
Cinco miembros de una familia turca caminan con los pies y las manos, como los primates Los científicos creen que estas personas sufren una mutación genética sin valor evolutivo
08 mar 2006 . Actualizado a las 06:00 h.De las montañas recónditas de Turquía llegó ayer una noticia que semejaba destinada a mover los dúctiles postulados del evolucionismo. A primera vista, a algunos científicos se lo parece: cinco hermanos de un total de 19 caminan con las cuatro extremidades y se les ha denominado directamente cuadrúpedos . No saben o no pueden mantenerse erguidos. Apoyados en los pies y en las palmas de las manos, encorvados, sus movimientos especulan con los de los ancestros humanos. De ahí que hubo quien, desde la comunidad científica, sugirió el análisis de su ADN para comprender los cambios genéticos clave producidos hace millones de años en el tránsito hacia el Homo sapiens , aventurando incluso la búsqueda del famoso eslabón perdido . Nada menos. El hallazgo de esta familia -que habita en una aldea situada entre el Mediterráneo y los montes Amonos, cerca de la turística Iskandarun, antigua Alexandreta, donde la cruzada de Indiana Jones- , cuyos cinco protagonistas adolecen de un lenguaje reducido, un cierto retraso mental y escasa conciencia de sí mismos, ha sido, sin embargo y de momento, un fenómeno más mediático, y con enorme impacto visual, que científico. ¿Qué opinan los expertos? El coruñés José María Bermúdez de Castro, paleoantropólogo y codirector de las excavaciones de Atapuerca, lo relativiza mucho: «Es una anécdota, salvo por el lamentable hecho de que hay una familia que sufre». Niega que de ellos se pueda aprender cómo era el hombre en una anterior etapa evolutiva, y descarta que se trate de una evolución al revés : «La evolución humana es compleja. No conocemos casi nada, ni genético ni paleontológico, estamos muy lejos de saberlo. Que en este caso se haya producido una malformación, no significa nada. La evolución es otra cosa: cambios biológicos, en los músculos, en los huesos, en el cerebro...». El hombre lleva ya seis millones de años con la frente alta, hace mucho que dejó las ramas. Y ni siquiera hay eslabones perdidos : «Es un concepto que funcionó en su día con Darwin, cuando se buscaba una especie intermedia entre el chimpancé y nosotros, pero ya no tiene sentido», añade Bermúdez de Castro. Sí lo tuvo en su momento para el Nobel Konrad Lorenz, al señalar, irónicamente, que el eslabón perdido entre el mono y el Homo sapiens es la especie actual. El hasta hace poco presidente de la Asociación Primatológica Española, Fernando Colmenares Gil, psicobiólogo de la Universidad Complutense de Madrid, también muestra sus reservas, aunque confiesa que algunos de los científicos mundiales que han dado referencias sobre el caso le merecen mucha credibilidad, al menos para descartar el fraude. Ve el ejemplo esta familia más como una disfunción que como un ejemplo con interés evolutivo. Para Antonio Rosas, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, podría tratarse de un síndrome genético concreto que ha dado lugar a una disfunción. Para él es relevante que usen las palmas y no los nudillos, que emplean los primates. Y para Estrella Rausell, de la Autónoma de Madrid, puede ser una «mutación puntual».