El polifacético bombero de Santiago que se marca cada año tres retos, y los consigue

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

El bombero Jaime Tizón durante una actuación navideña con su grupo de bossa nova
El bombero Jaime Tizón durante una actuación navideña con su grupo de bossa nova Cedida

Jaime Tizón es también triatleta y guitarrista, una faceta con la que se dio a conocer durante la pandemia. Ahora ameniza las Navidades con la actuación Mamá Noela & Rudolph

27 dic 2022 . Actualizado a las 14:20 h.

Admite que tiene muchas inquietudes y que nunca se frena. «Me suelo marcar objetivos y trato de cumplirlos», afirma Jaime Tizón, el bombero de Santiago de 47 años que saltó al primer plano mediático durante la pandemia al coger su guitarra y amenizar el encierro por distintos barrios compostelanos. «Queríamos transmitir un poco de alegría, animar a la gente; a mí la música siempre me gustó. Yo crecí en Ferrol, en una época en la que no paraban de sonar Los Limones. A los 16 años entré en un grupo, Bajo Palmeras, en el que tocaba el saxo», evoca divertido y reconociendo que la vocación por su actual profesión le llegó a una edad tardía. «En el parque de Santiago entré en el 2006. Antes ya había tocado muchos palos», remarca de forma gráfica al repasar su prolífica trayectoria.

«De joven me matriculé en Bioloxía, de donde salté a Bioquímica en Madrid. Allí me licencié, pero mi idilio con la investigación no duró. Me quedé desencantado, sobre todo por la precariedad», asegura. Tras cubrir el servicio militar -«estuve en infantería de Marina, en Ferrol»- aprovecha un año sabático para estudiar guitarra en una escuela de jazz de Madrid. «El gusto por la música siempre lo mantuve», sostiene, explicando, aún así, que ese acercamiento artístico no cuajó.

De vuelta a Galicia, empieza a preparar oposiciones a profesor hasta que una beca de la Igape lo conduce en el 2001 a una empresa de tratamiento de aguas de Porriño, donde se queda tres años. «Al empezar a flaquear la contratación pública me quedé sin trabajo y aproveché ese impasse para centrarme en cosas que me gustaban, como el triatlón. También me saqué el título de socorrista acuático y de monitor de natación. Ya digo que soy aprendiz en muchas cosas y maestro en pocas», desliza sonriendo. «Fue trabajando en la playa ferrolana de Doniños cuando otros compañeros me empezaron a animar para que me presentase a las oposiciones de bomberos. Veían que tenía buena forma física y experiencia en los estudios», aclara ante un salto que él aún veía «inasequible». Pese a ello, comienza a prepararse y en el 2006 consigue ya una plaza para el parque de Santiago.

«Tuve suerte; fue casi como una carambola. Me casé un 18 de febrero, me fui de luna de miel en marzo y en abril se convocó el primer examen, pero lo logré», rememora con orgullo ante un aterrizaje que no olvida. «Empecé en Compostela un 3 de agosto y al día siguiente se desató la gran ola de incendios del 2006», asegura aún sobrecogido, pero convencido de su elección. «La de bombero es una profesión que da muchas alegrías. Disfruto con el trato directo, con el servicio al ciudadano. Me permite, además, organizarme bien en cuanto a horarios. Si hay algo que me dio satisfacción es haber podido estar el máximo tiempo con mi hijo, que ahora tiene 15 años», reconoce, sin obviar nunca el riesgo. «Este año que acaba fue muy duro. La muerte de un compañero es un palo grande. Te hace reflexionar... Nunca se puede bajar la guardia, hay que estar siempre atento, en forma, preparándote», encadena al rememorar el sentido adiós a un compañero de 25 años que, en agosto, iba por primera vez a una emergencia.

Sin olvidarlo, pero intentando sobreponerse y, sobre todo, queriendo mostrar cómo es el trabajo de los bomberos, estas Navidades animó a sus compañeros a grabar un vídeo en el que comparten su día a día. «Somos cinco turnos. A los del mío fue fácil convencerlos, suelen seguirme en mis iniciativas», detalla con empuje y saltando de nuevo a su faceta musical.

«Durante la pandemia yo estaba en un grupo de Brión, V-Roc, que tocaba versiones de temas clásicos. El año pasado lo dejé y monté con una vecina de esa localidad un dúo de bossa nova, Copo de Aluá, en el que me encargo de la guitarra», aclara con entusiasmo. «Este verano tocamos en varios chiringuitos y, ahora, en Navidad, tenemos la actuación Mamá Noela & Rudolph. Ella se llama Noela», precisa risueño. Será este miércoles, día 28, cuando el dúo toque en el Monte do Gozo para el grupo de refugiados ucranianos que residen en su albergue polaco.

«A muchos los conocí este año cuando, junto a un compañero, me sumé como voluntario a una iniciativa de varios profesores e investigadores de la USC. Fuimos hasta la frontera de Polonia para traer a 47 refugiados», explica, admitiendo su faceta social.

«Yo cada año me suelo marcar tres retos. Uno deportivo, que siempre es correr el Iron Man de As Pontes; otro musical; y otro solidario. Además de lo de Polonia, algo que me ilusionó mucho es haber ido algún 25 de diciembre, durante la celebración de la gala del Paluso, a repartir regalos a los niños. Somos los bomberos paluseiros», precisa con orgullo.

«Tengo un canal de YouTube donde voy subiendo vídeos de lo que hago. Se llama tribombmus, por triatleta, bombero y músico. Me gusta motivarme, lo necesito», reafirma sin descanso.