Vicente Larraga: «El objetivo es que la vacuna esté lista para la campaña 2021-2022»
SOCIEDAD
El investigador del CSIC confía en iniciar los ensayos clínicos en humanos a finales de año de una terapia preventiva que confía en desarrollar con la empresa gallega Biofabri
15 jul 2020 . Actualizado a las 13:01 h.No será la primera, pero España también confía en disponer de una o varias vacunas propias para prevenir el nuevo coronavirus. Existen al menos diez proyectos en marcha, entre ellos uno gallego, y uno de los más prometedores es el liderado desde el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas por Vicente Larraga Rodríguez de Vera, responsable del grupo de Parasitología Molecular. «El objetivo que nos proponemos es que la vacuna esté lista para la campaña 2021-2022», explica Larraga, quien confía iniciar el ensayo clínico en fase I en humanos a finales de año, en un desarrollo en el que colaborará la empresa gallega Biofabri, del grupo Zendal, con base en Porriño. «La fabricación —dice— lógicamente la haremos con Zendal, que tienen muchísima experiencia en la fabricación de vacunas animales y que han iniciado también una línea en humanos».
-Su vacuna utilizará como vehículo un ADN artificial. ¿Puede explicar su proyecto?
-En nuestro caso, en vez de introducir un fragmento del virus atenuado, lo que hacemos es introducir, utilizando un vehículo de ADN recombinante, un plásmido, el gen del antígeno. Ese gen lo introducimos en las células de la persona que se vacuna, esas células captan ese ADN y ellas mismas producen el antígeno y se lo presentan a su sistema inmune para que genere las defensas. Y sabemos, por los experimentos que hemos realizado en perros, que lo hacen muy bien, mejor que cuando nosotros pinchamos una proteína purificada.
-Este método lo han utilizado para la vacuna contra la leishmaniasis en perros. ¿Con qué resultado?
-Lo hemos probado mucha veces en perros con gran éxito. Primero en experimentos de laboratorio y luego en el campo, con 460 perros. Funciona perfectamente.
-Su proyecto fue de los últimos en presentarse, pero puede ser de los primeros en convertirse en realidad. ¿Por qué?
-En nuestro caso tenemos una ventaja y es que el proceso industrial de la vacuna lo tenemos muy adelantado, porque ya lo hemos hecho en perros. Pasar del laboratorio a un proceso industrial no es una cuestión sencilla y lleva su tiempo. Nosotros ese tiempo, que son meses habitualmente, lo tenemos adelantado. Tenemos el escalado industrial y solo tendríamos que cambiar el gen de la proteína de la leishmaniasis por el gen de la proteína del coronavirus. Y el plásmido lo cultivamos en bacterias.
-¿Qué paso darán ahora?
-Lo primero que hay que comprobar es que nuestro plásmido con los genes del virus realmente producen una respuesta inmune apreciable en un número significativo de animales. En julio empezaremos a probarlo con ratones.
-¿Y con ratones humanizados, que tienen el receptor humano por el que el virus entra en la célula?
-Con ratones humanizados todavía no lo ha hecho nadie, porque aún no están disponibles. Los primeros llegarán a mediados de julio y nosotros esperamos tenerlos en septiembre. Y también nos planteamos utilizar otro modelo animal, como los hurones.
-¿Cuando podrían empezar los ensayos en humanos?
-Si todo sale bien, a finales de año estaríamos en disposición de hablar con la Agencia Española del Medicamento para que nos den permiso para empezar con las fases I y II en humanos. Entonces, podríamos iniciar la fase III, con más de dos mil personas, la próxima primavera.
-¿Cuál es el objetivo?
-El objetivo que nos proponemos es que la vacuna esté lista para la campaña 2021-2022. Pero hay un mensaje a transmitir. Estamos haciendo los experimentos de una forma pautada y rápida, pero sin prisas, que nunca son buenas. Es mejor hacerlo así que seguir avanzando con un porcentaje de protección menor. La intención es obtener una vacuna 100 % segura y que tenga un porcentaje de protección superior al 60 %.
-Hay otras vacunas internacionales que llegarán antes. ¿Qué porcentajes de protección ofrecen?
-Muy probablemente dentro de un año habrá cuatro o cinco vacunas distintas, que también se podrán ir usando. Pero de las tres más adelantadas —las de Moderna, Universidad de Oxford y Ejército chino— aún no sabemos muy bien la protección que tendrán. Lo único que sabemos son los datos que han ofrecido de los ensayos en fase I. En este caso, la de Moderna protegía un 30 % o un poquito más; la de Oxford, un 50 %, de la del Ejército chino no han dado datos. Ellos van con mucha prisa y los datos todavía son modestos, pero eso es mejor que no tener nada.
-¿Y alguna llegarán antes de finalizar el año, como anuncian?
-Sí, alguna se podrá sacar y empezarán a repartirse las dosis. Pero aunque se produzcan habrá gente de muchos países que no tendrán acceso a ellas.
«Esta no va a ser la última epidemia, necesitamos una reserva estratégica»
Vicente Larraga cree que los países de la UE tendrán acceso de forma equitativa a la vacuna en cuanto esté disponible, al menos los grupos de más riesgo. Pero también está convencido de que España necesita contar con una propia.
-El Gobierno está financiando proyectos para desarrollar una vacuna en España. ¿Es necesario, cuando seguramente habrá otras antes?
-Me parece muy bien la política que está desarrollando el Gobierno con la idea de que nosotros tengamos una vacuna propia, sea la de mi grupo o la de otros que trabajan en ella. Necesitamos una vacuna desarrollada y producida en España.
-¿Por qué?
-Pues de la misma forma en que no podemos estar esperando el avión con las mascarillas de China. Sobre todo, cuando tenemos la capacidad de hacerlo aquí. Tienes que tener tu propia reserva estratégica.
-Es lo que nos ha demostrado la actual epidemia.
-Esta no va a ser la última epidemia, desde luego, por lo que tenemos que tener una reserva estratégica, independientemente del color del Gobierno. No es un nacionalismo chauvinista, sino que tienes que tener a tu población protegida.
-¿Qué más hemos aprendido?
-Que la investigación estaba terriblemente abandonada. El decenio anterior fue horrible y nos ha dejado en los huesos, pero con los restos que quedaban hemos reaccionado. Esto nos demuestra que hay que fiarse de la innovación y la ciencia, porque sin innovación no podemos salir adelante como país ni defendernos ante este tipo de situaciones. La capacidad de respuesta solo se consigue con I+D+i.