Ese resultado se confirmó al medirse mediante electrodos la actividad eléctrica del cerebro.
18 sep 2008 . Actualizado a las 16:22 h.La belleza de un cuadro como «El Nacimiento de Venus», de Sandro Botticelli, puede distraer al paciente de un dolor físico, algo que parece no ocurrir, sin embargo, con ciertas obras de Fernando Botero o de Pablo Picasso.
Eso es lo que indica un estudio llevado a cabo por un equipo encabezado por Marina de Tommaso de la Unidad de Dolor de Neurofisiopatología de la Universidad de Bari (Italia), que invitó a un grupo de doce estudiantes o profesores de ambos sexos a elegir de un portal de internet los cuadros que consideraban más hermosos y más feos de un total de 300 obras.
Luego se les pidió que contemplaran tanto los cuadros hermosos como los «feos» sobre un panel negro mientras con un láser los investigadores generaban en los dedos de los pacientes una sensación similar a la de un pinchazo de un alfiler.
Entre las obras consideradas hermosas, además del cuadro de Botticelli, había un paisaje estrellado de Van Gogh y una escena de bailarinas de Degas, y entre las feas, un autorretrato de Picasso y varios retratos de personajes hinchados del colombiano Botero.
Mientras estaban sumidos en la contemplación de algún cuadro de los que consideraban bellos, los voluntarios dijeron experimentar una sensación de dolor de un tercio de intensidad frente a la experimentada cuando se les exponía a uno de los cuadros feos.
Ese resultado se confirmó al medirse mediante electrodos la actividad eléctrica del cerebro, según informa la revista británica «New Scientist», que relata el experimento italiano en su último número.
«Los hospitales se han diseñado para que sean funcionales, pero habría que tener en cuenta también sus aspectos estéticos», afirma la profesora de Tommaso.
«La belleza evidentemente ofrece una distracción que no brindan las obras feas. Creo que estos resultados indican que hay que seguir investigando el modo en que un entorno bello puede aliviar el sufrimiento», agrega.
Ninguno de los participantes en el experimento era un experto en arte, por lo que «algunos cuadros que ellos creían feos pueden considerarse obras maestras por el mundo del arte», reconoce la científica.