Lo último es que los popes del diseño nos dicen que hay que ponerse los calcetines deportivos con sandalias. Pasen y vean la parada de los monstruos fashion
14 jun 2014 . Actualizado a las 16:17 h.Bueno, que la gente anda escandalizada porque Pablo Iglesias compra las camisas en el Alcampo -no, señora, no mire para otro lado que todos sabemos que también tiene ropa de marca blanca- y oigan, resulta que el tío es un adelantado a la industria de la moda. Porque los amigos de lo fashion, que obviamente tienen que estar quedándose sin ideas, ahora nos sacan en los desfiles y en los lookbooks -y en todas esas cosas que usan para meternos por los ojos lo que tenemos que ponernos para ser personas humanas del siglo- que hay que llevar sandalias con calcetines. Pero no calcetines de dibujitos y de rayas de colores. No, coleguis de lo fashion, hay que recuperar los blancos de dos rayas, o los de raquetillas, o aquellos maravillosos de la marca Mike, para ponérselos con sandalias de tacón. Es lo que toca. Acabaremos haciéndolo porque esa gente tiene aparatos de control mental para obligarnos a hacerlo. Ya ha pasado antes. ¿O es que no se acuerdan de los epic fails que se han ido poniendo? Las hombreras, por ejemplo. Y para estéticas reviradas, la deportiva de los 80. Sí, les estoy hablando de ese instrumento de tortura que era el chándal frusfrús, también conocido como chándal de táctel, con esos colores especialmente pensados para provocar un desprendimiento de retina a dos kilómetros de distancia. Con ese forro que se salía por los puños. Pues en los 80, todos con el táctel. Que hubo ahí un momento que intentaron que volviese, pero se conoce que la máquina de control mental no había pasado la ITV porque gracias al cielo, se frenó el asunto.
Hablo del chándal de táctel de los 80, pero los 90 y los dosmiles nos han dejado auténticos engendros de la moda. Como ese jersey que llevábamos todas -admítanlo, no tenemos que avergonzarnos, nos habían lavado el cerebro» que no tenía mangas, pero eh, las mangas no hacían falta. Lo que hacía falta era llevar el cuello vuelto. Entonces íbamos por ahí con un jersey de sisas pero con cuello vuelto que creaba unas corrientes de temperatura que ni El Niño, que los brazos se congelaban en clase y por las noches, en las profundidades de los pubs, nos torrábamos gracias al efecto cuellovuelto.
¿Tenis con tacones?
Luego llegó el destape. Ni sisas, ni cuellos vueltos, ni ná. Hubo un momento en que había que ir con ropa que le faltaban cachos, especialmente camisetas que eran toda una obra de ingeniería y se aguantaban gracias a un hilo dental que le ponían en la espalda. Y hubo un auténtico hijo de su madre que se compró el aparato de control mental edición deluxe y nos convenció a todas de que para que no se nos viesen las ropas interiores, teníamos que comprarnos unos sujetadores que llevaban unas tiras de plástico, silicona o lo que fuera eso. Y nos dijo que la tira era invisible. Y NOS LO CREÍAMOS. Íbamos por ahí diciendo mira, llevo sujetador pero las tiras son invisibles. Y lo decíamos ante un espejo que demostraba que la tira esa se podía ver desde la estación espacial internacional, pero que no, que no, que son invisibles. ¡Transparente no es invisible, señora!
Jaja, y se ríen de lo de las sandalias con calcetines. ¿Pero es que no se acuerdan de los tenis con tacones que estaban tan de moda hace UN AÑO? Tenis con tacones y con chándal. Tenis con tacones, Dios. ¿Pero que aberración es esa? Solo es comparable a... ¡las katiuskas con tacones! En serio, existen, yo las he visto y he conseguido no arrancarme los ojos con una cuchara. Por favor, señores del control mental, por favor, déjennos descansar un poco. Lo de las sandalias con calcetines ya está, el mal ya está hecho, pero apaguen las microondas y déjennos volver a la camiseta y los vaqueros. Hasta septiembre aunque sea, que no pido más.