La canguesa empieza a pensar ya en sus sextos Juegos con 39 años, uno más de lo previsto, encabezando el alivio generalizado entre los olímpicos gallegos
24 mar 2020 . Actualizado a las 17:50 h.«El aplazamiento era algo inevitable. Es lo que tenía que ser». Teresa Portela (Cangas do Morrazo, 5 de mayo de 1982) recibía hoy la confirmación aguardada desde hace días por todo el mundo del deporte: La postergación un año de los Juegos Olímpicos de Tokio. Con el alivio ganándole con cada segundo terreno a los sentimientos de frustración e impotencia con los que ha tenido que convivir en el cuerpo, ella, y el resto de deportistas de élite tras el estallido de la pandemia del coronavirus COVID-19 y la reclusión impuesta en España para intentar poner fin a su dramática propagación.
Portela confiesa que el adiós a la cita de Tokio en 2020 es algo que en un primer momento la «descuadra» tras tanto esfuerzo acumulado para disputar, con 38 años, sus sextos Juegos: «Yo estaba obcecada con trabajar para el 2020». No obstante, la kayakista ofrece una nueva muestra del porqué de su continuidad en la élite durante dos décadas: «Hay que resetear rápidamente, y volver a empezar. No puedes estar lamentándote por algo que ya pasó». Y se aferra a la seguridad ganada como sólido nuevo punto de partida: «Lo bueno es que ahora no tengo que rendir cuentas en cuatro meses sin poder entrenarme. Nosotros necesitábamos una certeza. No saber si se celebraban o no los Juegos nos generaba ansiedad. Ahora mi objetivo es 2021».
La canguesa reitera que el aplazamiento es la única opción justa, en tanto «si se hubiesen celebrado los Juegos en 2020 serían unos Juegos en desventaja y desigualdad, en los que no ganaría el mejor, sino el que hubiera podido entrenarse», con tantos países ya con restricciones a la circulación de las personas. Un sentimiento generalizado entre los olímpicos gallegos.