Maldito Scorsese

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

SOCIEDAD

DANNY MOLOSHOK | REUTERS

04 dic 2019 . Actualizado a las 18:51 h.

La gente tiene derecho a aburrirse con cualquier cosa. Faltaría más. Las pasiones de unos son el sopor de otros. En cuestiones de gusto no hay triunfos a la búlgara. El irlandés, de Martin Scorsese, no puede gustar a todo el mundo. Hay dos corrientes que crucifican a Scorsese más allá del entretenimiento o el gusto por el cine. El director Luc Dardenne critica a su colega por trabajar para Netflix, porque considera que las películas deben lucir en sala grande. Al mismo tiempo, asegura que hay que formar a las nuevas generaciones para que vean cine de autor y no se instalen en las franquicias industriales de superhéroes. Y al coser esas dos reflexiones cae en una pequeña paradoja, porque para gran parte del público la posibilidad de acercarse a las pequeñas rarezas reside en esas plataformas, que ofrecen menús más allá de las palomitas. Pero se ha extendido también otra tendencia interesante: la de aquellos que se niegan a ver El irlandés porque la consideran una cinta machista que le sigue la pista a unos señores mayores e insoportables y que borra el papel de las mujeres. No les importa el contexto. Pero la historia que elige Scorsese es la de unos tipos mafiosos en los tiempos de Jimmy Hoffa y los Kennedy. Por su época y cometido, nadie daría un duro por su feminismo. No salen precisamente bien parados, porque el cineasta aniquila el glamur de los asesinos, tanto el de sus vidas como el de sus muertes. Y la mirada más certera del largometraje es femenina. Ni siquiera necesita palabras. Pero al director le llueven las lecciones. Maldito Scorsese. A ver si aprende de una vez a hacer películas. Que después de Uno de los nuestros, Taxi Driver, Toro salvaje, La edad de la inocencia y Casino ya va siendo hora.