Los años nuevos de Brasi

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

BOQUEIXÓN

Antonio Fernández Varela, más conocido como Brasi.
Antonio Fernández Varela, más conocido como Brasi. PACO RODRÍGUEZ

El cumpleaños de este vecino de Boqueixón es el 31 de diciembre, de niño lo celebraba en pleno verano en Brasil y ahora se solapa con la fiesta de Año Nuevo un día que «para min é moi especial», dice

31 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hoy el teléfono de Brasi hecha humo. Además de todos los mensajes deseándole buena entrada al Año Nuevo, a él le llegan también las felicitaciones por su 51 cumpleaños. Este sociable vecino de Boqueixón nació un 31 de diciembre, al igual que Óscar, el protagonista de la serie Los años nuevos (Movistar +) que narra una relación de pareja a través de sus Nocheviejas. Si Sorogoyen se hubiese inspirado en Brasi, los primeros capítulos habrían transcurrido en Brasil, donde residió hasta los 7 años. 

Hijo de un boqueixonés, de Sergude, y de una estradense emigrados, hizo con ellos un viaje a Galicia en agosto del 81 que debía durar 20 días, pero aquel chaval decidió que no quería volver a su país natal, a pesar de que perdía el billete de regreso y su hermano mayor se quedaba al otro lado del charco. Desde entonces, a Antonio Fernández Varela (al que muy pocos llaman por su verdadero nombre) se le solapan las celebraciones en un día que «para min é moi especial», dice. «En Santos [ciudad costera del estado de São Paulo] isto das badaladas e das uvas non se levaba. Sendo os meus pais galegos, nós si que o festexabamos algo máis, pero o normal é facer unha comida familiar e pouco máis. Lévase moito o pavo, porque está moi americanizado, con piña ou outras froitas tropicais... sendo alá pleno verán, non prestan as comidas pesadas», explica.

Su octavo cumpleaños fue ya en la aldea en la que sigue morando hoy (donde construyó una casa su padre, quien curiosamente nació un 6 de enero), Deseiro de Arriba. Allí descubrió un mundo nuevo: «Pasei de vivir nunha cidade que podería ter 2 ou 3 millóns de habitantes naquela época, con avenidas enormes, a unha aldea pequena na que había só 2 canais na tele... e viña dun lugar onde habería uns 80 coas cadeas privadas. O que máis me gustou disto foi a tranquilidade e a liberdade de poder xogar na rúa sen medo. En Brasil era perigoso que un neno saíra só da casa e aquí marchaba cos meus primos ao río e xogaba ao fútbol en medio das vacas». Uno de sus mejores regalos, fue el que le hizo su padre con 16 años. «Deume diñeiro para comprar unha moto e estreeina con 17, claro. Daquela movíame en bicicleta», recuerda un hombre que tiene su propio ritual para el día 31 de diciembre, el único día del año en que desayuna un chocolate con churros (algo que no hace ni el 1 de enero, como el resto del mundo) y normalmente va a tomarlo a un bar de la aldea que tiene su primo. Por la tarde, se suele reunir con su pandilla en la taberna del pueblo, va luego a cenar y tomar las uvas —desde que falleció su padre lo celebra con unos amigos en Piloño, Silleda— y al acabar salen a festejar como todo buen hijo de vecino, por partida doble en su caso.

Aunque tocó muchos palos en el ámbito laboral, Brasi ejerce hoy como técnico en emergencias sanitarias y desde el 2017 conduce ambulancias, haciendo traslados programados (llevando a consultas, diálisis, tratamientos de quimioterapia y radioterapia, desplazados entre hospitales, etcétera). Solamente un año trabajó en Nochevieja, «a miña relixión non me permite traballar nestas datas», comenta entre risas. Lo hizo en de forma excepcional en aquella ocasión para cubrir a una colega, y le tocó atender las urgencias. «Ese día as compañeiras que estiveron comigo regaláronme un chaveiro e trouxeron elas a cea», rememora el que fue técnico y locutor de la radio municipal de Boqueixón entre el 95 y el 98, cuatro años en los que fue cómplice de los amoríos locales entre dedicatoria y dedicatoria musical.

De aquella época le viene el apodo de Brasi, que él mismo se puso como sobrenombre radiofónico. «Dj Brasi chamábame», comenta con voz rimbombante y entre risas. Asegura que a día de hoy todavía hay quien lo reconoce por su voz y explica que, a pesar de ser una radio local, al tener la antena en el Pico Sacro, el alcance era tal que tenían hasta dos oyentes que eran taxistas en Vigo, además de otro que solía trabajar en Lavacolla y pedía todos los días la misma canción de Manolo Escobar. «Facía o apoio técnico polas mañás ao director, Abelleira, e eu tiña un programa pola tarde un pouco máis gamberro. Chamábannos para dedicar un tema a Fulanito porque estaba de aniversario ou a Fulanita porque estiveran xuntos ese fin de semana e quedara prendado dela», revela un locutor aficionado que hizo de celestino y ayudó con alguna de esas dedicatorias a formalizar parejas que siguen juntas a día de hoy. No se imaginaba el alcance que tendrían, y menos al principio, admite: «Fixemos o primeiro ano un programa en Noiteboa, de 22.00 a 2.00 horas, pensando que non nos ía escoitar nin o Tato e foi un despelote. No teléfono en directo entraron cerca dun cento de chamadas». «Foron uns anos moi divertidos», concluye un hombre positivo y amigo de sus amigos, al que le cuesta bastante decir que no. 

Su primer empleo, indica, «foi con 15 anos, cunha autorización firmada do meu pai, traballando nunha fábrica de aluminio que está en Vedra pola que pasou practicamente toda a xuventude da miña parroquia». Y, a nivel municipal, también fue miembro del grupo de emergencias del Concello de Boqueixón (al principio llamado Gemir, luego Grumir y, más tarde, fue uno de los fundadores de la agrupación de voluntarios de Protección Civil, de la que hoy es vicepresidente). Y, algo que pocos saben, es que hizo sus pinitos también en la tele local presentando un noticiario humorístico. «Ía falando coa xente máis divertida das parroquias», apunta.