La moda de las shishas o cachimbas se extiende por los locales de Santiago, incluso entre clientes de más de 50 años
VIVIR SANTIAGO
En este 2022 hasta cuatro locales de la ciudad las han incorporado a su oferta. En un bar muy céntrico hasta el 80 % de los clientes pide ya una pipa de agua
19 dic 2022 . Actualizado a las 23:34 h.Lo que antes estaba vinculado con un acto social más propio de los países árabes, va abriéndose camino en Santiago a pasos agigantados. La cachimba, también conocida como shisha, pipa de agua, narguile o hookah se ha convertido en un complemento en varios bares y pubs de la ciudad. Son una opción que atrae a una generación de millennials que ve en ellas un mundo de sabores equiparable a los cócteles.
Fue aún la semana pasada cuando el Guayaba, el café-bar que presume de ser el local de ritmos latinos más antiguo de España -suma 30 años en Santiago-, incorporó a su oferta shishas. «Ya las teníamos en los otros dos negocios que abrimos este año en la ciudad, el Guayaba Sisha Lounge, en Frei Rosendo Salvado, y la discoteca La Grandota, en la calle Santiago de Chile. Comprobamos que cada vez más gente las reclama, que es una moda que parece que ha venido para quedarse y la extendimos a los tres locales», explica su dueño, Antonio Vargas. «En el Guayaba Sisha Lounge, en donde ofrecemos hasta 40 sabores distintos, la gente las puede pedir de día, desde las 18.30 horas, y en los otros dos locales, donde tienen a su disposición dos sabores, de noche», aclara este coruñés afincado en Santiago hace 18 años.
«A la juventud latina les encanta, pero desde la pandemia notamos que cada vez suma más adeptos entre el público local. También entre gente de mayor edad, que llegan a ellas la primera vez por curiosidad, al verlas en los locales, y luego repiten», sostiene. «Al no llevar nicotina, eso ayuda a que se extienda su uso. Las shishas tienen melaza mezclada con potenciadores de sabores, lo que aumenta su atractivo», remarca.
«Entre los sabores, el que más éxito tiene es el denominado Love 66, en el que sobresale el sabor a menta. También triunfan los de manzana, melón o sandía», añade el hostelero, explicando que en el caso del Guayaba y La Grandota las cachimbas se pueden consumir tanto en reservados como en la barra mientras que en el Sisha Lounge se sirve en mesa. Su precio oscila de los 15 euros en este último local a los 20 en la discoteca. El tiempo de consumo estimado se sitúa a entre en 40 minutos y una hora, con la posibilidad de recarga.
«Por ahora es un negocio alegal en España. Habrá que ir adaptándose, pero lo cierto es que en el ocio nocturno está muy instaurado. Cada vez son más los locales de copas que incorporan una carta con distintas shishas», subraya Vargas.
De acuerdo con él se pronuncia el responsable de Way Club, el negocio del Grupo Pelícano que ocupa desde verano un emblema de la noche compostelana, como era el Café-Concerto Retablo, en la Rúa Nova, y que aspira a ser un referente tanto en el horario nocturno como en el tardeo. Su dueño explica que ya desde el inicio de la nueva etapa incorporaron shishas, al igual que hicieron en el otro establecimiento del grupo en la ciudad, Tropical, el bar de la Praza Roxa que abre de tarde y que ofrece cachimbas de hasta doce sabores distintos.
«El 80 % de los clientes que entran en Tropical piden shisha. Notamos, además, que aumenta mucho el número de los mayores de 50 años que también la demandan. A menores no se sirve», encadena el hostelero, que cifra en 20 euros el precio de su consumo. «En Tropical se sirven en mesa. En Way Club hay reservados donde poder fumar en cachimba», detalla, explicando además que cada boquilla es «desechable, personal».
Para hablar de los sabores de sus shishas remite a Rafa, el dueño de Shishaman, una tienda de Vigo, especializada en venta, alquiler y cátering de shishas, que distribuye a lugares como Madrid, Barcelona, A Coruña o Santiago. «Los de mayor tirón son los de sandía, melón o menta», certifica Rafa. «Desde el parón del covid, el negocio vive un furor», añade. «Antes las shishas las consumían sobre todo gente joven. Había quizás un poco de postureo. Ahora su uso se ha extendido de forma global», confirma el propietario de esta firma.
En Santiago otro de los locales que también incorpora a su oferta shishas es el pub Nvogue, en la Algalia de Arriba. Su responsable, Sergio Lodeiros, aclara que es en verano, y en terraza, cuando crece la demanda de las cachimbas. Aún así, también en invierno comienza a solicitarse cada vez más su uso. «Hay noches en las que se consumen cinco o seis aparatos al mismo tiempo», defiende el dueño, que cifra en siete los sabores distintos. «El melón y la menta, junto a la fresa, son los de mayor éxito», certifica.
El propietario defiende que, en su caso, son los jóvenes su gran público objeto al ser también los que nutren noche a noche el pub. Aún así, también confirma que gente de mayor edad las reclama. De igual forma, pone también el foco en la ausencia de nicotina, algo que puede haber ayudado a su auge .
Pero, ¿es una moda inocua o puede llegar a ser nociva? Charo García Campelo, jefa de Oncología del Chuac, cree que «en ningún caso las shishas son una alternativa segura al tabaco», añade.
«El tiempo de consumo -habitualmente más elevado que el tabaco convencional-, supone una exposición alta a un fenómeno inflamatorio. Ello sumado a la liberación de sustancias potencialmente tóxicas durante la inhalación puede estar ayudando o potenciando el riesgo de padecer enfermedades malignas o patología benigna, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Ahora mismo no podemos demostrar la relación causa-efecto, pero puede ser un futuro factor de riesgo», analiza con cautela. «Deberían incluirse sobre todo sistemas de vigilancia y de información a la sociedad. Es una práctica que se está extendiendo y de la que probablemente veamos en un tiempo no demasiado lejano sus potenciales daños en la población», concluye.