A Cabana de Padrón recrea el ambiente del hogar con muebles que ceden los clientes

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

PADRÓN

Merce Ares

Los comensales aprovechan los sones latinos en la sobremesa para marcarse unos pasos de baile

13 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Una de las pocas cosas buenas que está dejando esta larga pandemia es descubrir la gran ventaja de disfrutar del aire libre y de los espacios amplios en compañía de los amigos y en un ambiente seguro. En la carretera N-550, a la altura de Cruces (Padrón) y en dirección a Santiago, hay uno de esos locales que sorprenden en la distancia corta y despistan en la larga. Se trata de la Taberna A Cabana, y merece la pena hacer un alto en el camino para descubrir un local diferente. La primera impresión es que se trata de un albergue de peregrinos y poco más, pero nada más lejos de la realidad. Es un albergue para peregrinos. De hecho, el Camino Portugués pasa junto al local, pero en A Cabana hay mucho más. Caballos, gallinas y hasta una huerta ecológica. Tras esta sorpresa, la siguiente está dentro de la antigua nave industrial acondicionada como local de hostelería. Luciano Montero presenta su taberna como un lugar «para estar tranquilo y relajado. Es como estar en el salón y en el comedor de casa», indica. Las mesas y las sillas «fueron donadas por clientes», y son conjuntos idénticos a los que puede tener cualquier persona en su casa. Varios chineros con loza donada, estantes llenos de libros y enciclopedias que salieron de los desvanes de amigos completan una decoración que convierte al local de Luciano en un lugar no solo para ir a comer, sino también para visitar como si fuera un museo. En las paredes cuelgan fotografías que acercan la cultura gallega a los que visitan A Cabana. En su amplio comedor interior y en su terraza exterior hay mesas y sillas para unas 100 personas sentadas, «guardando distancia para que la gente esté cómoda». Desde su apertura en el 2018, el local ha ido haciéndose un hueco entre los lugares más originales para pasar el día. Además, después de comer, los comensales tienen una excusa perfecta para alargar la sobremesa. Y es que en A Cabana, al aire libre, suenan ritmo latinos que invitan a bailar. Luciano explica que, tras el parón por la pandemia, «empiezan a llegar peregrinos. Aún pocos, aunque ya hay muchos de Alemania e Italia, y por supuesto de Portugal. Llegan irlandeses, holandeses y franceses, que prefieren un Camino menos saturado».

PACO RODRÍGUEZ

Gourmet en A Raíña

La principal zona de vinos de Santiago, A Raíña, fue el lugar elegido por Daniel Otero para su primera aventura empresarial. Es O Cotiño, un comercio que ofrece una selección de productos gallegos gourmet que no solo atrae a visitantes, sino también a los compostelanos. Daniel contó con la colaboración de Elisabeth Castro, sumiller del Mesón do Campo de Vilalba y elegida la mejor del 2018, para seleccionar los vinos que vende el local. «Queríamos bodegas pequeñas. Menos comercializados, pero de calidad», explica. En su establecimiento ofrece mermeladas, mieles, dulces y licores de Galicia, y preparan paquetes presentados en peneiras, así como un café procedente de Brasil y tostado en Galicia. En las pasadas Navidades «las peneiras tuvieron buena acogida como regalo alternativo. Se nota que la gente necesita cosas distintas», destaca.

Sandra Alonso

Las Patelas, en Santiago

El obrador artesano de Chus Sande, con la colaboración de sus hijos Carlota, Cristina y Hugo Fernández, ha desembarcado en Montero Ríos. Dalia y Carmen ofrecen una selección de las Patelas que triunfan en O Milladoiro. Son empanadas sin tapa y de bordes rellenos. Las hay de churrasco con chorizo y pimientos; de tomate, puerro, calabaza, calabacín y champiñones con queso de Arzúa, y muchas más. Son empanadas y empanadillas de rellenos diferentes, y una selección especial de repostería.