Una tarde en el autobús 6A de Santiago, el urbano que quiere ser lanzadera al aeropuerto: «Si llego a ser un turista, voy en taxi»
VIVIR SANTIAGO
El Concello ha cargado en esta línea la tarea de unir Compostela con el Rosalía de Castro tras la supresión del bus lanzadera que operó hasta diciembre del 2020
27 ene 2023 . Actualizado a las 23:24 h.Camino hasta la plaza de Galicia echando cuentas a ver cuánto le queda para llegar al bus. Yo lo iba a hacer para esta crónica, pero son muchos los que realmente se suben al 6A para ir a trabajar o para desplazarse por su ciudad. ¿Es normal, no? Gente de Santiago utilizando un autobús urbano en sus calles. La peculiaridad de la línea 6A es que, desde que la crearon a partir de la 6 para encargarse del servicio del aeropuerto, no sirve ni para santiagueses ni para turistas, aunque pretenda contentar a ambos.
Los segundos lo tienen más sencillo. Llegan, se suben al vehículo, se sorprenden de lo barato que es y, tras un trayecto que casi imita al del tren turístico, llegan al Rosalía de Castro para despedirse de Compostela. O al revés, les sirve como carta de presentación de la capital gallega si van de Lavacolla a la ciudad. Ahora bien, los primeros, los habitantes de Santiago, se encuentran con un mar de maletas, que se mecen en el piso del autobús como olas. A mi me tocó, como se puede imaginar, afrontar esa marejada.
El bus va muy lleno y se vacía por completo cuando para en la estación intermodal. Sus puertas de atrás liberan a decenas de pasajeros, pero otros suben por la delantera, dejando su monedita de euro. Muchos de ellos harán el trayecto completo, permaneciendo en el autobús hasta su avión. Los que bajaban de él se han quedado, si no en la estación, en las paradas de la plaza de Galicia y de la rúa da Rosa, igual que lo hacían los viajeros cuando había un bus lanzadera entre el Rosalía de Castro y Santiago.
Yo decido que es momento de entablar conversación. A mi lado se ha sentado Diego Vilariño, que viste un pantalón de la empresa de transportes DHL. Trabaja en su centro logístico de Lavacolla, al pie de las pistas, y va camino de ese lugar. Mira el reloj, nervioso, porque entra a las 17.45 y ve que no llega. «Antes, cuando teníamos el lanzadera, llegaba como un cuarto de hora antes de lo que llego ahora». Su caso no es común, va al aeropuerto pero se queda en tierra. De todos modos, ha tenido tiempo para escudriñar el uso del bus directo mejor que nadie: «Si llego a ser un turista, voy en taxi, que el bus da un montón de rodeo y es muy incómodo para ir con maletas». Tiene sentido, pues carece de soporte para transportarlas.
Lo que más le molesta de la nueva ruta es lo que tarda en recorrer cualquiera de los trayectos, sea el de ida o el de vuelta. Antes había muchas menos paradas, pues básicamente se conectaba el aeródromo con el centro de la ciudad y las dos estaciones, que a día de hoy forman una sola. La línea 6A cuenta con 27 puntos de recogida de pasajeros, porque es un bus urbano, no un bus de aeropuerto. «Lo único que no tiene queja es el precio, un eurito, aunque preferiría pagar más y estar contento con el servicio».
Llegamos al aeropuerto y Diego se marcha. Mientras me bajo yo también a estirar las piernas, y a respirar sin la mascarilla todavía obligatoria, veo que el habitáculo del carrozado ya está lleno otra vez. Es un autobús pequeño, no de esos de tres ejes que hacen milagros para callejear por Compostela, pero aun así, el dato es más que revelador. «Eu teño quedado fóra moitas veces, de non parar o coche nin sequera, porque xa vén cheo do aeroporto», me comentaría un par de kilómetros más abajo, camino ya de Santiago, María, otra usuaria frecuente de la línea 6A que se sube en San Marcos. «E no verán é aínda peor, de xeito que collo o 6 normal, que fai o mesmo percorrido pero non chega a Lavacolla nin ao aeroporto».
¿Hay un bus que hace exactamente el mismo trayecto que el 6A, excepto por dos paradas? Efectivamente, el 6. ¿Por qué no se usa el 6 para el transporte urbano y el 6A para el aeropuerto y Lavacolla? Es justo lo que se preguntaba Manuel Salvado, presidente de la Asociación de Veciños Ruta Xacobea, en agosto del 2022 en declaraciones a La Voz. Concretamente hacía referencia a la posibilidad de recortar las paradas del centro en la línea 6A y dejar la 6 como está, «porque fixemos a proba, e entre Lavacolla e San Marcos o bus tarda 10 minutos, o resto é polo paseo pola cidade». Lo que propone Salvado es la misma idea que tiene Diego Vilariño: que vuelva el bus lanzadera. El único miedo de los vecinos de Lavacolla es que en ese retorno se olviden de sus paradas, como se había planteado en el 2010, cuando la línea directa aún estaba en pañales.
Ese autobús, considerado por la Xunta como metropolitano, se eliminó en diciembre del 2020 debido a los cambios del Plan de Transporte Público de Galicia. El Concello de Santiago asumió entonces en exclusiva la responsabilidad de llevar a los compostelanos y a sus visitantes al aeropuerto, modificando la línea 6 para luego generar la 6A, igual que la anterior pero con la visita al Rosalía de Castro. La administración de Bugallo aseguró en agosto del 2022, justo cuando en la Asociación de Veciños Ruta Xacobea veían las aguas revueltas, que iban a dar lugar a una línea específica para el aeropuerto. El equipo de gobierno apuntaba a comienzos de diciembre que todo se fraguaría este febrero (falta menos de una semana para su llegada), pues en ese mes se licitaría el nuevo contrato del transporte público.
En lo que reviso la hemeroteca de La Voz para cotejar todos esos datos, me doy cuenta de que ya estamos de nuevo en la estación intermodal y que el autobús se ha vaciado, otra vez. Me bajo, al ser el final del trayecto, para esperar unos minutos a que pase el 6, la línea gemela. Cuando llega y me subo, encuentro asientos libres a montones, que siguen así hasta que me bajo en mi destino. Me fijo en la matrícula del vehículo, DGN, y me pregunto cuántos cientos de miles de kilómetros habrá recorrido, si es que no ha superado los dos y medio o tres millones. Cuando el bus desaparece, pasa de frente uno de esos vehículos que usa el concello para recoger las islas de residuos de la Zona Vieja desde hace unas semanas, luciendo sus flamantes letras MCC en su placa.