Aitor Gabilondo: «Los menores que cometen crímenes reciben cartas de admiradores»

B. PALLAS REDACCIÓN / LA VOZ

PLATA O PLOMO

Arón Piper y Aitor Gabilondo
Arón Piper y Aitor Gabilondo LANDER LARRANAGA

El creador de «Patria» y «Entrevías» estrena este viernes en Netflix el «thriller» psicológico «El silencio», protagonizado por Arón Piper

19 may 2023 . Actualizado a las 18:25 h.

Seis años después de haber asesinado a sus padres siendo todavía menor de edad, un joven sale a la calle y recupera su libertad. Nadie sabe qué razones lo llevaron a cometer el crimen ni cuáles son ahora sus intenciones, porque desde el suceso no ha vuelto a decir ni una sola palabra. Así arranca El silencio, un thriller psicológico protagonizado por Arón Piper (Élite, El desorden que dejas) y creado por de Aitor Gabilondo (San Sebastián, 1974) que este viernes se estrena en Netflix. El guionista de Patria y Entrevías se inspiró en retazos de casos reales para construir a este parricida y contar su historia. 

—El de crímenes es uno de los géneros estrella de las plataformas. ¿Qué cree que resulta tan atractivo para el espectador?

—El lado oscuro del ser humano, que todos tenemos y que nos ayuda a entender y a entendernos. Y, por supuesto, el morbo de la violencia y cómo la gestionamos.

—Un inquietante asesino menor de edad. ¿Cómo concibió esta idea?

—Como muchas veces me sucede, la fuente de inspiración fue la prensa, los hechos reales, las páginas de sucesos... Siempre los crímenes protagonizados por menores tienen un impacto muy grande, porque te haces muchas preguntas sobre cómo es posible que algo así ocurra. He ido siguiendo varios casos nacionales y extranjeros. En varios de ellos descubrí que muchos de estos chavales reciben cartas de admiradores y admiradoras por sus crímenes. Y esto me impactó todavía más. Me preguntaba que no sabía qué era peor, si ser el protagonista del crimen o ser el que lo admira por ello. Esto me hizo pensar en cómo nos enfrentamos a estos hechos tan incomprensibles y qué dice esto de nosotros. Eso es lo que he pretendido con la serie observando a un chaval que cometió un crimen y ha cumplido su pena y cómo los representantes de la sociedad, que son psiquiatras y policías, intentan adelantarse a los acontecimientos y adivinar qué será de esta persona, si puede volver a matar o no. Lo observan, intentan escudriñar su mente y, al hacerlo, nuestra pretensión era ver que cuanto más lo observaban a él, el espectador más podía ver de los observadores, cómo la cámara iba girando lentamente hasta decir más de quienes observan que del observado. Eso es lo que me interesó de esta historia, jugar con eso que tanto nos inquieta.

 

—Psiquiatras y policía montan un sofisticado sistema de espionaje para observarlo a todas horas. ¿El fin justifica los medios en esta época en que la privacidad parece estar en peligro?

—Ahora hay tanta tecnología que cada vez que le preguntas algo a Alexa ella recuerda lo que le has preguntado. No solo la conoces tú a ella, sino que ella te conoce a ti. Es jugar con cómo nos afecta la tecnología a la hora de observar hechos humanos como un crimen metiendo los filtros de las pantallas, cómo se sofistica tanto la realidad entre ese hecho y tú mismo y cómo te configura a ti. Es lo que pretendíamos.

—¿Hasta qué punto se puede conocer a alguien con solo observarlo a través de una pantalla?

—Mi respuesta es que no se puede, pero ellos hacen tantos esfuerzos por conocerlo que acabamos nosotros conociéndolos a ellos. Y viendo también su lado oscuro y su retorcimiento. Es lo que pretendíamos en la historia. Lo hace primero la madre de Sergio cuando es niño y lo hacen después Ana y su equipo cuando es mayor. Intentan anticiparse tanto a lo que podría hacer que quizá condicionan sus reacciones.

—Sergio es un personaje inquietante que busca generar cierto grado de empatía en el espectador.

—Queríamos generar esa dependencia. Quieren rescatarlo de sí mismo, y ese es el juego, que no sabemos si realmente es digno de compasión o es habilidosísimo y con sus silencios consigue generarnos esas dudas y esos sentimientos hace él.

—¿Cómo se documentó para entrar en la mente del asesino?

—Leyendo mucho sobre crímenes. Lo que ocurre es que los crímenes normalmente son muy elementales por muy horribles que sean y lo que me interesa más es la manera en que se comportan los personajes. Me interesaba mucho cómo el personaje de Sergio había logrado esa desafección tan grande de su propia familia cuando parece que lo querían tanto. Pero eso generó en él un rechazo muy grande y se fue apartando hasta no sentir nada por ellos. Esos mecanismos mentales son los que hemos estudiado y leído. Algunos tienen nombre y otros no lo tienen. Y aunque sea horrible te sientes un poco identificado con ellos, por eso revela también algo de lo que somos nosotros.

—El hecho de que el protagonista guarde ese silencio que da nombre a la serie lo coloca en una posición de poder frente al resto.

—El silencio se suele asociar a personas prudentes, sabias incluso, pero también puede ser usado para generar inseguridad en el otro, que creo que es lo que hace Sergio. Como no da respuestas intenta buscarlas. El silencio aumenta el miedo.

—¿Y el personaje de Ana, la joven psiquiatra que lo espía interpretada por Almudena Amor?

—Lo que queríamos contar es qué hay dentro de Ana para que una persona como Sergio le atraiga tanto y lo quiera escudriñar. La respuesta es que quizás esté buscando respuestas de sí misma más que de él.

—La ficción está casi desaparecida de las cadenas generalistas y algunas de sus series conocen el éxito al llegar a las plataformas. ¿Cómo se explica?

—Porque lo que cambian son los hábitos de consumo. Las plataformas nos permiten ver las series sin anuncios, cuando nos dé la gana, somos nosotros nuestro propio programador y eso es una ventaja enorme. Por el contrario, las televisiones en abierto se financian con anuncios y quizás las series no sean lo mejor para su modelo de negocio. Funcionan mejor los programas en directo que hay que ver en ese momento. En cambio la ficción es enlatado y es diferente. Es el hábito de consumo lo que ha cambiado. Pero la ficción, las historias nos siguen gustando y nos seguirán gustando.

—Usted ha trabajado para varias plataformas. ¿Vive la producción una edad dorada?

—Yo lo estoy disfrutando. Tener tantas posibilidades de trabajar, de hacer ficciones de una manera tan recurrente, con tantos medios, estando tan cuidado como lo estoy siendo en este proyecto con Netflix... Hace diez años o quince esto era impensable. Los que hacíamos ficción en televisión recibíamos sobre todo desprecio. Y en nada ha cambiado el paradigma. Tenemos todo tipo de atenciones, los mejores actores quieren trabajar, que antes no era así; tenemos los mejores escritores, los mejores realizadores, el público lo valora. Es como si nos hubiera tocado la lotería. Como en todo en la vida, hay una resaca de todo esto, pero de momento me quedo con la parte buena, con tener la posibilidad de trabajar en ficciones con unos medios inimaginables y con una difusión planetaria. Todo lo veo bueno, aunque no soy ingenuo y sé que hay también una parte negativa, hay condiciones laborales, una burbuja de series... Pero para mí claramente gana lo positivo, sobre todo para los que podemos contar historias con unos medios y una difusión inimaginables hace poquísimos años.