Un grupo de submarinistas vascos crearon un trayecto que va desde Hondarribia hasta A Coruña, con un total de 21 etapas bajo el agua
30 sep 2019 . Actualizado a las 19:50 h.Tuvieron que cambiar los bastones de peregrino por bombonas de buceadores, pero llegaron a su destino: la plaza do Obradoiro. Una estampa cuando menos peculiar en la capital gallega. «En vez de peregrinos, nosotros nos llamamos 'peregrinosub'», dice Iker Yraolagogitia. Y eso es precisamente lo que son, pero por una vertiente hasta ahora no explotada del Camino de Santiago: el fondo del mar Cantábrico. Desde Hondarribia hasta A Coruña.
Yraolagoitia, uno de los cuatro participantes que recientemente terminaron el Camino de Santiagua —denominación que quisieron darle a este particular camino— aclara que su propuesta consta de dos partes: la primera, el buceo; la segunda, el trekking. Así, lo que este grupo de vascos plantea es sumergirse en determinados puntos y trasladarse a pie entre las 21 etapas que conforman el Camino de Santiagua. «Contamos con la colaboración de 23 centros de buceo que nos trasladan en sus embarcaciones hasta la zona de inmersión, donde buceamos entre una hora y media y dos horas al día», señala.
Apoyados por el gobierno del País Vasco y el de Cantabria, este grupo de amigos, liderado por Adolfo Rodríguez (Euskobuzo), quiere implantar diferentes monolitos submarinos a lo largo de la ruta que han creado. Por el momento, en el fondo del Cantábrico ya se pueden ver dos de ellos: uno en la zona portuaria de Getxo y otro en Santander —esta localidad cuenta además con uno situado en la superficie del puerto—. «Los colocamos en espacios a buen recaudo de las corrientes. Aunque la idea está avalada por informes de biólogos, todavía nos faltan algunos permisos de costas para colocar los monolitos restantes», explica.
De hecho, su objetivo es conseguir formalizar esta ruta como una de las diferentes alternativas de peregrinaje al Obradoiro. Si todo sale según lo previsto, esperan llegar a tiempo para el Xacobeo 2020. No obstante, advierten, esta modalidad no es apta para todos los públicos. Por las condiciones particulares que presenta, «es necesaria una experiencia de al menos 70 inmersiones. Al fin y al cabo dependes del mar», concreta Iker. Tal y como está planteada, añade, «la ruta la podrán hacer también aquellos que hagan apnea, en lugar de bucear con bombonas».
Lucha ambiental
«Este era uno de los sueños de mi compañero Adolfo. Quería volver a hacer el Camino de Santiago, pero de una manera diferente». Iker, emocionado con su idea, no se lo pensó dos veces y se metió de lleno en el proyecto, que además busca concienciar sobre el cuidado de los mares. «Si seguimos así, nuestro Cantábrico se va a quedar sin fauna ni flora», advierte Yraolagoitia. Esta ruta es su pequeño grano de arena a la lucha contra los microplásticos, la sobrepesca y los vertidos de hidrocarburos en el fondo marino. «Adolfo pudo conocer cómo era en su vertiente más pura. Había muchísimos más peces que ahora», señala.
Además, quieren demostrar que el Cantábrico no es «el patito feo» de los mares, sino que es «maravilloso». Para ayudarles en ese tarea, el equipo fue grabando cada una de las etapas para crear después un documental que les permita ensalzar la belleza y necesidad de cuidado de las aguas marinas.