Queman la bandera italiana de una pizzería de Padrón: «Dá bastante medo»

Juan María Capeáns Garrido
juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

PADRÓN

CEDIDA

Los propietarios de Fogar Italiano denuncian una escalada de actos de «odio» con su negocio como objetivo

18 dic 2024 . Actualizado a las 05:05 h.

Dulce como sus piadinas y ligeramente amargo como un trago de Spritz. Así está siendo la experiencia empresarial de Cristina Dopazo y Giuseppe Pileri, una gallega y un siciliano que en el 2016 montaron una exitosa pizzería en el centro de Padrón, Fogar Italiano. Exitosa, sí, porque en el pueblo se sienten queridos por su comida y por su profesionalidad, y reconocidos por una clientela fiel a la que han tratado de mantener ajena al calvario que están sufriendo en los últimos meses.

Por coincidencia cronológica es difícil desligar todo lo que les está ocurriendo de una decisión familiar como fue adquirir la casa que está a unos metros de su actual local alquilado, en el número 8 de la calle Ferreiros, con el objetivo de trasladar allí el negocio y su vivienda. Precisamente en este inmueble se produjeron los hechos que han colmado la paciencia de la pareja y de sus trabajadores, ya que para celebrar y promocionar la nueva sede, que se encuentra en obras, habían colocado una bandera italiana en lo alto del andamio, un homenaje a la enseña que se repite en cualquier restaurante italiano del mundo. Este fin de semana alguien se preocupó de trepar, arrancarla y quemarla. Para Cristina Dopazo, esa acción vandálica con tintes «xenófobos» ha supuesto traspasar un límite, «porque xa dá bastante medo e non podemos máis. Que é o seguinte, que queimen a casa?».

Destrozos y toldos rajados

En el Concello de Padrón y en la Guardia Civil son conocedores de este hecho que no pasaría de gamberrada anecdótica si no fuera el último de una serie de «actos vandálicos contra nós», dice convencida la propietaria. El listado, que también manejan las autoridades, es largo: que aparezcan orines por las mesas y sillas de la terraza es habitual; en una ocasión todas las macetas del exterior quedaron destrozadas; en otra, los toldos rajados; vasos estrellados contra la fachada, colillas esparcidas con toda la intención... Un goteo de situaciones que denotan «odio», dice Dopazo, que no cree que ningún otro negocio o familia del entorno esté sufriendo como ellos.

Tras relatar emocionada lo que han aguantado en los últimos meses, coge fuerzas para ofrecer su interpretación: «É evidente que molestamos a alguén, porque isto non é normal». Giuseppe, su marido, toma la palabra para explicar que están satisfechos con la marcha de un negocio que han montado con mucho esfuerzo «porque non nacín rico, veño dunha familia siciliana pobre e traballadora», dice con un meritorio gallego. Y no comprende este ensañamiento que, insiste, ha coincidido con la reforma de la nueva propiedad, que mantiene la calle vallada y con las incomodidades en la vía pública propias de estas actuaciones. Pero lanzan una advertencia: «Imos ampliar o negocio. Encántanos facer pizza e temos moitísima ilusión, pero queremos que todo isto que ocorre en Padrón se saiba», concluye Cristina con rabia.