Unas semanas o meses de castidad previas al matrimonio lavan las «culpas» de los estadounidenses. La práctica alcanza a parejas con hijos o largas convivencias
23 oct 2002 . Actualizado a las 07:00 h.Por increíble que parezca, la virginidad no se pierde una sola vez. Se puede perder dos, tres o las veces que haga falta. Todo depende de cómo se interprete el término. Al menos así lo creen los estadounidenses, que se han inventado este concepto y que lo practican cada vez con más asiduidad. «Nunca es demasiado tarde para ser virgen» titulaba el otro día el New York Times . El artículo era la constatación de que la segunda virginidad es cada vez un asunto de mayor calado entre las residencias de estudiantes femeninas y otros círculos de mujeres. Pero, a estas alturas del artículo, conviene explicar de qué se trata. Él y ella pierden su primera virginidad en un momento dado y fuera del matrimonio. Y, cuando deciden casarse, establecen un periodo de abstinencia previo a la boda, que puede durar incluso meses. Así que, si viven juntos, uno de los dos acaba durmiendo en el sofá o en casa de su madre. Y si viven separados, nada de sexo hasta la noche de bodas. ¡Ah! Y nada de camisones sexy. Ventajas Algo tiene que ver también la onda conservadora que arrastra la Administración Bush. De hecho, en el Sur de Estados Unidos, en más de la mitad de las escuelas, la única educación sexual que se imparte es «esperar al matrimonio para tener relaciones sexuales», según un estudio publicado en 1999. Así que la segunda virginidad tranquiliza la conciencia y permite eludir, siquiera temporalmente, mensajes como «El amor verdadero espera», famoso emblema de la Convención Bautista del Sur que preconiza la castidad y que asegura que un millón de jóvenes han prestado juramento sobre el asunto. Pero ya se sabe, una cosa es lo que se promete y otra la realidad. Así que cualquiera que se haya doblado ante la tentación, puede refugiarse ahora en esta nueva moda, que no le devolverá nada, pero le hará sentirse mejor. O no.