Iván Mariñas: «No me dejarían entrar en Galicia si no hubiera salvado a Sara Lúa»
SOCIEDAD
El concursante coruñés de «MasterChef» llegó demostrando su carácter al enfrentrarse a los jueces en el segundo programa
27 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Confianza y seguridad definen a Iván Mariñas, un coruñés que trabaja como entrenador personal en Ourense y que ya ha protagonizado la primera polémica en MasterChef al contradecir al jurado tras una de las pruebas. Tiene una meta clara: ganar.
-¿Por qué decidió presentarse a «MasterChef»?
-Las ganas de aprender y de estar dentro de una plataforma donde están los mejores y donde mucha gente encuentra un trampolín al mundo de la gastronomía. Ahora tengo muchas ganas de cocinar y de aprender de este mundo de la cocina. Antes no podía hacerlo porque era muy amateur y hacía mis pinitos en casa, porque cocinaba todos los días, pero no con esta profesionalidad.
-¿Cuál es su especialidad en la cocina gallega?
- La cocina gallega es lo que más domino. Ya presenté un pulpo con algún tipo de cambio en el casting y con este plato conseguí la cuchara. Toda mi cocina se orienta hacia el producto gallego, porque creo que es extraordinario y el mejor. Aunque vas adaptándote con cosas que vas aprendiendo de otras culturas y de otras cocinas de España, pero el eje central siempre es la gastronomía gallega. Posiblemente, lo que más me gusta cocinar son los productos del mar o arroces mariscados. Me gusta muchísimo también la carne, pero el mar es lo que nos da ese puntito diferenciador. Aún teniendo la ternera gallega que es la bomba y algunos guisos o cocidos brutales, apuesto más por los mariscos y los pescados.
-¿Cuáles son sus platos favoritos a la hora de degustar?
-Soy muy tragón. Me gusta prácticamente todo, menos dos cosillas porque el paladar no está adecuado a ello, pero en general me gusta comer de todo. Es verdad que me cuido bastante, porque no tomo comidas copiosas o con grasas saturadas y me escapo bastante de la bollería industrial, por lo demás soy omnívoro totalmente.
-¿Qué sintió en la prueba final de selección?
-Soy una persona muy nerviosa, aunque no lo parezca. Aunque la fachada diga que estoy tranquilo, tuve como una gastroenteritis nerviosa dos semanas antes, y me presenté con cinco kilos menos a la última prueba de selección. Cuando conseguí el delantal, ya me calmé y volví a mi peso habitual. En realidad, llevaba muy machacado el plato que quería presentar y me salió bastante bien.
-¿Cuál es su objetivo?
-Mi personalidad no me deja pensar en otra mira que no sea aprender y ganar.
-¿Le gustaría dedicarse profesionalmente a la cocina?
-Independientemente de cómo quede en MasterChef, sí, me gustaría. Si son factibles las posibilidades, sería para mí cumplir un sueño. Las cosas están muy difíciles y hay mucha competencia, pero ese sería mi sueño.
-Describa a los tres jueces.
-Cada uno son de su padre y de su madre, pero los tres son muy cercanos. Samantha Vallejo-Nágera es muy jovial y risueña, con un sentido de la estética espectacular, le gusta todo lo ornamental, que las cosas sean muy bonitas. Creo que con Pepe Rodríguez puedo tener buen feeling, porque es muy campechano y lo más parecido al gallego tipo. Y después tenemos a Jordi Cruz, que es muy exigente y todo un crack.
-¿Hay mucho nivel?
-Sí, la verdad es que en el primer casting que hice ya vi nivel, pero no me abrumó. En las distintas fases conocí a gente que tenían muchas maneras. Había de todo, pero en general vi bastante nivel y las cosas podían estar bastante apretadas.
-¿Por qué salvó a Sara Lúa?
-Una de las cosas fundamentales es la tierra. Creo que no me dejarían entrar en Galicia si no hubiera salvado a Sara Lúa. Al final, todo el mundo tiene esa afinidad con sus compatriotas y con su gente más cercana, y en este caso, además de tener una buena relación con Sara Lúa, fue fundamental que fuera gallega y que tuviera la misma pasión por la cocina que yo.
-¿Cómo está siendo su paso por el programa?
-Maravillosa. Mucho más dura de lo que a priori yo pensaba. Tenemos un ritmo de trabajo frenético, pero se aprende bastante. Estoy en un mundo en el que no me había adentrado nunca. Estar rodeado de cámaras, cocinando bajo presión, intentando demostrar lo mejor de mí, es una experiencia dura y gratificante.