«No hemos sido suficientemente vigilantes», admitió Benedicto XVI durante su viaje a Edimburgo
17 sep 2010 . Actualizado a las 02:32 h.El papa Benedicto XVI quiso iniciar su visita oficial al Reino Unido sin la presión mediática generada por su reacción ante los casos de abusos sexuales en iglesias de Inglaterra y Gales. Por ese motivo, antes de que su avión aterrizara en el aeropuerto de Edimburgo (Escocia), el Pontífice reconoció que la Iglesia católica había bajado la guardia en los casos de pedofilia en el clero. El Papa reconoció además que la Iglesia erró al tomar decisiones precipitadas sobre la manera de hacer frente al problema.
El avión tomó tierra pasadas las diez y media de la mañana, un momento histórico por tratarse de la primera visita oficial de un Pontífice desde que en 1534 Enrique VIII rompió con Roma para fundar la Iglesia de Inglaterra. Es el mensaje que el Vaticano deseaba comunicar desde el inicio de este viaje: que se rompa con la historia y se refuerce así la presencia de los católicos en el Reino Unido, a la vez que tiende una mano a los anglicanos desencantados por la ordenación de homosexuales y mujeres.
«No hemos sido suficientemente vigilantes», admitió el Papa durante el vuelo que le condujo a Edimburgo. «Era muy difícil entender que tales sucesos estuvieran ocurriendo», se excusó, y añadió que «las autoridades eclesiásticas no actuaron con suficiente rapidez o firmeza para adoptar las medidas necesarias y hacer frente al problema».
La imagen del día se producía al poco de arribar a tierras escocesas, cuando el Pontífice fue recibido por la reina Isabel II en el palacio de Holyrood. «Deseo que vuestra presencia aquí ofrezca una oportunidad para profundizar en la relación entre la Iglesia católica y la Iglesia de Inglaterra y Escocia», dijo la soberana. El Papa aprovechó su discurso para criticar el laicismo, cada vez más presente en la sociedad británica.
Tras el encuentro con la reina, el Papa recorrió las calles de Edimburgo seguido por un séquito de al menos unas 125.000 personas. Por la tarde celebró una misa en el parque de Bellahouston, en Glasgow, y a su término se desplazó hasta la ciudad de Londres.