Se desintegran en el cielo de Galicia los restos de un cohete ruso Soyuz

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El objeto se desintegró a unos 50 kilómetros de la costa de A Coruña y no supuso una amenaza en ningún momento

28 abr 2020 . Actualizado a las 19:46 h.

Martes. 06.45 de la mañana. Carretera de Bens (A Coruña). Israel Nuñel se dirigía como cada día en coche a su puesto de trabajo en la refinería cuando un intenso destello asomó en el cielo. «Lo miré durante cinco segundos y me di cuenta de que era demasiado grande como para ser una estrella fugaz. Puse los intermitentes de emergencia, paré el coche, cogí el móvil y me puse a grabar. La duración del vídeo es de unos cuarenta segundos, el tiempo que duró el objeto en precipitarse, en apariencia, sobre la torre de Hércules», explica.

Para Israel, un apasionado de la astronomía, fue un momento cargado de emoción. «No tengo telescopio, pero me encanta mirar al cielo y todo el conocimiento relacionado con el cosmos. Este tipo de eventos nos recuerdan lo insignificantes que somos en el Universo». Eso sí, a pesar de haber tenido la suerte de presenciar un fenómeno tan espectacular y poco habitual en Galicia, tiene claro que cambiaría ese instante tan especial por estar cinco minutos con su novia. «Desde que se declaró el estado de alarma no he podido verla. Espero que si todo va bien, este fin de semana tenga la oportunidad de que podamos estar juntos», confiesa.

En el vídeo que grabó Israel, que ya suma miles de reproducciones en las redes sociales, el objeto se asemeja a simple vista a un meteoro, un fenómeno que ocurre cuando los restos de un objeto, como un asteroide, se precipitan por el cielo. Sin embargo, su origen no es natural, sino artificial, tal y como ha confirmado el Observatorio de la Universidad de Santiago. «Son los restos de un cohete Soyuz ruso. Fue lanzado el pasado día 25 de abril desde Baikonur (Kazajistán) para llevar suministros a la Estación Espacial Internacional (ISS). Una vez realizada la operación de descarga, los restos del aparato quedan libres y empiezan a caer y a dar vueltas alrededor de la Tierra. Puede ocurrir, como en este caso, que entren en la atmósfera y acaben desintegrándose antes de caer el mar, que es lo que pensamos que realmente ocurrió. El objeto seguía una trayectoria del suroeste al nordeste, se dirigía hacia el Cantábrico», explica José Ángel Docobo, director del Observatorio Ramón Aller.

«En las imágenes se puede observar un larga y densa estela de gas, que seguramente se originó por el calentamiento del objeto, y además se aprecian muchos fragmentos. Esto suele ser habitual cuando se produce una reentrada de un lanzador porque tienen muchas partes diferenciadas. Si fuera un meteoroide, el objeto no estaría tan fragmentado», sostiene el astrónomo Borja Tosar.

Los vehículos que se encargan de llevar los suministros a los astronautas se componen de diferentes módulos que se van desacoplando en varias etapas desde el lanzamiento hasta que llegan a la ISS. «La Soyuz es solo el lanzador y la carga que llega a la Estación Espacial representa una mínima parte de lo que se lanza. Todo lo demás es combustible y cohetes que funcionan por fases. Lo que se ha precipitado por el cielo coruñés pertenece a la última etapa y se llama Bloque 1, un objeto que se mantiene en órbita, ya que el resto suelen caer mucho más rápido. Su función consiste en proporcionarle un último empujón a la cápsula que contiene los instrumentos científicos y los alimentos para los astronautas que viven en la estación. El material de este tipo de tecnología está diseñado precisamente para desintegrarse durante la reentrada en la atmósfera», asegura Tosar.

El módulo blanco del cohete contiene la carga para la Estación Espacial Internacional mientras que el gris  forma parte de una de las últimas etapas y que sirve para impulsar. Este módulo del Soyuz es el que se desintegró en el cielo gallego
El módulo blanco del cohete contiene la carga para la Estación Espacial Internacional mientras que el gris forma parte de una de las últimas etapas y que sirve para impulsar. Este módulo del Soyuz es el que se desintegró en el cielo gallego Roscosmos

Todo en el Universo está en constante movimiento y caída libre, desde las estrellas y los planetas hasta la ISS. Si los astronautas flotan no es por la ausencia de gravedad, como suele decirse, sino porque caen a la misma velocidad que la estación. «Muy de vez en cuando hay que darle un empujón hacia arriba para mantenerla en órbita y por ello cada poco tiempo se debe enviar un lanzador, además de subir astronautas, comida e instrumentos científicos. Hasta que se incorporen nuevas compañías como la estadounidense Space X, los únicos países ahora mismo con capacidad para enviar material a la Estación Espacial Internacional son los rusos y los chinos. La NASA sigue dependiendo de Roscosmos para hacer ciencia en el espacio. Pero claro, esto genera un trasiego de vehículos entre la superficie y el espacio. Por tanto, que caigan objetos, en realidad, es muy habitual», reconoce Tosar.

Antecedentes en Galicia

En cualquier caso, este tipo de maniobras suelen estar bastante controladas y lo normal es que se precipiten sobre los océanos, pero no cerca de zonas pobladas. «No supuso una amenaza para la población en ningún momento. Son piezas poco pesadas que con el roce atmosférico se destruyen por completo. Tampoco es la primera que sucede algo así en nuestra comunidad. El 16 de septiembre del 2001 se produjo también una reentrada. Como anécdota comentar que sucedió unos días después de los atentados del 11 de septiembre y la persona que se puso en contacto conmigo para informarme del suceso estaba muy asustada porque pensaba que se trataba de un bombardeo. En aquel caso los restos de la Soyuz dibujaron una trayectoria contraria, del nordeste al suroeste y se pudo observar muy bien», recuerda Docobo.

La probabilidad de un impacto por basura espacial es muy baja, pero no nula. En noviembre del 2015 cayeron en la superficie de la localidad murciana de Mula tres cuerpos esféricos pesados, de unos ochenta centímetros de diámetro y recubiertos de material aislante negro. Las investigaciones posteriores desvelaron que se trataban de depósitos auxiliares de combustible de un cohete Atlas V utilizado por la NASA.