Observamos in situ las consecuencias de un verano con temperaturas de récord en el continente helado: deshielo, grietas en los glaciares y potentes torrentes de agua
17 feb 2020 . Actualizado a las 21:39 h.La Antártida podría haber superado por primera vez en la historia la barrera térmica de los veinte grados. Un grupo de científicos brasileños aseguran que el pasado 9 de febrero registraron un valor de 20,75 grados en la Isla Seymour. Esta cifra todavía tiene que ser confirmada ya que desde el Centro Meteorológico Antártico de Marambio creen que podría tratarse de un error de medición.
De lo que no hay duda es de que en el extremo sur del planeta está siendo un verano muy cálido. Hace tan solo unos días en la base argentina de Esperanza, al norte de la península antártica, se alcanzaron 18,3 grados debido a la combinación de un río atmosférico, que transporta la humedad de las regiones tropicales, donde abunda, a las zonas en las que escasea. También un fenómeno local conocido como efecto Foehn, en el que influye la orografía.
Ahora mismo el valor de Esperanza representa el récord, a falta de saber que ha pasado realmente en Seymor. Estas dos anomalías térmicas positivas tan notables en una sola semana ofrecen una idea de la situación tan excepcional. Son valores que superan por mucho los registros habituales a pesar de estar en el verano austral. La media en esta época del año suele oscilar entre los 0 y los tres grados en esa zona de la Antártida.
En Livingston primero y ahora en Decepción, dos islas que forman parte del archipiélago antártico Sethand del Sur, donde se encuentran las bases españolas Juan Carlos I y Gabriel de Castilla, he podido experimentar las altas temperaturas y presenciar también las consecuencias. Durante esta última semana, viajando por el volcán, los efectos del deshielo son cada vez más visibles, por ejemplo en el suelo. «La descongelación del permafrost está siendo intensa y se produce una erosión muy fuerte. Además el glaciar también se está derritiendo y generando torrentes de agua y grietas. Hemos podido ver incluso en vivo y en directo una corriente de barro. Cuando el sedimento se satura mucho por el agua, pierde consistencia y debido a que se encuentra en una zona alta se desliza produciendo una corriente de barro que tiene un poder erosivo muy importante», explica el investigador José Luis Granja, que forma parte del proyecto científico Bravoseis, que estudia el entorno de la isla Decepción.
Algunas rutas como la que transcurre desde la base española hasta la Costa Recta, que da nombre a un arenal de siete kilómetros que reúne cientos de pingüinos y lobos marinos presenta un aspecto irreconocible. «He hecho este mismo camino a comienzos de enero y había mucha nieve durante todo el recorrido. Ahora lo único que queda es hielo fundiéndose y torrentes de agua muy potentes», confiesa el capitán Óscar Araujo, jefe de navegación de la base antártica que gestiona el Ejército de Tierra.