Un equipo de científicos estadounidenses ha resuelto el misterio del lago seco de California
28 ago 2014 . Actualizado a las 22:33 h.Un equipo de científicos estadounidense ha resuelto el misterio de las piedras que se mueven solas en el lago seco del Valle de la Muerte, en California. Se trata de la primera vez que una persona ha podido observar este fenómeno en directo.
A principios de la década de los años 40 se descubrió que los cientos de rocas que se extendían por el valle -algunas de ellas pueden pesar hasta 320 kilos- dejaban tras de sí un rastro de movimiento, como si se hubieran desplazado reptando. Sin embargo, esta teoría nunca se pudo confirmar, ya que nadie había visto, hasta ahora, en directo lo que provocaba estas formas.
Para lograrlo, los expertos decidieron supervisar las rocas de forma remota, mediante la instalación de una estación meteorológica de alta resolución capaz de medir ráfagas a intervalos de un segundo y montando unidades GPS activadas por movimiento a medida en algunas de ellas. Uno de los autores del experimento, que ha sido publicado en Plos One, Ralph Lorenz ha reconocido que pensó que sería «el trabajo más aburrido de todos», ya que tenían que espera a que algo sucediera. Sin embargo, la investigación comenzó en el 2011 y en diciembre del 2013, los investigadores llegaron a Valle de la Muerte para descubrir que la playa estaba cubierta con un estanque de agua de siete centímetros de profundidad. Poco después, las rocas comenzaron a moverse. «La ciencia tiene a veces un elemento de suerte», ha apuntado otro de los científicos, Richard Norris. «Pensábamos que tendríamos que esperar entre cinco y diez años sin que nada se moviera, pero sólo habían pasado dos años de proyecto y estuvimos en el momento adecuado para ver qué sucedía en persona», ha señalado.
Sus observaciones muestran que para que las rocas entren en movimiento se necesita una rara combinación de eventos. En primer lugar, que el lago se llene de agua, que debe estar a una altura lo suficientemente profunda para formar hielo flotante durante las noches frías de invierno, pero lo suficientemente poco profunda como para no bloquear las rocas. Como las temperaturas nocturnas se desploman, el estanque se congela para formar láminas delgadas de hielo, que debe ser lo suficientemente delgado como para moverse libremente, pero lo suficientemente grueso como para mantener la fuerza. Los días de sol, el hielo comienza a derretirse y a romperse en grandes paneles flotantes que los vientos ligeros impulsan a través de la explanada, empujando las rocas y dejando rastros en el barro blando debajo de la superficie. «El 21 de diciembre de 2013, tuvo ligar la ruptura de hielo alrededor del mediodía, oímos estallidos y crujidos procedentes de toda la superficie del estanque helado y pensamos: ¡es esto!» ha explicado Norris.
Estas observaciones ponen patas arriba las teorías anteriores que habían propuesto como posible causa de este evento los vientos con fuerza de huracán, los remolinos de polvo, las películas de algas resbaladizas o láminas gruesas de hielo. En cambio, las rocas se mueven bajo vientos suaves de unos 3 a 5 metros por segundo y fueron impulsados por el hielo de menos de 5,3 milímetros de espesor. Además, las rocas se movieron sólo unos entre 2 y 6 metros por minuto, una velocidad que es casi imperceptible a distancia y sin puntos de referencia estacionarios.
«Es posible que haya turistas que lo hayan presenciado sin darse cuenta» ha apuntado el científico, quien ha apuntado que es «realmente difícil de medir si una roca está en movimiento cuando todas las rocas a su alrededor también se están moviendo». Rocas individuales se mantuvieron en movimiento desde unos pocos segundos hasta 16 minutos. En un caso, los investigadores observaron rocas que viajaron más de 60 metros antes de detenerse y algunas que fueron desplazándose por etapas, moviéndose varias veces antes de llegar a su lugar de descanso final.