es un polifacético artesano que lleva décadas impartiendo clases de música tradicional, actuando y dando a conocer a artistas en Lorient
18 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.No nació en una familia con tradición musical, pero la vida de Pablo Seoane gira en torno a ella. Recuerda que su abuelo —camionero de profesión— contaba que, de joven, tocaba el acordeón, aunque ni él ni su padre lo llegaron a ver nunca en acción. La infancia de este teense transcurrió en Cacheiras y con 8 años se apuntó a las escuelas de música tradicional de la asociación cultural Rosalía de Castro. «Metinme niso porque ían todos os meus veciños e, curiosamente, fun o único que me dediquei á música», indica este conocido y polifacético gaiteiro de 49 años que dedica sus mañanas a fabricar panderetas y otros instrumentos de percusión.
Tiene su taller artesanal en la que era la casa de sus abuelos, en Vilar de Calo, a cinco minutos de la suya. «Puiden haber tirado pola fabricación de gaitas, pero víao moi complicado. Había xa moi bos artesáns e eu aprendín o oficio cun mestre que fai instrumentos de percusión en Lavacolla, Sanín. Empecei a traballar con el no 98. E, máis tarde, tiven a oportunidade de montar o meu propio obradoiro na casa familiar, que é especial para min porque botaba nela moitas fins de semana e os veráns de pequeno. Comecei ao principio aproveitando os cubertos e tivemos que ir ampliando o espazo», explica un artesano que, como autónomo, se ve obligado a ser metódico en sus horarios para no desatender todas sus ocupaciones.
Pablo pasó de ser alumno de las escuelas de Rosalía de Castro a uno de sus profesores, impartiendo clases de gaita, acordeón, pandereta o baile tradicional no solo en este, sino también en otros muchos rincones de Galicia. «O ano pasado fixen 25 anos no concello de Santa Comba e son mestre tamén na asociación Ximiela de Louro (Muros) e na asociación cultural San Xoán de Calo», destaca un docente que es, a su vez, proveedor de instrumentos habitual entre su alumnado. Y, aparte de atender este mercado de proximidad, sus panderetas han viajado hasta lugares remotos: «Témolas enviado ata EE.UU., Xapón, México, Costa Rica ou Noruega; sobre todo a xente vinculada a centros galegos ou a amigos do Camiño de Santiago». Constata que cada vez se llevan más las panderetas personalizadas y recuerda que antes había una o dos por aldea «que rulaban polas casas. Hai que ter en conta que os que as fabricaban eran quenes facían as nasas. Había moi poucos artesáns que se dedicaran a isto. Aquí en Santiago había un, que o chamaban O vello de San Lourenzo».
En su faceta artística, Pablo Seoane aprendió a tocar la gaita con Lois Mouriño y Gabi Mujico. Como músico, ha publicado tres discos y un libro propio con ejercicios específicos y 150 partituras para gaita (O toque pechado), sin contar con todas las colaboraciones en otros álbumes y publicaciones. Al margen de su agenda particular, suele dar conciertos didácticos en colegios y escuelas de infantil. Este contacto directo le permite afirmar que «hai bastante canteira para a música tradicional entre a xente máis nova» y observa que existe un nuevo perfil de gente, adultos de unos 30 o 40 años que nunca habían tocado un instrumento, y se están acercando ahora al tradi.
El Seoane gaiteiro también es conocido más allá de nuestras fronteras. Lleva participando desde el 2000 en el Festival Intercéltico de Lorient (Francia) y, a partir del 2013, se convirtió también en delegado nacional y responsable de la selección de artistas que participan esta cita, un evento de referencia a nivel internacional dentro del folk. «Encárgome de recopilar as propostas que mandan os artistas no prazo de tempo que se pon para que as envíen. E, en novembro, temos unha reunión coa xente responsable do festival e, entre eles e máis eu, eliximos quen vai cada ano», aclara.
Su mujer, María Mayo, imparte también clases de baile y pandereta. Se conocieron siendo ambos profesores. Con dos hijas, una 10 y otra de 13 años, comenta él que la mayor sigue sus pasos en la música tradicional: «Gústalle moito tocar a gaita, dáselle moi ben, e tamén baila e toca a pandeireta. Lía acompañábame as clases e foi aprendendo pola súa conta. A pequena tamén apunta maneiras, pero ten que ir buscando o seu propio camiño e por agora mostra máis interese por outras cousas». En este sentido, Pablo repara en que el fútbol siempre ha sido el eterno enemigo de la música tradicional entre los más jóvenes, aunque él se guarda un as en la manga cuando los más pequeños le plantean esta disyuntiva y les muestra una foto que lleva en el móvil de cuando era joven y jugaba en el Compos, una afición que nunca colisionó con ser gaiteiro.