Toda la verdad sobre Enrique y Meghan

Iñigo Gurruchaga LONDRES / COLPISA

SOCIEDAD

TOBY MELVILLE

Un libro con el que los duques de Sussex han colaborado desvela las tensiones y ambiciones que causaron la ruptura en la familia real británica

17 ago 2020 . Actualizado a las 15:31 h.

«Exilio permanente para Enrique y Meghan». «Sin camino de retorno». Los titulares de la prensa británica fueron rotundos cuando el diario The Times publicó en julio extractos del libro Finding Freedom (Encontrando la libertad), en el que se desvelan conflictos que les han llevado a renunciar a su posición en la familia real y a marcharse a California. El libro, escrito por Omid Scobie y Carolyn Durand, cronistas de la realeza para medios de Estados Unidos, ha llegado ahora a las librerías británicas. En sus 347 páginas hay suficientes indicios para concluir que los duques de Sussex han cometido el mismo pecado mortal contra la familia que llevó a la reina Isabel II a acelerar el divorcio de Carlos y Diana. Diana, Her True Story.In Her Own Words (Diana, su verdadera historia. Contada por ella misma), de Andrew Morton, reveló en 1992 la tenebrosa trastienda de su matrimonio, hasta entonces adivinada por gestos públicos y ocasionales noticias en la prensa sensacionalista. Era evidente que Diana había colaborado con el autor.

En Finding Freedom, amigos de la pareja son citados para ilustrar las personalidades, pero hay abundantes informaciones que solo pueden tener ellos. «Fuentes próximas a la pareja», con sus palabras entrecomilladas, ofrecen aquí y allá interpretaciones de los hechos narrados que comulgan con lo que ellos han expresado públicamente. Una portavoz de los duques emitió un comunicado, cuando arreciaba la tormenta causada por la publicación de los extractos, puntualizando que no habían «contribuido» al libro, que estaría basado «en las experiencias de los autores como miembros del cuerpo de la prensa real y su reporterismo independiente». Es decir, que el libro es la verdad de los duques.

Es un libro honesto. La profusión de menciones a marcas de ropa, bebidas, regalos,... permite sospechar que autores o editores han llegado a acuerdos comerciales de publicidad de productos. Pero no hay sensacionalismo. Simplemente, es la explicación documentada de la causa de Enrique y Meghan: se han alejado de la familia real para ser libres.

Un primer ejemplo de opresión. Cuando se anuncia que se han comprometido, los fotógrafos acosan en Toronto a Meghan, estrella entonces de la serie Suits. Ella se queja, pero sale de su casa luciendo un lujoso collar que Enrique le ha regalado o con uno de sus perros arropado con una bandera británica. Palacio le advierte de que así atrae a la prensa. Enrique se aleja de su hermano Guillermo porque, al conocerse su compromiso con Meghan, le dice, «según fuentes», que no debe apresurarse; que se tome «todo el tiempo que necesites para llegar a conocer a esta chica». «En la expresión 'esta chica' Harry oyó el tono esnob que es anatema para su visión del mundo», escriben los autores.

Contemporáneos

Catalina es fría con su cuñada. Cuando los periodistas preguntan a portavoces de la Casa Real por la aparente distancia entre ambas, uno es citado respondiendo que «son personas muy diferentes». Meghan se extraña de que no la adiestren en normas de etiqueta, recibe un aluvión de amenazas y comentarios racistas; había esperado que la arropasen. Las relaciones entre miembros de la familia real son tramitadas por las respectivas oficinas de apoyo, causando enredos quizás innecesarios. El dinero manda, frustrando a Enrique y Meghan cuando, en la cima de su popularidad, quieren emprender más proyectos financiados por un fondo común, o cuando quisieron ser más autónomos que independientes.

El desenlace es una ruptura abrupta cuando la pareja se refugia «estresada» en el sudoeste de Canadá en diciembre del 2019. Los hermanos habían recobrado su fraternidad. Pero una Meghan hiperactiva, que se levanta a las cinco, y un Enrique siempre impulsivo conversan obsesivamente sobre sus circunstancias y llegan a la conclusión de que quieren la libertad para ser grandes embajadores humanitarios. Uno de sus amigos ofrece el retrato más atractivo de la pareja: «Ambos tienen algo de inocencia en sus miradas». Tal inocencia.

El Windsor silvestre, siempre indignado por las mentiras de la prensa y porque se fija en vestidos de Meghan en lugar de en sus nobles causas, entrevista a Barack Obama, como editor invitado de un programa de noticias de la BBC, y le pregunta: «¿Calzoncillos o slips?».

La actriz americana del siglo XXI no se ha adaptado a los tiempos y restricciones de la más antigua monarquía europea, porque su humanitarismo de celebridad consiste en proyectar su fama para desarrollar un «portafolios filantrópico», que aumenta su fama en un eterno ciclo virtuoso. Su mundo es el de Angelina Jolie u Oprah Winfrey. Él es hermano del rey, tío del futuro rey, condenado por nacimiento a ser segundón y a tener gradualmente un papel menor. Busca ahora una vida auténtica, desasosegado por la herencia ambigua y mortal de su madre. No es descabellado imaginar, tras su ambición de ejemplaridad y su desafío, a un hombre temeroso de su nueva libertad.