Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

La denuncia de un investigador de la Complutense tras dormir en una casa que ofrece alojamiento en Santiago: «Me desperté con 40 picaduras de chinches»

La Voz SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

Enrique Maestu con la denuncia, delante de la Facultade de Historia de Santiago, donde realizó una estancia de investigación. La foto se realizó en febrero
Enrique Maestu con la denuncia, delante de la Facultade de Historia de Santiago, donde realizó una estancia de investigación. La foto se realizó en febrero PACO RODRÍGUEZ

La dueña lamenta la mala experiencia que tuvo y defiende que se trató de un «problema puntual». El Concello, tras la denuncia, comprobó que «non ten licenza de actividade»

15 mar 2024 . Actualizado a las 18:35 h.

El madrileño Enrique Maestu, de 34 años, llegó a Santiago el pasado 6 de enero para realizar una estancia de investigación en la USC durante dos meses. La intención de este doctorando, procedente de la Universidad Complutense de Madrid, era alojarse en Compostela, pero lo sucedido tras su aterrizaje en la capital gallega le disuadió, residiendo hasta finales de febrero en Pontevedra, en casa de unos amigos, y trasladándose a Santiago casi a diario.

«A finales del 2023 empecé a buscar un alojamiento para enero y febrero, pero me resultó complicado encontrar algo. El día 29 de diciembre, en el portal Idealista, vi un anuncio de una casa, Oasis, que alquilaba habitaciones y se ofertaba como ''Casona con espacio para teletrabajo, cocina con office, salón-comedor y un hermoso gran jardín''. El precio anunciado era de 490 euros al mes y, su dirección, Praza de Europa, en Fontiñas. Hablo con la propietaria por teléfono y ella me aclara que el precio real es de 550 euros. Tras acordar telefónicamente el alquiler de una habitación por dos meses y hacer entrega de una fianza de 275 euros, ella me explica que la habitación reservada no se encuentra en el lugar indicado, sino en la rúa de Ponte San Lázaro», señala el investigador.

«Nada más llegar a la parcela, situada entre las vías del tren y un río, y a la que se accede por un camino, todo fueron sorpresas. Un vallado de cemento dificulta saber que esa es la casa que, además, no cuenta con ningún distintivo en la puerta que indique que ofrece alojamiento turístico. Al entrar me percaté que estaba totalmente descuidada y con un estado de limpieza bastante deficiente. Además, al entrar en la casa, empezaron a aparecer un montón de gatos, a pesar de que en el anuncio de Idealista se aclara que no se admiten mascotas. La habitación era distinta a la manifestada en el anuncio y ni siquiera tenía armario», incide el investigador.

«El problema apareció el 8 de enero, tras la segunda noche en esa casa, cuando me desperté con 40 picaduras de chinches, repartidas por todo el cuerpo. El dolor y el escozor era notable. Ese día tuve que ir a la universidad a formalizar mi estancia de investigación y me decidí a abandonar el establecimiento por los evidentes problemas de salubridad y la plaga de insectos que tenía. La colonia felina de la casa sumaba más de diez gatos. Se lo comuniqué a los propietarios, que viven en la casa, y tras sugerirme en un primer momento que podía haber traído yo los chinches, acabaron apuntando que lo sentían. Me ofrecieron cambiarme de cuarto, pero lo rechacé al entender que sin un control de plagas la situación sería similar. Pacté con ellos que me devolvieran 91 euros en concepto de los días pagados en la fianza y no resididos en la vivienda. En ese momento actué de buena fe, entendiendo que me harían el ingreso esa tarde, como me dijeron, pero no fue así», apunta.

Foto de la mano donde se aprecian las picaduras de chinches
Foto de la mano donde se aprecian las picaduras de chinches PACO RODRÍGUEZ

«Le pedí el pago hasta en cinco ocasiones, y aunque ella decía que me lo había enviado, yo no lo recibía. Ante el incumplimiento, el 30 de enero me decidí a poner una denuncia ante la Policía Nacional. El día 31 me llegó finalmente la transferencia», explica. «Ese mismo día, de todas formas cubrí una hoja de reclamación en el Instituto Galego do Consumo e da Competencia, solicitando su mediación para la ya devolución íntegra de la fianza, de 275 euros, al considerar que había mediado engaño por parte de los propietarios, así como una indemnización por daños y perjuicios en los términos establecidos por la Ley 4/2022, del 25 de febrero, de protección de los consumidores y usuarios frente a situaciones de vulnerabilidad social y económica. En el escrito también pedía que se comprobase si el establecimiento contaba con los permisos para la realización de actividades hoteleras y con las medidas de salubridad y control de plagas. A continuación, también registré una denuncia ante el Concello de Santiago», prosigue relatando Enrique Maestu.

El Ayuntamiento local confirma a La Voz que «unha vez recibida a denuncia, comprobou que non ten licenza de actividade e que se iniciou o expediente de disciplina urbanística correspondente». Desde Turismo de Galicia también se aclara que «consultado o Rexistro de Información Turística de Galicia, non consta ningún aloxamento turístico rexistrado nese enderezo».

«Desde el principio yo quise solucionar esto de forma privada, aunque al creer que conmigo se actuó mal y al confirmar la publicidad engañosa, vi necesario hacerlo público. Yo, por mi carrera, he viajado bastante y nunca me había pasado esto. Esa situación afectó a mi trabajo como investigador durante esos primeros días. Además de las considerables molestias que originaron las decenas de picaduras de chinches (que confirmó un médico del centro de salud de Galeras y que, en febrero, aún eran visibles), tuve que cancelar varias entrevistas, al no poder presentarme con las manos llenas de picaduras, sin que eso diera una imagen pésima de mí», sostiene Enrique Maestu.

«Todo ello ha hecho que lo que iba a ser una magnífica estancia de investigación no resultase de inicio así», insiste el doctorando madrileño sobre un breve alojamiento sobre el que también se pronuncia la dueña de la casa.

«Yo siento mucho la mala experiencia que este chico ha tenido. Ha sido desagradable para él, y también para nosotros descubrirlo. Aún estamos empezando con el proyecto, que es ambicioso. La habitación en la que él estuvo se había higienizado después del verano. No sé qué pudo pasar, pero fue un problema puntual. Aquí se aloja tanto gente que viene de paso como algunos que pasan temporadas más largas», defiende la dueña, dolida por lo que considera como una «respuesta desproporcionada» por parte del alojado. «Él tomó la decisión de rescindir el contrato sin previo aviso y de forma unilateral y sin darme la posibilidad de resolver cualquier incidencia durante su estancia. Yo consideraba que, por las tarifas diarias, lo que se le tendría que devolver eran 75 euros, pero como para él era importante que fuesen 91, lo acordamos así», resalta, admitiendo las semanas de retraso en el pago.

Sobre la dirección equivocada de la casa en Idealista defiende que pudo deberse a que cuando publicó el anuncio lo hizo «desde el móvil». «Fue un error. Tengo que cambiarlo o hacer uno nuevo. Aún así, como en Idealista no se puede hacer una reserva directa y se tiene que hablar conmigo, a los que llaman siempre les aclaro que la dirección correcta es la de San Lázaro», añade la dueña, que también confirma que en su propiedad hay doce gatos. «Eso también lo digo cuando llama la gente, por si hay problemas de alergia. Lo de no admitir mascotas es por el tipo de animal que puedan traer», explica.

La dueña, que defiende tener su propiedad en orden, confirma que no le ha llegado ninguna notificación por parte del Concello. También remite a las reseñas online dejadas por los alojados en la vivienda de la que en Idealista se aclara que es un chalé de 600 metros cuadrados, con jardín y 8 habitaciones.

Únete a nuestro canal de WhatsApp

En la página de Booking de la casa, donde sí aparece la dirección correcta, se entremezclan los comentarios y valoraciones -desde altas a bajas- tanto de gente que califica con un «muy bien» la experiencia y aprecia «la amabilidad y la atención del personal» como la ventaja de estar en un «magnífico entorno natural» a varios clientes que defienden que «las fotos del anuncio no reflejan la realidad» o que la «casa estaba llena de gatos».

Turismo aclara que sobre la obligatoriedad o no de tener un distintivo fuera que indique en esa casa se ofrece alojamiento turístico, todo depende del tipo. «Se a súa clasificación é vivienda de uso turístico, non existe regulamentada ningunha placa, pero se a clasificación fose vivienda turística si debería estar exposta no exterior unha placa coas letras VT», detalla.

Si quieres compartir tu experiencia en alguno de los pisos o casas en los que has vivido o te has alojado puedes enviárnosla al correo electrónico vivirsantiago@lavozdegalicia.es