La cercanía con Lisboa fue un aliciente para muchos seguidores que sumaron la capital lusa a sus listas de viaje
13 may 2018 . Actualizado a las 08:13 h.¿Eurofan se nace o se hace? Cientos de gallegos han viajado esta semana a Lisboa para disfrutar de la 63.ª edición de Eurovisión. Vicente Rico, coruñés, ha sido uno de ellos y recuerda ver «desde pequeño el festival siempre con la familia en casa, es una noche muy familiar. Soy eurofan de toda la vida prácticamente». Él ha conseguido hacer de su afición su profesión y este año celebra una década de festival en festival. Aunque trabaja en una perfumería de barrio, lleva más de una década cubriendo el certamen para una web que ya se ha convertido en la segunda a nivel mundial sobre Eurovisión. «Hay una doble vida de lo que es mi trabajo que de verdad me da de comer y otra cosa que se ha ido convirtiendo con el paso de los años en otro trabajo», comenta Vicente, que defiende su fanatismo y no entiende que el concepto eurofan esté «tan denigrado». «No varía mucho de un aficionado a las motos que se recorre toda España para ir a las concentraciones, de un futbolero que se desplaza a diferentes capitales del mundo a ver mundiales o eurocopas... Cada uno tiene su afición y a mí me encanta la gente que lo vive con pasión, que disfruta y que se lo pasa bien».
Otros fans eurovisivos llegan también de Ourense, uno de nacimiento y otro de adopción. Son Eliseo e Iván, que llevan 13 y 10 años, respectivamente, viajando por toda Europa. «Somos eurofans porque nos gusta la música, conoces muchos grupos, mucha cultura y, además, viajas», aseguran. Pero todo esto conlleva unos gastos que «al final son bastante elevados», aunque con organización, «cada mes o cada dos vas pagando alguna cosa para que no sea tan de golpe». A los gastos de las entradas se suman «alojamiento, viaje, comer...», generando una factura gruesa. Tienen que coger vacaciones también en sus trabajos, aunque Eliseo no lo tiene complicado. «Ya saben que soy eurofan y el mes de mayo ya me lo dan a mí», reconoce feliz.
Desde A Coruña viajó Miguel. En el 2002, el año de Rosa López con Europe’s Living a Celebration, asistió por primera vez al festival, que se celebraba en Tallin. «Ese año fue un bum espectacular por el tema de la primera edición de Operación Triunfo, estaba como en una nube», afirma el gallego. Su pasión de verdad viene «a partir de 1997, cuando participó Marcos Llunas, ahí me dio ya el gusanillo más fuerte y ya me metí de lleno en la afición». Sin embargo, sus primeras reminiscencias eurovisivas vienen desde muchos años atrás. «Uno de los recuerdos es de 1979 con Betty Misiego. Era muy pequeñito y al día siguiente me despertó mi madre para decirme que habíamos quedado segundos», comenta Miguel. Entre sus aficiones, está la de escribir en su blog Eurovisionspot algunas de las cosas que suceden en el festival. Reconoce que hay «muchísimas anécdotas» cada año, pero recuerda con cariño cuando conoció a algunos de los comentaristas como «Uribarri o José María Íñigo, recientemente fallecido. Estás acostumbrado a escuchar Eurovisión a través de sus voces y cuando los conoces en persona es impresionante».