Cada curso la misma asignatura: mediados de diciembre y ya no hay sitio en las bibliotecas de la USC en Santiago
VIVIR SANTIAGO
Los estudiantes esperaban soluciones para este cuatrimestre, después de lo prometido por la USC a finales del pasado, pero se encuentran con la misma realidad de todas las temporadas de exámenes
06 ene 2023 . Actualizado a las 19:04 h.El pasado 24 de mayo, en un reportaje a página completa, La Voz se hacía eco de los problemas que tenían los estudiantes para encontrar sitio en las bibliotecas del campus sur, concretamente en la biblioteca Concepción Arenal, la Conchi. En esas mismas líneas, Xavier Ferreira, el gerente de la Universidade de Santiago (USC), afirmaba que para la siguiente convocatoria (la presente que comienza a examinar en diciembre) el colapso en los centros de estudio no se podía volver a repetir y se comprometía a «buscar unha solución».
Una de las propuestas que hacía en ese momento el Rectorado era, además de la de ampliar plazas, la de mejorar la movilidad. De esa manera se podrían cubrir con más facilidad los puestos de las bibliotecas del campus norte, menos a mano de un colectivo estudiantil que se concentra en el Ensanche. Con unas bibliotecas que siempre se quedan pequeñas (hay ejemplos en la hemeroteca de La Voz del año 2006, del 2012, del 2019...) y un sistema de transporte público que hace aguas, ¿han llegado las soluciones, tan siquiera en forma de mesas y sillas, para los universitarios compostelanos?
Hay un elemento, este invierno, que es novedad sobre el tablero: la factura eléctrica. En el 2018 la USC pagaba anualmente por la energía que consumía unos 3,5 millones de euros. En esa fecha se incorporó a Redexga, la Rede de Enerxía da Xunta de Galicia que, calculaban, podría alcanzar pasados cinco años un ahorro de 45 millones de euros. Para el 2022 habían fijado una partida presupuestaria de 4,9 millones, que se incrementó en 1,3 más por la inflación galopante a nivel europeo. Para el 2023 el gasto se dispararía a los 10,9 millones y la USC tomó medidas, como reducir los horarios de las facultades o cerrar todos los edificios que no sean imprescindibles durante las vacaciones navideñas.
Los gastos de la Universidade se disparan, sí, y los estudiantes son conscientes de ello. Son una generación comprometida con el medio ambiente y saben que hay que apretarse el cinturón, llevan toda su vida haciéndolo, pues han encadenado una crisis económica en la siguiente sin recordar lo que es vivir en una época de bonanza. Pero eso no quita que las promesas de que el Rectorado hizo al final del cuatrimestre anterior se vayan a olvidar.
El ambiente en la puerta de las bibliotecas ya empieza a estar cargado, y eso que apenas ha comenzado diciembre. No hay mucha actividad en las del campus norte, pues las que están a pleno rendimiento, como siempre ocurre, son las del sur. La biblioteca Concepción Arenal es, como cada año, la que más atasco sufre, ya desde mediados de noviembre con altas tasas de ocupación. Sus muletas, las facultades de Dereito, Química y Bioloxía, van por el camino de la gran biblioteca de la USC, también ya con importante afluencia.
«Este ano dixéronnos que, co gallo do aforro enerxético, ía haber menos bibliotecas abertas a pesares do horario extraordinario, rematando a xornada na Conchi ás dez». Relata lo nunca visto David Freire, estudiante de Biología, que lamenta ver las luces de la planta baja de su facultad siempre encendidas a pesar de las pautas que recomiendan lo contrario. «Temos que adiantar as clases e as prácticas de laboratorio media hora para pechar a facultade ás oito, dentro do plan piloto da Universidade para aforrar, recortan horas de biblioteca e tamén días ao pechar moitos centros en Navidades, pero as luces da facultade están sempre acesas? O que queren é quedar ben, máis nada». Tras exponer sus sensaciones, regresa resignado a las profundidades de la Concepción Arenal para seguir con la tarde de estudio tras descansar unos minutos su la puerta.
Un paseo por las inmediaciones de este centro basta para darse cuenta de lo caldeados que están los ánimos de los estudiantes. «O cuadrimestre pasado en plenos exames e ás nove da mañá estaban cheas a Conchi, Dereito, Bioloxía e Matemáticas, Química, Física... E as bibliotecas do campus norte, todas vacías». Muestra la paradoja Mario Pazos, alumno de cuarto curso en Derecho. Para él sería prioritario ver materializado ese plan de movilidad del que hablaba el gerente universitario Xavier Ferreira, «pero non conto con telo, sinceramente». Resignación, ironía... Enfado.
Hay mucha incerteza con lo que pueda pasar, pues no acaban de fiarse de lo que dice el Rectorado y temen que en enero todo empeore todavía más, al permanecer varios centros cerrados durante la Navidad para ahorrar energía. Les parece que esto va a suponer una congestión todavía mayor de la Conchi, ya siempre colapsada, y que por tanto el terreno se complique más todavía. De nuevo, Mario Pazos, saca a la palestra una nueva perspectiva: «Iso non vai traer aforro enerxético, vai traer aforro económico para a USC, porque nós na nosa casa imos ter que ter a luz igualmente prendida para poder estudar». Al final, será como si cien personas van en cien coches en vez de ir dos autobuses. «E se aínda destinasen eses cartos a mellorar instalacións pois vale, pero é unha lástima que se vaia todo en facturas».
Junto a Mario Pazos está Juan Horro, de descanso en la puerta de la Conchi. Él hace Química y da cuenta de como las cosas se han enrarecido este cuatrimestre con la electricidad: «Recuerdo que, no hace mucho, estaba en el laboratorio de la facultad y me echaron la bronca por enchufar el ordenador con el que estaba trabajando porque no tenía batería». Como la cosa siga así, lamenta con sorna Pazos, «imos dar as clases con candelabros».
La vida sigue igual
Veteranas como María Mourelos, que a día de hoy cursa el Máster Universitario en Procesos de Formación, recuerda sus años estudiando la carrera en la facultad de Ciencias da Educación de Santiago y no le parece que la cosa esté peor. Bajo su punto de vista la apertura continuada de Dereito le vino muy bien a la Conchi y hasta señala que en estos días es posible encontrar sitio en la gran biblioteca de la USC pasadas las nueve y media o las diez, «algo impensable cuando yo estudiaba el grado, pues o venías a las ocho de la mañana, cuando abría, o nada».
Es posible que la pandemia haya jugado un papel importante en este sentido. La generación que vivió sus primeros años de estudio en el momento álgido de las restricciones sanitarias se desligó de las bibliotecas, aunque ahora esté comenzando a catarlas con gusto. Para los que la pandemia supuso el ecuador de sus grados el asunto es diferente, pues a día de hoy son acérrimos de las bibliotecas y volver a tenerlas sin restricciones es una gran noticia. Antía Pazos y Sara Martínez, alumnas de Psicología, ven a la Conchi hasta los topes, mucho más que en años anteriores «porque se nota que ya no hay pandemia».
Bajo su punto de vista el gran problema está en los festivos y en los fines de semana. La oferta baja cuantiosamente y el estudiantado apura rápidamente cualquier plaza libre, algo que Antía y Sara piensan que sería fácil solucionar habilitando otras salas en otras facultades, «igual que por semana, que no hay tantos problemas». Todo se agrava en esas fechas, como los festivos del 6 o el 8 de diciembre, «porque por el momento la gente tiene clase durante la semana, así que las bibliotecas están más accesibles porque no se puede estudiar a todas horas, pero cuando es fin de semana y todo el mundo estudia por no tener otras obligaciones es cuando realmente todo se colapsa en diciembre». Menos plazas, horarios reducidos y tanta o más gente buscando sitio, el cóctel perfecto.
Para enero, por tanto, se esperan lo peor. Si bien es cierto que la oferta es parecida a la de otros años, porque el gran recorte de plazas solamente se da de noche al cambiar la Conchi por Dereito en el servicio 24 horas, lamentan que en esos fines de semana el colapso sea total. En esas situaciones no les queda otra que ir muy temprano por la mañana y reservar sitios para ellas y para más amigos y amigas, una práctica habitual. «Y sabemos que no está bien, pero cuando ves que lo hace todo el mundo, pues lo haces». Es por ello que tienen sentimientos encontrados a la hora de solicitar un mayor control de los sitios vacíos pero ocupados por una libreta o un papel, guardando la plaza: «Por un lado, cuando llegas y ves que hay mesas enteras vacías pero con folios encima te molesta, pero por otro, también hemos tenido que recurrir a eso más de una vez nosotras mismas».
Es la misma crítica que realiza Mario Otero, estudiante de Medicina procedente de Astorga. Si ya es complicado poner rumbo a casa para un universitario gallego, a Mario todavía se le hace más cuesta arriba, por lo que no le queda otra que quedarse en Santiago los fines de semana y festivos de la época de exámenes. Se une por tanto a la queja de Antía Pazos y Sara Martínez, aunque añade una más, relativa a los horarios: «Pensé que las bibliotecas abrirían antes, sobre todo antes de la llegada del horario extraordinario, pero supongo que todo es acostumbrarse».
¿Qué dice la USC?
Desde la Universidade subrayan que los horarios fueron, como siempre, acordados entre los representantes estudiantiles y el Rectorado. De esa manera se cubren las espaldas ante las críticas, que siempre existen, ya sea por disconformidad constante o porque realmente nadie soluciona los problemas del alumnado. En lo tocante al tema energético, además, la USC hace hincapié en que en ningún momento los alumnos se quedan desprovistos de servicio bibliotecario, pues durante las vacaciones se habilita la biblioteca Xeral al clausurarse Dereito y Económicas.
A mayores, y esta es una de las claves, la Universidade ha hecho un esfuerzo importante en cuantificar los datos de uso de los centros y salas de estudio, de manera que se amolden a las necesidades estudiantiles asegurando el máximo ahorro de luz. Sobre estos aprendizajes pivotan uno de los cambios más significativos de este año: el mencionado cierre de Dereito y Económicas durante las vacaciones navideñas que se suple con la biblioteca Xeral, más pequeña por ser mucha menos la afluencia de alumnos que necesitan hacer uso de alguna sala de estudio.
En relación a la cuestión de movilidad en la USC lamentan la inacción de otras instituciones para llevar a cabo los planes que tenían conjuntamente. Sacan a la palestra el Plan de Mobilidade Sostible, que preveía, por ejemplo, cuatro carriles bici que conectasen los campus y una mejora de las plazas de aparcamiento de los mismos. Esta estrategia se tendría que ejecutar de la mano del Concello de Santiago, que, según fuentes universitarias, no ha hecho su trabajo.