«Tardé diez años en poder decir en público que no podía ser madre»

Mila Méndez Otero
mila méndez A CORUÑA / LA VOZ

SOCIEDAD

Santi M. Amil

Esta paciente de endometriosis recibirá una ovodonación por la sanidad pública

30 mar 2019 . Actualizado a las 16:49 h.

Le diagnosticaron endometriosis a los 21 años. «Tardé diez en decir públicamente que no podía ser madre». Fue en una reunión familiar. «Llevaba dos años casada y no paraban de preguntarme cuándo daría la buena noticia. Ese día me cansé, exploté, y lo conté. Fue una liberación». Marta Gallo (Monforte de Lemos, 1984) es «infértil en un 98 %» como consecuencia de la dolencia crónica por la que el endometrio, la mucosa que recubre el interior del útero, crece fuera de su cavidad. Le quitaron los dos ovarios, las trompas y siete centímetros de intestino. La enfermedad, en grado IV, parece que le da un respiro: «Está estable». Tiene otra buena noticia: «He empezado el proceso para una ovodonación por la sanidad pública», anuncia.

Aunque Galicia es una de las pocas comunidades que ofrece esta posibilidad, - también el País Vasco o la Comunidad Valenciana-, la falta de publicidad reduce su margen de actuación. «Cuando pregunté qué podía hacer, en el propio hospital, me remitieron a las clínicas privadas», recuerda con un tono crítico. «Como mínimo -detalla Marta-, son 6.000 euros. Eso, si va bien a la primera. Una compañera gastó 21.000 euros. Yo me dije, ¿por qué, si esto lo cubre el Sergas?».

La excusa que le dieron fue «que no hay donantes y que por eso la lista de espera no avanza. Nunca vi un cartel informativo en ninguna consulta ginecológica. Por desgracia, recorrí las de casi todos los hospitales de Galicia», apunta Marta, que es delegada en la comunidad de Adaec, la asociación estatal de afectadas por endometriosis. Tras su primera entrevista en La Voz recibió un aluvión de llamadas de voluntarias. «En la Seguridad Social la donación es anónima, no se puede proceder así, pero agradecí mucho el gesto. Ninguna sabía que era posible donar en la sanidad pública», subraya.

De Change.org a Bruselas

Como hizo antes Andrea González Sixto, otra de las 60.000 gallegas que, se calcula, padecen endometriosis, Marta inició una petición de firmas en Change.org. Además, puso en marcha la campaña de visibilización Viva, valiente y victoriosa -donde personajes públicos gallegos se fotografían con su camiseta- y participó en un encuentro en el Parlamento Europeo con afectadas de toda España. «Creamos la red nacional de asociaciones -en Galicia también está querENDO- y una hoja de ruta para el 2019», indica.

En la comunidad, remarca, «el principal reto es la creación de una unidad multidisciplinar. Con fisioterapeutas, ginecólogos, psicólogos, cirujanos... A Coruña, Vigo y Ourense, desde el 2016, cuentan con un grupo especializado, pero no tienen todos los profesionales necesarios. En el CHUO, por ejemplo, los ginecólogos se coordinan con los equipos de urología, radiología y los anestesiólogos, pero no forman parte de su unidad», explica Marta, que añade: «A una asociada la endometriosis le ha tocado la ciática. Anda con muletas. Otra ha sufrido ocho abortos, no puede tomar antidepresivos si está en un tratamiento de reproducción. Es una enfermedad compleja que tienen que abordar diferentes especialistas».

El tema tabú

Los mensajes han vuelto a llenar a su móvil. «Mi expediente, que estaba en A Coruña, se ha trasladado a Ourense. De ahí me han derivado al Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo para someterme a la ovodonación. Ha sido una sorpresa. Algunas felicitaciones de las que recibí son del tipo ‘por fin vas a ser madre’. Para empezar, no sé si lo lograré», advierte.

Hay palabras que encierran ideas que parecían superadas. «La infertilidad femenina sigue siendo un tema tabú. Los allegados te miran con pena, como si algo fallara en ti. En el hospital, algunos médicos te hacen sentir culpable. Como si hubieras provocado un accidente», compara. También hace una confesión. «En una de mis primeras consultas en la unidad de reproducción humana de Monforte me encontré con una conocida. Estábamos para lo mismo. Hasta la tercera vez que coincidimos no nos preguntamos qué tal nos iba. Para mí, buscar la normalidad cuando hablas de infertilidad ya es un éxito», cuenta Marta. Sobre el proceso de ovodonación, quiere recalcar lo importante: «Aún no sé si seré madre, intentarlo por la sanidad pública es una victoria. Al hablar y denunciar esta necesidad quiero pensar que hemos podido allanar el camino para otras mujeres. La victoria es reclamar lo que es justo. Y tener una respuesta».