«La ponemos en la lista para realizar la prueba. Están tardando, sí. Varios días. Hay mucha gente llamando»

Carmen Lage

SOCIEDAD

El 900 400 116 es el teléfono para dudas y señales no graves del coronavirus, en el que hay que insistir, pero siempre coge alguien, una persona que sigue estrictamente el guion

23 mar 2020 . Actualizado a las 18:10 h.

«Vostede está a chamar ó teléfono de información sobre o coronavirus. Neste momento todas as nosas liñas están ocupadas», esa es una opción. La otra es esta: «Neste momento todos os nosos teleoperadores están ocupados…». A veces, durante la espera, la voz de una mujer te da consejos sobre la enfermedad. Seguro que no soy la única gallega que ya se sabe de memoria el 900 400 116. Es el teléfono para dudas y señales no graves del coronavirus. Hay que insistir sí, pero siempre cogen. Al otro lado del teléfono suele haber una persona agradable que sigue estrictamente el guion: síntomas, patologías previas, contactos, viajes y tus datos. Lo de los viajes a zonas de riesgo, en mi humilde opinión, ya no tiene sentido porque el virus está aquí. Ya es gallego y no solo madrileño, vasco y, mucho menos, chino.

Siguiente problema del 900: la persona que te atiende en una llamada no puede acceder a los datos que otro compañero te tomó el día anterior, o hace tres días, o hace unos minutos. Es decir, si no mejoras, pero tampoco empeoras gravemente (como para llamar al 061) y tienes que volver a marcar el 900 400 116, todo empieza de cero. El cribado para que puedas pasar al segundo nivel, llamémosle Nivel Test, es muy estricto. Fiebre, tos y dificultad respiratoria, o todo o nada. Si tienes fiebre, paracetamol. Si no te baja, vuelta a llamar. ¿Dificultad respiratoria? Tápate la nariz y respira por la boca, si te entra aire en los pulmones la cosa está bien. No me lo estoy inventando, yo misma me he tapado la nariz para comprobarlo.

Bien, pongámonos en el caso de que por alguno de los criterios descritos anteriormente, a los que sumamos ser población de riesgo (mayores, con patologías previas o las dos) o tener un trabajo considerado esencial subes un escalón. «Le ponemos en la lista para realizar la prueba», los días pasan y tú no mejoras. Esperas. Al tercer día vuelta a llamar. La grabación que nos sabemos de memoria una y otra vez. Al final cogen, siempre cogen. «No tiene que hacer nada. Esperar. Quedarse en casa y esperar. Están tardando, sí. Varios días. Hay mucha gente llamando», contesta la pobre mujer que ya se sabrá la vida y las penas de media Galicia. «¿Pero estoy en lista para hacer un test domiciliario o para el famoso test rápido del coche?», es la gran duda del que tose en su casa, o del que tiene fiebre, o del que no sabe qué le pasa. «Nosotros enviamos sus datos y se pondrán en contacto con usted. En principio un equipo del 061 iría a su domicilio. Para los llamados test del coche creo que tiene que ser su médico de cabecera el que lo pida».

Y ahí comienza el segundo round: médico de cabecera. Cita telefónica, recitar el discurso. Él va leyendo, claramente, el cuestionario. Vuelta a empezar. Un cuestionario, todo hay que decirlo, que deja fuera a todo aquel con síntomas no graves y que no sea grupo de riesgo. Todos sabemos quiénes tienen que ser la prioridad, nadie lo duda, pero diagnosticar a personas con sintomatología leve es también la clave para frenar el virus. ¿Y si pasas de pantalla y el doctor de tu centro de salud pulsa el botón para que accedas al Nivel Test? Vuelta a esperar. «Te llamarán».