Las diferencias entre países pobres y ricos enredan el acuerdo
04 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.La sombra de Copenhague planea sobre la cumbre del clima de París. Si en el 2009 las diferencias entre países industrializados y en desarrollo sobre quién debía asumir el protagonismo en la reducción de emisiones de efecto invernadero y pagar la correspondiente factura llevó al fracaso de las negociaciones, el mismo esquema se ha repetido en los primeros días de negociaciones, pese a que ahora el escenario es distinto.
A diferencia del Protocolo de Kioto, que entró en vigor en el 2005, ahora todas las partes se comprometen a contribuir a la reducción de emisiones en la medida de sus posibilidades. Es algo que, a priori, no se discute, pese a que en la primera fase de Kioto este esfuerzo fue asumido en exclusiva, salvo por Estados Unidos, por 55 países industrializados. Quedaron fuera gigantes como China, ahora el mayor contaminador, y potencias emergentes como India, Brasil, Sudáfrica o México. Ahora, la cuestión es cómo se reparte este esfuerzo y quién debe pagar más.
En la lucha de bloques, el llamado g-77+China, que agrupa a 134 países, mantiene las posiciones del pasado, aunque con matices: son los países industrializados, que llevan más de un siglo liberando dióxido de carbono a la atmósfera, los que tienen que asumir el mayor esfuerzo y los que tienen que poner el dinero sobre la mesa -96.000 euros anuales- para ayudar a los Estados en desarrollo a iniciar la transición hacia una economía verde, basada en fuentes renovables, y a paliar los impactos del cambio climático que ya están sufriendo.
Existe consenso, por ejemplo, de que se debe ayudar a las cerca de 50 naciones agrupadas en la Alianza de Pequeños Estados Insulares, que ya sufren las consecuencias, y a otros países vulnerables de África, Asia y Latinoamérica. Pero la cuestión se complica si parte de este dinero debe desviarse a economías como India, Nicaragua o Venezuela, las que están poniendo mayores obstáculos en las negociaciones, o, por el contrario, debe ser también uno de los donantes. Por contra, China, que ahora va por libre, parece dispuesta a asumir compromisos financieros y a estabilizar sus emisiones de CO2.
Las diferencias se mantienen y el tiempo corre, porque el sábado debe estar ya listo un borrador que sirva de base para que los ministros alcancen un acuerdo a partir del próximo lunes.