La fantasía llevada al cabello por una joven de Compostela que supo dar la vuelta a la tortilla con su TDAH

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

«Magic happens inside», dice el felpudo a la entrada de Hairwitch Studio, la nueva peluquería de autor abierta en Santiago de Chile. Detrás del negocio está Ángela Rey, compostelana que explica que el nombre viene de la relación de su ciudad con las meigas y esotérico, «y porque yo siempre he sido un poco brujilla y creepy».
«Magic happens inside», dice el felpudo a la entrada de Hairwitch Studio, la nueva peluquería de autor abierta en Santiago de Chile. Detrás del negocio está Ángela Rey, compostelana que explica que el nombre viene de la relación de su ciudad con las meigas y esotérico, «y porque yo siempre he sido un poco brujilla y creepy». SANDRA ALONSO

Ángela Rey, de 29 años, especialista en color y acaba de abrir su primera peluquería en su ciudad natal

27 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Perdona si me disperso un poco, tengo un TDAH como la copa de un pino», se disculpa Angela Rey nada más entablar conversación. Hace solo 5 años, a sus 24, le puso nombre a su trastorno por déficit de atención e hiperactividad, aunque es algo con lo que convive desde la infancia. «Tuve muchas dificultades desde pequeña, pero he sabido potenciar lo bueno que conlleva y creo que tener un trastorno como este no tiene por qué ser del todo malo», reivindica la peluquera compostelana.

Empezó a sus estudios de peluquería con 18 años en la academia de Elena Cabo, Olympia, aunque reconoce que a esa edad todavía no tenía claro si se quería dedicar a este oficio. Su primer empleo fue en un salón de belleza low cost. Luego, relata, «fui sacándome las castañas del fuego yendo de peluquería en peluquería. Con los años conocí distintas formas de trabajar y fui creando mi propio concepto de lo que realmente me gustaba». Ángela es especialista en balayage y fantasía. Y, aunque ha hecho mucha peluquería de reparación, «de la te pones mechas porque se te ven las canas, para taparlas», ella se distingue por un trabajo más arriesgado que no pasa desapercibido: melenas rosa pastel, media cabellera azul y la otra mitad morada, color block... Esa se ha convertido en su marca y es la receta mágica con la que ha conseguido darle la vuelta a su TDAH.

«Pienso que la peluquería va evolucionando y los protocolos y técnicas de antes eran algo a lo que no acababa de adaptarme. Trabajando para otros tenía mucha presión en cuanto a seguir unos protocolos, unos tiempos, unos pasos, con poco margen para la creatividad... y yo, que soy bastante despistada y me manejo dentro de mi propio caos, lo llevaba mal», cuenta. Ahora que Ángela ha dado el paso de convertirse en su propia jefa trabaja con mucha más libertad y saca partido de sus potencialidades en Hairwitch, una peluquería de autor que abría sus puertas a comienzos de este mes en la rúa Santiago de Chile: «Nadie se pone el pelo de color fantasía o rubio platino porque sea una necesidad. Son servicios caros, pero dedico a cada uno muchas horas de manera personalizada, con unos productos y técnicas que he ido perfeccionando después de muchos años de formación. Aquí estoy yo sola, trabajando para una sola persona. Soy sincera y profesional con mis clientas, entienden que en mi caos hay un orden, y mi trabajo habla por mí... a la vista están los resultados. Cuando hay algo que me interesa como esto tengo la capacidad de hiperfocalizar y soy extremadamente perfeccionista. No paro hasta que quede como yo quiero, aunque pase cinco, siete o nueve horas para conseguirlo. Sé que esto no es para cualquiera y a muchas personas le gusta, pero no están dispuestos a estar tantas horas en una peluquería. Sin embargo, sí hay gente que aprecia el resultado independientemente del precio o tiempo que tenga que invertir. En estos 7 años de profesión ha habido muchas personas a las que les ha gustado mi trabajo y me han seguido hasta aquí», relata esta picheleira, «e orgullosa de selo» —apostilla—, para la que su abuela (Mariluz) siempre ha sido su ejemplo de mujer emprendedora y empoderada.

«Ella se dedica al reparto de publicidad y buzoneo. Se encarga de distribuir a los trabajadores, y si algo falla, ella coge el carro y se pone a repartir como la que más. Es una muy persona decidida», explica Ángela, quien subraya que la vena empresarial la comparte asimismo con su padre, profesional de la electrónica. «Toda mi familia es bastante inconformista. Mi madre trabajó toda la vida en una empresa y aspiraba a más. Con más de 40 años se sacó unas oposiciones y a día de hoy es funcionaria. Pocos de mis familiares hay que se hayan quedado estancados», añade. 

El recibimiento de Hairwitch Studio, dice su dueña, «ha sido espectacular. Recibo llamadas todos los días y tengo casi todo este mes cerrado». Hacer algo diferente a lo habitual, reflexiona, «también ayuda, porque hay gente que busca este tipo de servicios y le da miedo probar en una peluquería convencional. Muchas no muestran sus trabajos en redes sociales, algo que a mí me ha dado bastante visibilidad, junto con el boca a boca».

En su peluquería trabaja con cita previa, de lunes a viernes, entre las 10 y las 20 horas. En cuanto al perfil de su público, indica que la mayor parte tiene entre 15 y 50 años, un rango amplio que tiene que ver más que con la edad con la juventud mental. En cualquier caso, aclara Ángela, «yo me adapto a cualquier tipo de servicio, siempre que pueda hacerlo. Por ejemplo, si viene un chico que quiere que le haga algún trabajo muy específico que no controlo de barbería, prefiero derivarlo a un compañero, que hay muchos y lo hacen muy bien. Mi objetivo no es hacerme rica con esto. Me doy por satisfecha con que todas las personas que pasen por mis manos salgan de aquí contentas y que reciban un servicio de calidad», proclama una mujer que en su estética y espíritu tiene cierta influencia de Tim Burton, «en esa vista de un niño que se siente un poco creepy».