El final feliz del cuento de Noelia, 9 años después de ser apuñalada en Boqueixón
BOQUEIXÓN
La boqueixonesa que casi muere a manos de su exnovio reescribe su historia con el hombre que le enseñó «que é o verdadeiro amor»
20 sep 2024 . Actualizado a las 11:31 h.Se casaron, vivieron felices y comieron perdices. Es el final feliz de los cuentos de Disney que veía de niña Noelia Míguez Vázquez, como tantas otras, y con el que siempre soñó esta boqueixonesa. Sobra decir que se puede ser muy feliz sin pasar por el altar ni cenar presa de caza, pero a ella le tocó ser la protagonista de una novela negra, un subgénero llamado violencia machista. Cuando tenía solo 22 años, en el 2015, su exnovio le asestó ocho puñaladas que la tuvieron debatiéndose entre la vida y la muerte. Muchas historias como la suya terminan así, engrosando el número anual de víctimas de feminicidios. Noe (o Dorinda, como también la conocen sus seres queridos) sobrevivió, consiguió recomponerse y conocer el verdadero amor. Pablo Ferro, un brionés empadronado ahora en Boqueixón, supo acompañarla, quererla y apoyarla en su largo viaje de curación —física y mental— tras aquella relación insana.
Acabaría siendo la propia Noelia la que le pidió a él matrimonio en Camporrapado, en medio de la presentación de Ocho Señales. Cuestión de vida o muerte (el libro en el que narra todo lo que aguantó con su expareja hasta su ingreso en la uci, así como los miedos y problemas de distinta índole que tuvo que afrontar después de aquello). Algo menos de 2 años pasaron desde entonces y este mes sellaban su compromiso el conductor de ambulancias y la auxiliar de enfermería del CHUS, en una bonita y emotiva ceremonia celebrada el 7 de septiembre en O Xardín das Termas (Cuntis) oficiada por una persona muy cercana, Luis Mareque, concejal de Boqueixón al que Noe considera parte de su familia. El edil destacó, en su primera boda civil como oficiante, que «a túa capacidade para levantarte e seguir para adiante é unha inspiración para todos nós».
Un padre que casi pierde a su única hija (Manolo, zapatero del barrio compostelano de Sar) la acompañó hasta el altar; y unos amigos que la han visto renacer lloraron de nuevo por ella, esta vez lágrimas de felicidad. Allí lloró hasta el apuntador, emocionados, por todo lo que había detrás de ese momento. En el ramo, la novia llevaba unas medallas con las fotografías de sus abuelos maternos y el abuelo paterno, ya fallecidos. «Quería que estivesen presentes neste momento», explicó, al tiempo que agradeció el esfuerzo que hicieron algunos de los invitados con problemas de salud para poder estar ese día con ellos. Su relación, tal y como recordó la treintañera en sus votos, comenzó con una «amizade tonta, que foi abríndose paso nos nosos corazóns. Foi capaz de debuxar no meu corazón estrelas e así tapar esas cicatrices que case acaban comigo. Ensináchesme que era o amor verdadeiro, a volver a confiar nos homes, porque sabemos todos que os homes sodes marabillosos, e a chorar da risa e non da pena [...]. Todavía recordo o día que coindicin por primeira vez contigo na casa de Juan. Nesa comida á que fun de casualidade, porque ganas tiña poucas. Ali estabas, sentado ao fondo da mesa, cunha camiseta amarela, e sen sabelo estábame cruzando co amor da miña vida».
También recordó que no fue «un camiño fácil», su primer beso en Sanxenxo, el inicio de 7 años de relación (3 de ellos, conviviendo bajo el mismo techo) y el último revés que superaron juntos, cuando a ella le diagnosticaron esclerosis y quiso dejar la relación porque creía que él «merecía unha moza san e non unha á que o día de mañá tivese que empuxar nunha cadeira de rodas... Pero non, mentres o meu mundo se caía, ti decidiches quedar ao meu lado a reconstruílo porque, como me deixaches claro, o amor trata diso... para o bo e para o malo. E, se tocaba comprar unha cadeira de rodas, sería a máis potente e co mellor motor do mercado».
El novio, por su parte, le dio las gracias a su actual esposa «por aparecer na miña vida e decidir quedarte nela, e decidir loitar ao meu lado ata que chegara a este momento, porque eu ámote [...]. Desexo para nós una vida feliz, que logremos cada un dos propósitos que temos en mente, que avancemos xuntos, da man, como ata agora, que sigamos sendo apoio mutuo. E, sobre todo, desexo compartir contigo cada minuto da miña vida», pronunció ante los más de 150 invitados. Entre ellos había muchos compañeros de trabajo (de urgencias, de neonatos, del servicio de transporte medicalizado...) y la temática sanitaria fue también protagonista en la fiesta, que incluyó desde unos chupitos de bienvenida encapsulados en jeringuillas hasta una planificación de los asientos del banquete en la que el nombre de cada asistente figuraba en un bote con pastillas de caramelo, asignados a mesas con nombres ficticios de medicamentos (Bodorriol, Seximucil, Antirresacol...).
Obsequios solidarios y sorpresas
Entre otros obsequios, los invitados recibieron como recuerdo una pulsera solidaria violeta acompañada de una tarjeta: «Hemos querido colaborar con un proyecto que está cerca de nuestros corazones y que la Federación Pola Igualdade das Mulleres da Provincia Pontevedra (Femupo) hace posible: brindar horas de apoyo psicológico a mujeres que han sido víctimas de violencia de género o están en situación de vulnerabilidad. Esta pequeña contribución representa nuestro compromiso de hacer del mundo un lugar mejor y del cual os queremos hacer partícipes». Entre los asistentes estaba la presidenta de Femupo, Raquel Touriño, quien en los aperitivos comentaba las pocas ocasiones en las que pueden celebrar con las mujeres que han sido víctimas un momento tan feliz como el que se vivió en Cuntis. Ella y sus compañeras se convirtieron en mucho más que un apoyo para Noelia, son parte de esa segunda familia que la ha estado arropando tras su agresión, decidida voz a todas aquellas que no pudieron sobrevivir al maltrato por parte de sus parejas con su aplastante y cercana sinceridad, aderezada con un humor negro que huye de los victimismos.
La feliz pareja se encuentra ahora disfrutando de su luna de miel, embarcada en un crucero por Italia y Mallorca, recordando un día muy especial en el que recibieron grandes dosis de amor por parte de allegados. No faltaron los bailes sorpresa de los amigos y amigas (alguno más logrado que otro) y hasta unos fuegos artificiales que les regalaron a los recién casados. Hasta el tiempo se puso a favor y, aunque el pronóstico amenazaba con aguar la ceremonia al aire libre, brilló el sol. Muchos tuvieron incluso que echar mano de los abanicos, paipáis y sombreros que tenían preparados los novios para los invitados, por si era necesario. Todo salió a pedir de boca para empezar un nuevo capítulo de una historia que no acaba en boda, sino que continúa. Ahora es un cuento de amor verdadero.