El caso Wanninkhof, el asesinato de Asunta Basterra, el crimen de la calle Oporto o El Chucán: todos fueron juzgados bajo la misma fórmula, pero ¿qué sucedió?
11 nov 2019 . Actualizado a las 16:19 h.José Enrique Abuín, el Chicle, autor confeso de la muerte de Diana Quer, vuelve a los titulares. Este martes declarará como único acusado de este crimen ante un tribunal, pero también frente a cinco hombres y cuatro mujeres. Y es que este lunes sí se ha formado el jurado popular, después de un aplazamiento de dos semanas.
¿qué es el jurado popular?
Con el inicio de este mediático se pone de nuevo de relevancia la figura del Tribunal del Jurado, que desde 1995 introduce a los ciudadanos en la administración de justicia. Se obedecía así a un mandato de la Constitución de 1978.
Para formar parte de uno de estos jurados hay que ser mayor de edad, tener la nacionalidad española y saber leer y escribir. Un grupo formado por nueve hombres y mujeres, y dos suplentes, que se ven ante la ardua tarea de decidir sobre homicidios u asesinatos, casos de incendio, cohecho, malversación de caudales públicos o emisión del deber de socorro, entre otros.
Asesorados por un juez profesional, al final del juicio tienen que emitir un veredicto, pero siempre es el juez quien dicta la correspondiente sentencia.
Una figura no exenta de polémica ni de casos en los que ciudadanos de a pie se enfrentaron a titánicos retos.
Caso Wanninkhof
La betanceira Dolores Vázquez pasó 17 meses en la cárcel. Había sido condenada por un jugado a 15 años de prisión por el asesinato de Rocío Wanninkhof en 1999. Fue el Tribunal Superior de Andalucía y el Supremo los que decretaron que debía celebrarse un nuevo juicio. Faltaban pruebas. El primer jurado dijo que era culpable después de pensarlo durante dos días. Se iba a poner en marcha un nuevo proceso judicial con jurado popular, pero eso no sucedió. La casualidad llegó en ayuda de la gallega. En septiembre de 2003 la policía relacionó al británico Tony King con otro caso, el asesinato de Sonia Carabantes. A su vez, comprobaron que sus huellas también estaban en una colilla que apareció en la escena del crimen de Rocío Wanninkhof. Dolores Vázquez quedó en libertad. Dejó España para vivir en el extranjero. En sus escasas apariciones públicas siempre ha mantenido que sigue viviendo en una prisión.
Asunta Basterra
Cuatro mujeres y cinco hombres se convirtieron en septiembre de 2015 en el jurado del caso Asunta. Comenzaban así cuatro largas semanas de juicio en las que esos ciudadanos escucharon a más de 130 testigos y peritos. Partían de cero en un caso que llevaba casi dos años ocupando todas las portadas de los medios de comunicación. Gran parte de la información del sumario había sido incluso filtrada, lo que levantó una enorme polvareda. El jurado del caso Asunta tenía que decidir si Rosario Porto y Alfonso Basterra habían acabado con la vida de su hija de 12 años y habían dejado su cuerpo en una finca de Teo.
El 30 de octubre, en su quinto día de deliberación, declararon a los padres de Asunta, por unanimidad, culpables. Habían asesinado a la niña. Para el jurado, Asunta no pudo defenderse. Concluyeron que fue sedada durante meses y asfixiada por sofocación. Pidieron la pena máxima para ellos: 20 años.
En sus determinaciones fueron incluso más allá que el fiscal y despejaron una de las grandes incógnitas. El jurado no pudo negar que Alfonso Basterra estuviese en Teo el día del crimen.
Las defensas recurrieron e incluso pusieron en duda la imparcialidad del jurado. El Supremo les dio el último portazo legal confirmando los 18 años de prisión. Antes, el TSXG había avalado el veredicto y la labor del jurado.
Crimen de la calle Oporto
Jacobo Piñeiro se sentó por primera vez en el banquillo en 2009 acusado de haber asesinado a Isaac Pérez y a Julio Anderson. Los hechos tuvieron lugar en la calle Oporto, en Vigo, en 2006. El joven había cosido a puñaladas a las víctimas. El jurado le absolvió. Consideró que, a pesar de las 57 cuchilladas con las que acabó con la vida de las víctimas, Jacobo había actuado en legítima defensa, movido por el pánico absoluto y el miedo a ser violado. Sí se le condenó a 20 años de cárcel, pero por haber provocado el incendio que acabó con el piso donde sucedió todo. Todo ello cuando la fiscalía pedía 60 años de cárcel. La acusación popular enseguida levantó la voz. Desde el primer momento pidieron la repetición proceso y que le juzgase un jurado profesional.
En 2010 el caso volvía a girar. El Supremo declaró nula la condena y ordenó repetir el juicio, pero de nuevo bajo la misma fórmula: con jurado popular.
Cuatro años después del crimen, los nuevos miembros del jurado, por unanimidad, consideraron probado que Jacobo Piñeiro había matado a Isaac y Julio y que había aumentado «deliberada e inhumanamente el dolor de ambos». Consideraron probado que no actuó en legítima defensa, ni bajo el efecto del alcohol o las drogas. Jacobo Piñeiro fue condenado a 58 años de cárcel.
O Chucán
Especialmente complejo fue el caso del crimen de Sober. José Carnero llegó a los tribunales por haber matado a una prostituta en su propia casa en el año 2011. El primer jurado le declaró inocente. Aseguraron que las pruebas no eran suficientes.
Días después José Carnero se inculpó ante un periodista de La Voz de Galicia. Había sido él quién había matado a Pilar Palacios.
A finales de 2012, otro jurado se encontró de frente con el caso. Y aunque José Carnero lo negó, fue condenado a 10 años de cárcel. Había que restarle los tres que ya había pasado en prisión.
Ruth y José Bretón
El abogado de José Bretón, único acusado del crimen, mantuvo desde el primer momento que era un error que un jurado popular determinase si su defendido había matado a sus niños. El letrado José María Sánchez de Puerta siempre repetía lo mismo: Bretón estaba ya «crucificado» y «condenado» por la opinión pública. Incluso presentaron un recurso para pedir que fuese juzgado por un jurado profesional.
Siete mujeres y dos hombres emitían en 2013 un rotundo y unánime veredicto: José Bretón era culpable del asesinato de sus dos hijos, Ruth y José. Consideraron que acabó con ellos y los quemó en la finca de Las Quemadillas como venganza contra su exmujer. Fue condenado a 40 años de cárcel.
David Oubel
El crimen del parricida de Moraña ha sido uno de los más terribles de los últimos años. En este caso, al jurado popular no le tembló el pulso. Por unanimidad, David Oubel fue declarado culpable del asesinato de Amaia y Candela. Eran sus hijas. Pasaba con ellas el fin de semana del 31 de julio de 2015 cuando les dio muerte con una radial. El cuerpo de una de las niñas presentaba incluso señales de lucha.
El jurado solo se lo pensó durante dos horas. Solo tuvieron que deliberar sobre cinco preguntas. Oubel había reconocido días antes su autoría. Su pena no tiene precedentes, la más parecida a la cadena perpetua: prisión permanente revisable. Una pena en cuestión por la que precisamente está luchando, entre otros, la familia de Diana Quer.