«Vi la posibilidad real de morir, si tardan un día más en ingresarme no lo cuento»

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Sandra Alonso

Un error y el caos inicial hicieron que tardaran una semana en hospitalizarle, cuando ya estaba grave por neumonía

02 abr 2020 . Actualizado a las 21:39 h.

Al coronavirus nos enfrentamos todos, porque a todos nos ha cambiado la vida quizás para siempre. Pero hay combates y combates. No es lo mismo tener como única responsabilidad en esta guerra mantenerse apostado en el búnker en el que hemos convertido cada casa que cavar trincheras en la primera línea del frente como lo está haciendo el personal sanitario, los policías, guardias civiles y bomberos, Protección Civil, los transportistas, los trabajadores de los supermercados, los de las tiendas de alimentación y de otros servicios esenciales. Y, de todos, el peor papel en esa batalla es el de víctima. El de los muertos y heridos que conforman cada día un espeluznante parte de bajas que estremece.

Daniel -nombre ficticio- ha visto la crisis del coronavirus desde todas las perspectivas. Como policía, como ciudadano confinado en su domicilio y como enfermo grave. Fue uno de los primeros agentes gallegos en infectarse con el Covid-19 y se ha convertido en el primero en recibir el alta médica. Ya está de vuelta en casa y se encuentra mucho mejor, pero llegó a estar muy grave y su vida corrió peligro. «No pasé miedo, pero sí vi la posibilidad real de que podía morir. Si llegan a tardar doce o 24 horas más en ingresarme no lo cuento. Se lo pregunté así a la neumóloga que me atendió en el hospital HM Modelo de A Coruña y me cambió de tema, salió diciendo que mejor no pensara en ello», relata el agente, que vive en Santiago aunque ahora está destinado en la capital provincial. 

Los primeros síntomas

El infierno por el que pasó este policía comenzó el mismo fin de semana en el que se decretó el estado de alarma. «El domingo por la tarde, día 15, comencé a tener dolor de cabeza, unas décimas y no me notaba muy fino. A la noche ya tenía escalofríos y 37,7 de fiebre y para mí eso ya es bastante, porque no me suele subir. Me tomé un paracetamol de un gramo y me metí en la cama», recuerda.

Por la mañana informó de su estado a su superior, que le dijo que se quedara en casa y que se hiciera la prueba. Eso hizo, aunque no después de múltiples llamadas al teléfono habilitado por el Sergas que en aquellos primeros días de la crisis ni tan siquiera atendía. «Yo estuve llamando y llamando hasta que por fin descolgaron», relata el policía. No le sirvió de mucho, porque al no haber estado en contacto con un positivo confirmado y no tener dificultad respiratoria tan solo le dijeron que se quedara en casa. Aceptó no sin resignación, pero a partir de ese momento todo fue a peor y a gran velocidad.

«El martes ya fue un día muy duro. Como llegamos [los policías] a un acuerdo con la Delegación [del Gobierno] para que nos hicieran la prueba, fui a Vigo y me la hicieron en el Meixoeiro sin bajarme del coche. Me dijeron que en 24 o 48 horas me llamarían con el resultado, pero nunca lo hicieron porque hubo un error. Yo estaba malísimo y no me llamaban, esos fueron momentos duros», explica.

El domingo 22, una semana después de los primeros síntomas, la evolución era preocupante. «Fue el peor día de mi vida, porque veía que me iba a morir y tenía delirios por la fiebre, que no me bajaba. Hasta escupía moco con sangre. En casa tomaba paracetamol, Nolotil y Enantyum y nada, era como si masticase chicle. En urgencias, cuando fui, el médico se metió en el sistema del Sergas y confirmó que era positivo, pero ni me auscultó ni me hizo una placa y me mandó para casa otra vez porque decía que no tenía dificultad respiratoria», se lamenta.

Harto de todo, ya de noche, se puso una mascarilla, se vistió y se fue él solo en moto a las urgencias del hospital HM La Rosaleda de Santiago. «No quería infectar ni a mi familia ni al del taxi, así que me fui así porque estaba fatal y veía que no salía», asegura. Aunque algo drástica, fue la mejor decisión que pudo tomar, porque de allí le derivaron al HM Modelo de A Coruña por si le tenían que ingresar en la UCI y fue en ese centro en el que el trágico camino que habían tomado los acontecimientos se enderezó para bien y el policía vio «la luz al final del túnel».

De tener un mal pronóstico a mejorar gracias a un tratamiento experimental

Este policía llegó al HM Modelo el lunes 23 y la placa que le hicieron mostró una situación más que delicada, con una neumonía bilateral con mal pronóstico. La neumóloga le ofreció someterse a un tratamiento experimental que se ha probado con éxito en otros casos y él aceptó sin dudarlo. «Le dije que de esa había que salir de cualquier forma y la verdad es que enseguida noté mejoría. Al tercer día allí ya me sentía mucho mejor, pero me vi tan mal que incluso le pedí folios a un compañero para hacer testamento», recuerda ahora con alivio, aunque asegura que no tuvo ni ansiedad ni miedo. «Creo que he mantenido la calma y, como se dice, el tipo», añade.

El viernes su estado había experimentado una notable mejoría y el pasado lunes le dieron el alta. Se ha convertido así en el primer policía nacional de Galicia enfermo de coronavirus que ha vencido a la pandemia en el campo de batalla en el que en esas dos semanas de angustia se convirtió su cuerpo.

Ahora ya está en casa, aunque tendrá que permanecer confinado en una habitación independiente y con baño propio para no mantener contacto con su mujer y sus dos hijos a los que aún podría contagiar. «Tengo que estar así hasta el día 11, que me tendrán que volver a hacer el test y, si da negativo, pues podré volver a la normalidad», explica. Mientras tanto, el ordenador, el móvil y la música llenan las horas que llegó a pensar que ya no tendría por culpa del coronavirus.