La directora de la residencia con más casos de Galicia: «Ojalá alguien me pudiera decir qué se ha hecho mal»

SOCIEDAD

XOAN CARLOS GIL

Después de 116 usuarios contagiados y unos 30 fallecidos, los dos últimos de Aldán se han curado; Laura Cancelo asegura que no saben cómo entró el virus

02 jun 2020 . Actualizado a las 00:24 h.

La residencia gallega más invadida por el coronavirus anunció este sábado que los dos últimos usuarios con covid-19 han dado negativo en las últimas pruebas. En el centro de DomusVi en Aldán (Cangas) llegaron a tener a 116 usuarios y 17 trabajadores infectados y fue la primera intervenida por la Xunta junto con la de Barreiro (Vigo). Laura Cancelo es su directora.

­—¿Cuándo termina la intervención de la Xunta?

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—No hay una fecha oficial. En principio, cuando los residentes que están en la residencia integrada de Panxón [a la que se trasladaron usuarios sanos de Aldán y Barreiro] regresen al centro. Supongo que ahora haremos una especie de cuarentena de 15 días, pero seguimos las instrucciones que nos van dando.

—Son la residencia con más casos de Galicia. ¿Cómo lo han vivido?

—El principio fue muy duro, fue un shock emocional. No somos un hospital, los enfermos son personas con las que convivimos. Trabajamos para intentar salvar la mayor parte de vidas posible. Tuvimos que convertirnos en hospital de un día para otro. Estuvimos trabajando mañana, tarde y noche para poder hablar con todas las familias, pero no nos llegaban las manos ni las líneas telefónicas. Cuando se estabilizó la situación, la comunicación era diaria.

—En su caso fue todo muy rápido. Pasaron de 5 casos a más de 100 en un día.

—Ese día no se nos olvida a nadie. Nos hicieron las pruebas a los 150 residentes y 90 trabajadores el mismo día. Con los resultados... Pero todo el mundo lo dio todo, los compañeros venían a trabajar todos los días, no se quedaban ni a descansar. Si algo positivo se puede sacar es este esfuerzo y este trabajo. Se ha conseguido controlar todo lo que se ha podido. Muchos trabajadores estuvieron muchos días fuera de sus casas, dejaron a los hijos pequeños con familiares, porque trabajábamos con muchas personas positivas. La pena que me queda es que a ellos nadie se lo reconoce.

—¿Cómo entró el virus en el centro?

—No se ha sabido el motivo. Está claro que vino de fuera. Pudo ser un familiar, un proveedor, un trabajador... No tenemos ninguna sospecha. 

—¿Cuántos fallecieron al final? 

—Es un dato que tiene que dar la Administración. Nosotros lo notificamos a diario.

—¿En torno a 30? [La Xunta no aclara cuántas personas fallecen de cada residencia, solo da el total de Galicia]

—Alrededor, sí.

—¿Cómo será el futuro inmediato?

—Lo que más preocupa a las familias son las visitas. Estamos deseando que vuelva la nueva normalidad, pero nosotros no ponemos las fechas, las pone la Xunta. Cada vez que hay un movimiento nos lo tienen que aprobar las áreas sanitarias. En el plan para las residencias hay tres fases. Nosotros estamos en la fase 0 hasta que pasen quince días desde el último negativo, incluidos los trabajadores [hay seis contagiados, aún, según los datos oficiales]. Esperamos que la próxima semana se les harán las pruebas y que den negativo. Las autoridades sanitarias dicen quién pasa de fase y quién no. Las visitas van a tener un protocolo muy estricto. Serán con cita previa, una duración determinada. Otros compañeros ya lo están haciendo y son sobre media hora de visita. Estamos empezando a trabajar de otra manera.

«Nosotros estamos en la fase 0 hasta que pasen quince días desde el último negativo, incluidos los trabajadores»

—¿Cómo eran antes?

—Antes podía venir todo el mundo. Una residencia no es un hospital, es una casa. Siempre tuvimos esta transparencia. La familia podía entrar a las habitaciones, el número de personas que quisiesen, salvo en horarios de comidas y descanso. Ahora no podrá ser así, estarán limitadas y no se podrá pasar a las habitaciones. Ya estamos haciendo actividades en grupos de cinco personas y el comedor se ha organizado manteniendo la distancia.

—¿Alguna familia les ha manifestado que quieran sacar a los suyos de la residencia?

—No. Se dio la oportunidad al principio a quien negativizara. Se fue una persona a domicilio mientras durase esto. 

—El colectivo REDE, de familiares, ha anunciado denuncias por la gestión de las residencias. ¿Ha habido negligencia en su gestión?

—Desde primeros de marzo hemos seguido las indicaciones de la Xunta. A nivel de la empresa nos mandaban unas directrices y La xunta otras. Iban más o menos a la par, y donde no, seguíamos a la Xunta. Hubo visitas hasta que se decretó el estado de alarma, no se pudieron prohibir antes. Ojalá alguien me pudiera decir qué se ha hecho mal, porque si alguien lo supiera, [el virus] no habría entrado. Como directora me hago muchas preguntas. Me he preguntado si había algún motivo concreto, pero nadie me lo ha dicho. Ha habido una pandemia. Si me dijeran que hubo mala praxis, yo sería la primera en decirlo. El trabajo se ha hecho siempre igual. Si [el virus] ha entrado, seguramente alguna persona lo trajo de fuera y se extendió. Entre la gente mayor hay más probabilidades. Es lo que se sabe. Aún sigo aprendiendo cosas nuevas cada día y van cambiando los protocolos. No le deseo esto a nadie.

«Hubo visitas hasta que se decretó el estado de alarma, no se pudieron prohibir antes»

—¿Cómo se plantean el futuro a medio plazo?

—Imagino que a medio plazo todo se basará en la vacuna. Si algún día se puede hablar de normalidad será con vacuna.

—¿Cómo lo han vivido los residentes?

—Muy angustiados. En los medios no se hablaba de otra cosa. Al principio, el médico intentó tranquilizarlos. Pero los medios decían continuamente que se iban a poner enfermos y que se iban a morir. Desde la Xunta, a mediados de mes [de marzo] mandan confinamiento en habitaciones para evitar contagios. Para ellos ha sido complicado no ver a sus familias. Desde la primera semana [a caballo entre marzo y abril] reforzamos la plantilla para hacer videollamadas. Se han vivido momentos durísimos. Las personas que han fallecido no han podido ver a sus familiares. Siempre intentamos que haya visita de la familia. Pero nadie estuvo solo en ningún momento. Hay compañeras que finalizaban su turno y, si alguien se había puesto malito, se quedaban acompañándolo en la habitación para que no estuviese solo. He visto una gran calidad humana.