La pizzería que tiene la receta del éxito para triunfar desde hace 40 años en Santiago: «Había días que se servían hasta 400 pizzas»

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

Christian Rao, a la derecha, nuevo gerente de la pizzería Rao (by Oasis), conocida en Santiago como Oasis, junto a una empleada y un cuadro de los fundadores
Christian Rao, a la derecha, nuevo gerente de la pizzería Rao (by Oasis), conocida en Santiago como Oasis, junto a una empleada y un cuadro de los fundadores Sandra Alonso

El italiano Francesco Rao abrió Oasis el 15 de marzo de 1983 en una rúa Nova de Abaixo que ya empezaba a desbordar estudiantes. Este miércoles su hijo celebra los 40 años del emblemático negocio

17 mar 2023 . Actualizado a las 11:24 h.

En las redes, y entre las nuevas generaciones de estudiantes que, de nuevo, vuelven a hacer emerger la rúa Nova de Abaixo de Santiago, se conoce como Pizza Rao, pero para todos los compostelanos que la vieron nacer en 1983 sigue siendo pizzería Oasis. «De hecho, y a pesar de que nos renombramos así, con el apellido familiar, para diferenciarnos más y para rendir homenaje a mi padre, Francesco Rao, que fue su fundador, al coger al teléfono aún contestamos como ‘Oasis'», comenta sonriendo Christian Rao, el nuevo gerente -junto a su hermana Stefania- del establecimiento que se mantiene en el número 3 de esa calle, epicentro durante años de la movida universitaria. «Mi padre abrió la pizzería un 15 de marzo de hace ahora 40 años. Muchos clientes siempre nos dicen: ''debéis llevar muchas décadas'', pero es este miércoles cuando realmente se cumplen», aclara Francesco, quien se sumó en el 2013 al negocio familiar.

«Mi padre, italiano, nació en Alife, un pueblecito de la provincia de Caserta, a 40 kilómetros de Nápoles. A los 17 años emigró a Lugano, Suiza, donde estaba ya un hermano suyo y adonde llegaría otro después. Él iba para sastre, pero los tres se hicieron allí pizzeros», recuerda su hijo Christian. «En el país helvético conoció a mi madre, Nieves, natural de Brión, y se vino a Santiago. Junto a ella y su cuñado, Faustino, montaron este local en 1983. En esos años la ciudad ya desbordaba estudiantes. Yo era un niño, pero no olvido lo mucho que trabajaban. Ahora podemos hacer sobre 160 pizzas al día. En su época había días que se superaban las 350 o se rozaban las 400», recuerda con orgullo. «Fuimos la tercería pizzería de Santiago, tras la Góndola, que aún sigue abierta, y la Nápoles, que estaba en la plaza de Vigo y cerró hace muchos años. Mis padres vieron decir adiós a otras pizzerías, pero ellos se mantuvieron», constata el picheleiro, de 46 años -aunque nació en Suiza, se afincó ya de niño en Santiago-, razonando la fortaleza del negocio.

Francesco Rao, el fundador, en una foto de archivo
Francesco Rao, el fundador, en una foto de archivo SANDRA ALONSO

«Al principio creo que influyó que, junto a esas otras dos pizzerías, eran la novedad. Mi padre, con ese acento italiano que aún mantiene, tiene, además, don de gentes. Era capaz de hablar con todo el mundo, sin dejar de trabajar. Hasta que se jubiló, en el 2019, continuó, junto a mi madre y a mi tío, haciendo local. Otra clave del éxito fue habernos mantenido fieles a las pizzas clásicas, las napolitanas, las del borde más grueso. Variamos los productos, pero no la esencia», transmite Christian, recordando los dos platos que no hay día que no se pidan. «Los más demandados siempre son la pizza Oasis, de jamón, champiñones, pimientos y anchoas, y el calzone Farcito, con jamón, champiñones, pimientos y huevo. Entre los postres, algo muy celebrado era la tarta Oasis, de chocolate, que hacía mi padre. A raíz de coger yo el local lo cambiamos, pero hay tanta gente que sigue preguntando por ella que ya le dije a él que me tenía que enseñar a hacerla. Es posible que este año, que cumplimos 40, la reincorporemos», apunta risueño, explicando más cambios.

«En la última etapa ampliamos la carta, de 31 pizzas a 57. Reformamos, además, el local, para que en la parte de arriba hubiese también un pequeño comedor. Mis padres se pasaron 36 años subiendo y bajando escaleras», rememora entre sucesivos reconocimientos a su familia.

«Mi hermana y yo incorporamos en el establecimiento colores más fuertes, como el naranja, y también rejuvenecimos a la plantilla, con dos nuevas incorporaciones. Los estudiantes, que vuelven a tener a la rúa Nova de Abaixo como una calle de paso y de convivencia, siguen en nuestro local. Tampoco perdemos a los santiagueses de mayor edad que ya había fidelizado mi padre. Muchos de los que estudiaron aquí en los 80, cuando vuelven a Santiago se acercan y preguntan por él», remarca agradecido, recordando que entre los clientes que repetían cada poco con toda la familia estaban dos expresidentes de la Xunta. «Ahora mismo, el 40 % de las ventas ya son para servicios a domicilio, pero el 60 % aún se consume en el local», acentúa.

«Este miércoles, y junto a promociones que haremos en las redes, colgaremos en el local un cuadro de mis padres y mi tío y la fecha en la que abrieron la pizzería, 1983. Mi padre, por cuestiones de salud, no estará presente, pero así todos le recordarán. El gran mérito sigue siendo suyo», concluye con cariño.