El presidente de la firma abroncó al modisto antes del desfile en París
05 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Al final del desfile de Dior subió a la pasarela el equipo completo del taller, enfundados todos en batas blancas. Era el momento más esperado, pues todo el mundillo de la moda se preguntaba quién cerraría la colección de la casa en este prêt-à-porter otoño-invierno en lugar del destronado John Galliano.
Fue un emotivo broche de oro para una presentación inusual, que ya empezó de forma inusual con un discurso del presidente de Dior Couture, Sidney Toledano. Este cargó con dureza contra el modisto (sin mencionarlo) antes de un desfile que sería el último del británico para la casa francesa, de la que fue despedido el martes tras el escándalo de sus declaraciones antisemitas en plena borrachera. Galliano ingresó en un centro de desintoxicación.
Toledano recordó los valores de la firma y se manifestó contra toda forma de antisemitismo por «respeto a las víctimas del Holocausto y a la dignidad de los hombres». Y recordó de paso que la hermana del fundador de la casa, Christian Dior, fue deportada a Buchenwald por los nazis durante la guerra. Toledano calificó la situación de «prueba» para la marca y dedicó la colección a los costureros y sastres que la han llevado a cabo y ahora «les pesa el corazón».
El desfile estuvo muy conseguido, inspirado en los dandis británicos. Las modelos lucieron maxicapas y abrigos combinados con vaporosas faldas cortas o pantalones de golf ceñidos a la rodilla.
Materiales como terciopelo, cachemir, gasa o piel se unieron a tonos burdeos, lila, pistacho o marrón oscuro. Y como colofón, vestidos de seda con plisados en tonos rosados.
Como era de esperar, la polémica en torno a Galliano robó el espectáculo a los diseñadores de París. Aunque hubo presentaciones significativas, el foco mediático estuvo casi exclusivamente en la casa Dior.
Sin embargo, los compradores no se revolucionaron, ordenaron sus anotaciones en el aeropuerto y actualizaron sus calendarios. Su comportamiento fue puramente mercantil, pero todos se quedaron conmocionados por la actitud de Galliano.
Esta se considera como algo sin precedentes entre los modistos, con Karl Lagerfeld liderando las críticas.