Un médico de El Molar, en Madrid, última víctima de la epidemia entre este colectivo
06 abr 2020 . Actualizado a las 08:58 h.La muerte ayer del médico de 61 años Luis Pérez, que trabajaba en atención domiciliaria de El Molar (Madrid), se suma a una larga lista ya de más de una decena de sanitarios fallecidos por COVID-19, que, en contra de lo que podría pensarse, se está cebando especialmente con facultativos de atención primaria y en entornos más o menos rurales. Una circunstancia que incide en las críticas de diversas entidades profesionales -el último, el sindicato de técnicos de enfermería SAE- por la desprotección que sufren.
Algunos de los casos que mayor impacto han causado en la opinión pública responden precisamente a este perfil. La doctora Sara Bravo, de solo 28 años, y que, según su entorno, solo presentaba previamente una afectación leve por asma, trabajaba en un centro de salud de Mota del Cuervo (Cuenca) y acabó falleciendo después de ingresar en un hospital de Ciudad Real. También en Castilla-La Mancha, concretamente en Albacete, y en un centro de primaria, prestaba servicio Santos Julián, de 62 años. Un caso muy parecido al de Isabel Muñoz, la facultativa de 59 años de la Fuente de San Esteban (Salamanca), cuya historia resultó especialmente trágica porque, como explicó su hermano, decidió recluirse en casa para no contagiar a la familia y acabó muriendo completamente sola.
El número concreto de víctimas es difícil de determinar, porque el Ministerio de Sanidad solo ha ofrecido balances de contagios -16.191, según la última cifra, hace ya tres días- y no de fallecidos. Sin embargo, distintos medios locales citan varios casos más, como un otorrinolaringólogo del barrio de Sants (Barcelona), el titular de una consulta privada en Tarrasa, en la misma provincia, o un internista de urgencias en el hospital Quirón de Murcia.
«Están perdiendo sus vidas por no contar con las medidas de protección»
Además, el sindicato SAE lamentó ayer los dos últimos fallecimientos de compañeros, acaecidos en Valencia y Vizcaya que, según su propio registro, elevan a cinco las muertes solo en este colectivo de técnicos de enfermería. Así, denuncia SAE, «están perdiendo sus vidas en el ejercicio de su profesión por no contar con las medidas de seguridad adecuadas que garanticen su salud».