«Cuando me corté la melena y me vi como un chico, supe que ya era yo»

emma araújo SANTIAGO / LA VOZ

AMES

Xoán A. Soler

Eric Gómez, joven trans, afirma que «fuera del armario se vive mejor que dentro»

02 jun 2019 . Actualizado a las 09:59 h.

Eric Gómez tiene 16 años. Estudia cuarto curso de ESO en O Milladoiro (Ames) y al igual que el resto de jóvenes de su quinta estos días está preparando sus últimos exámenes para el salto a bachillerato, un cambio que confía dar en Santiago, en la especialidad de Artes, ya que su idea es estudiar diseño gráfico.

Lo único que distingue a Eric de buena parte de las personas de su edad es que en su DNI aparece una foto que no le representa, con una melena que ha desaparecido y un nombre de mujer que su madre escogió hace años pero que no le define desde hace tiempo. No tiene muy claro desde cuando, pero tanto él como su madre, Natalia Gómez, recuerdan como a finales de octubre del año se produjo una conversación que lo cambió casi todo, menos el amor incondicional de una madre y la consiguiente preocupación de que a sus cachorros la vida les venga de cara.

«Mamá, creo que soy trans», le dijo tras sentarse en la cocina. Y ella, incrédula, le preguntó por qué había llegado a esa conclusión. «Sabía que no era una niña considerada femenina, pero yo tampoco soy una mujer que responda a estereotipo, pero no tenía ni idea de lo que le pasaba», explica. Y eso que con le fue dando alguna pista inconsciente, creándose, por ejemplo, perfiles masculinos en Instagram.

Tras las palabras de Eric estaban años de minuciosa investigación, ya que las dudas sobre su género comenzaron sobre los doce años. «En ese momento, cuando empiezas a desarrollarte y tu cuerpo comienza a generar hormonas ves que algo no encaja», recuerda Eric. Y como cualquier común de los mortales se fue a Internet y allí encontró muchas preguntas pero también muchas respuestas, dándose cuenta que no estaba solo en esa incertidumbre.

Su investigación siguió siendo solo suya hasta hace siete meses. «No lo conté antes porque no sabía qué me pasaba, necesitaba encontrar la palabra que me definiese a mí mismo y así poder expresarla».

Cuando se lo dijo a su madre, ella le respondió con una pregunta retórica: «¿Qué hacemos?» porque enseguida comenzó a investigar, también en Internet. Ella ya conocía a colectivos como Arelas, la Asociación de familias de menores trans, en donde les explicaron los pasos a seguir y que había un protocolo aprobado por la Xunta para aplicarlo en el ámbito educativo.

Con esta hoja de ruta, tras explicar la situación en el centro psicopedagógico al que ya acudía el joven, la progenitora presentó en el instituto la documentación para aplicar este protocolo. Y todo fue sobre ruedas.

ERIC GÓMEZ Y SU MADRE NATALIA
ERIC GÓMEZ Y SU MADRE NATALIA XOAN A. SOLER

En paralelo, ambos intensificaron un camino de complicidad y conocimiento de cuales eran las opciones para su desarrollo. Y como si fuese un cabeza de familia primerizo, Eric buscó nombres de niños. Y de los típicos listados en los que aparece Martín, Pablo, Roi o Mario, se topó con el suyo. Eso sí, terminado en c.

Eric comenzó hace dos meses con el tratamiento hormonal para iniciar la transformación de su cuerpo. En este tiempo reconoce que se siente «genial», que su entorno lo ve como lo que es, y que la testosterona no le genera ningún efecto secundario, lo que es una muy buena noticia, porque para cambiar su sexo en el DNI debe hormonarse.

Testosterona aparte, este maduro adolescente recuerda a la perfección el momento en el que ese desequilibrio entre quien eres y lo que ves se diluyó: «Tenía el pelo largo. Y cuando me corté la melena y me vi en el espejo, ya como un chico, supe que ese que veía era yo».

De su futuro lo único que tiene muy claro es que quiere participar como activista en movimientos trans. Como primer mensaje dice que «se vive mucho mejor fuera del armario que dentro» y que hay muchas personas que no quieren hormonarse. También recuerda que «fueron las mujeres trans la que iniciaron la lucha el día que ahora es el del Orgullo» y que ellas «lo tienen mucho más difícil que nosotros».

«Ahora es una persona más abierta y feliz», afirma su madre

Natalia Gómez considera que uno de los problemas que tienen las personas trans es el desconocimiento. Ella, vinculada a una asociación de padres, cree que tantas lagunas se subsanarían con la única herramienta que puede mejorar el mundo: la educación. «Si cuando en clases de biología les explican el aparato reproductor de los hombres y las mujeres, ya deberían enseñarles que el sexo está en el cerebro y no en los genitales», afirma.

Para los adultos también reclama formación. «Como madre sabes que tu hijo puede ser gay, pero no te planteas que sea trans. Si yo tuviese presente esa posibilidad, me habría dado cuenta y lo hubiese ayudado antes», añade.

Pese a este lamento, Natalia ve en su hijo todos los sinsabores de la adolescencia pero «ahora es una persona más abierta y feliz. Es mucho más fuerte para enfrentarse a las cosas. Sé que tendrá los mismos problemas que todo el mundo y también alguno más porque es trans».