Una leonesa conservó durante más de 80 años en una cajita una condrita procedente de un astro creado hace 26 millones de años
17 sep 2019 . Actualizado a las 22:10 h.En la mañana del 9 de julio de 1931 una enorme bola de fuego cruzó la provincia de León. Luego sonaron ocho truenos consecutivos que confluyeron en un gran estruendo en el cielo, a lo que siguió la estela de polvo que dejó una minúscula roca humeante en el suelo. Cayó justo delante de Rosa González Pérez, una niña de once años que había salido de casa para hacer un recado a su madre. Aún caliente, la recogió y se la llevó a su casa para guardarla, como si fuera un secreto, en una caja donde permaneció intacta durante 80 años. Era su tesoro, aunque poco podía imaginarse que se trataba de uno de los primeros elementos sólidos del Sistema Solar, un ínfimo fragmento que se desprendió de su asteroide progenitor hace 26 millones de años. Rosa, ahora una nonageneria, acabó contando la historia a su familia y fue su sobrino José Antonio González quien pensó, años más tarde, que esa roca negruzca de 5,5 gramos podría ser importante. Y fue así como se puso en contacto con el investigador del CSIC Josép María Trigo, hijo de gallega y miembro del Grupo de Meteoritos del Instituto de Ciencias del Espacio del CSIC. Y, en efecto, era un tesoro para la ciencia, un meteorito que fue desvelado ayer después de 82 años oculto. Después de analizar y caracterizar la roca, el fragmento ha quedado registrado para la comunidad científica internacional como el meteorito de Ardón, una condrita ordinaria que «nos puede ofrecer datos sobre la formación y evolución del Sistema Solar, y mismo sobre la creación de la Tierra», explica Trigo, coordinador también de la Red Española de Bólidos y Meteoritos. «Hace unos 26 millones de años -añade el astrofísico-, la roca que produjo Ardón salió despedida de su asteroide por un gran impacto. Tan solo hace 82 años un pequeño fragmento cayó en la localidad leonesa que le ha dado nombre, y una niña pudo contarnos algo único que puso a su pueblo en el firmamento». La familia cedió un filamento de la roca al Museo Nacional de Ciencias Naturales. La historia de Rosa González podría no ser un caso aislado, ya que los estudios de grandes bólidos indican que generan meteoritos que, por término medio, deberían caer en España al menos una vez al año con una masa superior a un kilo. Pero entre 1947, cuando se registró la caída de un fragmento en Reliegos (León) y el 2004, cuando apareció otro en Villabeto de la Peña (Palencia), solo se han recogido dos. «Estoy seguro -dice Trillo? que hay mucha gente que los tiene en sus casas sin saber su valor». La ciencia los reclama.