«Al caballo le da igual quien seas»

Carlos Cortés
carlos cortés MONFORTE / LA VOZ

SOCIEDAD

ROI FERNÁNDEZ

En Monforte está la única granja gallega que utiliza estos animales para entrenar a ejecutivos

14 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Para montar a caballo es precisa una técnica básica, claro, pero también hace falta convencer al animal de que se deje guiar. Y ese es el principio del entrenamiento con caballos para mejorar las habilidades de equipos de trabajo y de ejecutivos de empresa. Se trata de una alternativa en auge y bien implantada en otros lugares, donde ya lleva tiempo comiéndole terreno a los más clásicos combates con escopetas de bolas de pintura, pero todavía muy desconocida en Galicia. En Monforte está la única granja que la aplica. La dirige Candy Rodríguez, una veterinaria que decidió formarse específicamente para este trabajo tras cinco años de experiencia como monitora en la escuela de equitación que gestiona con su familia. «Buscaba herramientas no para tratar con los caballos, que esas ya las tenía -explica-, sino para hacer que los alumnos entiendan por qué a veces no les hacen caso».

¿Y por qué no hacen caso? Básicamente porque quien les da las órdenes no adopta la actitud adecuada. Los caballos son animales sociales y encuentran la seguridad en el grupo. «Cuando interactúan con alguien -dice Candy Rodríguez-, tienen en cuenta si te comportas con seguridad, coherencia, justicia.... y si no lo haces deciden que no le interesas y no te hará caso». Es decir, hay que convencerlos de que hacer lo que uno les pides es seguro y tiene un sentido. Y para eso hay que demostrar una serie de cualidades que le vienen muy bien a cualquiera que pretenda dirigir a un grupo de personas.

Igual que en las relaciones entre humanos, la capacidad para generar confianza en un caballo tiene mucho que ver con el lenguaje corporal, pero no se trata solo de eso. «Hay que estar enfocado en lo que quieres lograr que haga y tener confianza en que lo vas a conseguir», resume la entrenadora. 

Las sorpresas del grupo

Es relativamente frecuente que las sesiones de entrenamiento con grupos enviados por empresas deparen sorpresas. Porque los caballos puede perfectamente decidir no hacerle ni caso al directivo de más rango. «A ellos les da igual quién seas, no prejuzgan, sino que toman sus propias decisiones en función de lo que ven», explica Candy Rodríguez.

En estas granjas, el trabajo se organiza en función de lo que demanden los clientes. Pueden querer mejorar dinámicas de grupo, trabajar el liderazgo individual de sus ejecutivos o enseñar técnicas de comunicación no verbal. En todo los casos, la ventaja es que la respuesta que obtienen es inmediata. El caballo responde bien o no responde en absoluto. Y eso es inapelable.

Animales emocionalmente equilibrados

La granja de Candy Rodríguez se llama finca El Carmen y está en un paraje rural a siete kilómetros de Monforte. Ayer por la mañana tenía entrenamiento con un grupo de niños. Unas pequeñas de no más de diez años caminaban junto a un caballo enorme que les doblaba en altura. A un profano puede impresionarle y ve un cierto riesgo, pero ella asegura que no lo hay. «Alguien que haga este trabajo tiene que conocer a sus caballos -asegura- y yo sé que puedo dejar a cuatro niñas caminando a su lado y no pasa nada».

En las escuelas de equitación en las que se realizan terapias se pueden ver monturas de todo tipo. Da igual que sean adultos o potros, yeguas o machos, si se trata de animales bien dotados para la carrera o si por el contrario son razas seleccionadas para la carga. Pero no vale cualquier ejemplar. «Nuestros caballos -cuenta Candy Rodríguez- viven en fincas, están socializados en manadas, tienen comida y agua y todas sus necesidades básicas cubiertas y son animales emocionalmente equilibrados». Es necesario que lo sean para responder bien y con seguridad en las sesiones de terapia. «Los caballos que se dedican al coaching tienen que estar al 100 %», explica. En caso contrario, explica esta especialista, no serán capaces de rendir con todo su potencial, «porque están centrados en su malestar».