El buque oceanográfico cumple este año un cuarto de siglo viajando por al Polo Sur para apoyar a la comunidad científica
16 ene 2020 . Actualizado a las 12:47 h.Para desplazarse por el mar helado de la Antártida, los investigadores españoles cuentan con el soporte del Buque de Investigación Oceanográfico Hespérides, operado por la Armada. Una embarcación cuya historia empieza por su nombre. «Cuando se decidió la construcción, a finales de los años 80, se barajaron varios. Uno era Mar del sur, como se conocía antiguamente al océano Pacífico. Finalmente se optó por Hespérides, que hace referencia a unas ninfas de la mitología griega que cuidaban el jardín de la sabiduría, una alusión directa al CSIC, cuyo símbolo es el árbol del conocimiento», explica el comandante Emilio Regodón.
El barco lleva tres décadas surcando los océanos del planeta y un cuarto de siglo viajando por las gélidas aguas del Polo Sur para apoyar a la campaña antártica española. Este año celebra sus bodas de plata y lo hace con muy buena salud. «Al Hespérides podemos verlo como un Ferrari, antiguo, pero un Ferrari al fin y al cabo. El casco resiste y el interior se ha modernizado notablemente», señala Regodón.
Uno puede perderse por los 83 metros de eslora y 14 de manga tantas veces como quiera. El tamaño equivale a un piso de ocho plantas en el que hay once laboratorios. En total concentra unos 350 metros cuadrados dedicados a la investigación. Por supuesto, también hay espacios para el ocio. Recorriendo sus pasillos resulta fácil encontrarse con salas donde algunos tripulantes dedican su tiempo de descanso a ver una serie o una película.
Neutralidad política
El ambiente a bordo es excelente, al igual que la hospitalidad, tanto por parte de los científicos como del personal de la armada, que nos miman durante nuestra estancia rumbo a la isla Livingston. En el Hespérides gobierna, además, la neutralidad política, uno de los pocos lugares del mundo donde existe este concepto. «No se permite ningún tipo de manifestación política ni falta de respecto a los símbolos. Aquí venimos a navegar y a hacer ciencia», apunta el comandante, que reconoce que viajar por la Antártida representa para él la mezcla de un sueño personal y profesional. «Es de las últimas fronteras que todavía permanecen en la Tierra. Un lugar prístino y razonablemente inalcanzable. Para todos supone un privilegio estar aquí».
Gallegos a bordo
La financiación del BIO Hespérides corre a cargo del Ministerio de Ciencia y la Unidad de Tecnología Marina del CSIC (UTM) se encarga de su logística. Una de sus sedes está en Vigo y, por tanto, resulta habitual cruzarse con gallegos. «Isto é unha marabilla. Aquí ves cousas que non existen en ningún outro lugar. As condicións son duras, pero ao final acábaste adaptando», comenta Gabriel Campos, que acumula seis campañas trabajando en la mecánica que requieren los proyectos. «Nos primeiros anos quedaba abraiado mirando a paisaxe. Agora vir aquí xa o asumo máis coma un traballo, aínda que dende un punto de vista profesional tamén supón unha experiencia única xa que moi pouca xente pode vir ata este lugar do mundo», añade Pirri Delira, un veterano entre la tripulación. «Para chegar á Antártida, antes vas pasando por portos de Brasil, Chile e Arxentina, todos eles moi fermosos. Podo ver mundo grazas ao meu traballo. Logo chegas aquí e te quedas sen palabras para expresar a emoción que se sinte», reconoce Alfonso Caínzos, sargento y contramaestre del buque.