La nave, con escudo especial que la protege, ofrecerá una respuesta a los misterios que aún ofrece el astro
13 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.La sonda Parker Solar Probe puso ayer rumbo hacia la historia. Después de un intento fallido el sábado, la nave se dirige ahora en una misión de siete años hacia la corona solar, adonde no ha llegado nunca ninguna nave construida por el hombre. ¿El objetivo? Desvelar los misterios que aún guarda el astro rey e intentar predecir a través de su estudio la llegada de las tormentas solares a la Tierra. A lo largo de los siete años que en principio durará la aventura, la nave, del tamaño de un automóvil y con un coste de 1.313 millones de euros, orbitará el Sol 24 veces. En cada una de ellas irá acercándose más y más. Así, durante la primera -en noviembre de este año- se situará a 25 millones de kilómetros de distancia del centro del astro, mientras que durante las tres últimas órbitas, hacia el 2024, estará a tan solo 6,2 millones de kilómetros. El récord de acercamiento a nuestra estrella hasta ahora lo ostenta la sonda Helios B, que en 1976 estuvo a 44 millones de kilómetros de distancia.
Acercándose más al Sol que cualquier nave espacial en la historia, el objetivo principal de la sonda es desentrañar los misterios de esta estrella, en especial, la inusual atmósfera de su superficie. El módulo está protegido por un escudo compuesto de carbono de una docena de centímetros de espesor que debe proteger los instrumentos científicos que transporta de una temperatura de casi 1.400 grados centígrados. En su interior, sin embargo, la temperatura debería ser tan solo de 29 grados.
Cuando esté cerca del Sol, Parker recorrerá el equivalente de un trayecto entre Tokio y Nueva York en un minuto, a una velocidad de 700.000 kilómetros por hora, lo que la convierte también en el objeto más rápido construido hasta ahora por el hombre.
La corona solar no solo es 300 veces más caliente que su superficie, sino que también emite poderosos plasmas y partículas energéticas que pueden liberar tormentas geomagnéticas espaciales, causando estragos en la Tierra al interrumpir la red eléctrica. Pero se sabe muy poco sobre estas explosiones solares. Y resolver el misterio es uno de los grandes objetivos del proyecto de la NASA. «Podría ayudarnos a predecir mejor cuándo podría golpear la Tierra una tormenta solar», apunta Justin Kasper, uno de los científicos del proyecto y profesor de la Universidad de Míchigan.
Pero la propia corona solar, la región luminosa que brilla alrededor del disco durante un eclipse, también es un misterio en sí misma. Por alguna razón desconocida, que la sonda tratará de averiguar, las temperaturas llegan a ser hasta 300 veces más altas que en la superficie de la estrella. «Es muy extraño. Estamos acostumbrados a la idea de que, si estoy junto a una hoguera y me alejo, la temperatura baja. Pero esto no es lo que ocurre en el Sol, donde la temperatura aumenta al alejarse de la fuente de calor, explicó Alex Young, científico de la NASA. Por lo tanto, tiene que haber algún mecanismo desconocido que caliente la corona.
Desde hace más de 60 años los científicos han soñado con construir una máquina de ese tipo, pero solo recientemente la tecnología ha permitido fabricar el escudo necesario para soportar temperaturas tan altas.